.Orlando Guevara Núñez
Reynaldo Irzula Brea, combatiente clandestino y del Ejército Rebelde, desempeñó, en los días finales de la guerra, un papel importante en Santiago de Cuba. Por indicación del Comandante en Jefe Fidel Castro bajó de la Sierra para dirigir en la ciudad a los combatientes clandestinos que secundarían el ataque final, según lo previsto en la Batalla de Oriente u Operación Santiago.
Sobre ese acontecimiento y el día de la victoria, afirmó Reynaldo a este autor, en entrevista publicada en el periódico Granma. Ya no nos acompaña su presencia física, pero su ejemplo y su obra están presentes.
"La orden de Fidel era tomar la ciudad. Me dijo que hiciera las veces de policía. Le pregunté qué hacia la policía y me contestó: controlar y evitar desórdenes, robos, asaltos, abusos.
"Me orientó que debían ser tomadas las posiciones enemigas, lo cual fue cumplido, pues ocupamos la Estación de Policía, los cuarteles de los masferreristas , el Vivac, el Gobierno Provincial y el Municipal y la Marina. Se tomó la ciudad completa, menos el Moncada. Eso garantizaba que si era necesario combatir contra esa guarnición, no existieran fuerzas que pudieran atacar a los rebeldes por la espalda. Las tropas de la dictadura estaban desmoralizadas y ya lo que esperaban era que llegara alguien para rendírsele”.
"Estando en la calle Martí me topé con parte de la Columna 9, del Tercer Frente, dirigida por el comandante René de los Santos, quien marchaba hacia el Moncada."
La memoria del día del triunfo, fresca en la mente del combatiente: "Imagínate, era el fin de una guerra en la cual tú no sabías cuándo iban a sacarte de la casa para matarte. Nosotros con el triunfo, la ciudad totalmente tomada, el pueblo en la calle, los gritos, el júbilo. La población estaba muy alegre, desbordada, la gente conversaba con los rebeldes, se te tiraban encima para abrazarte”.
"No es tanto lo que hicimos nosotros como lo que hizo el pueblo. Hubo pequeños tiroteos frente a masferreristas y otros asesinos que huían, tratando de escapar. Y no eran solo las milicias clandestinas las que los perseguían. Era todo el pueblo en la calle, sin dejarlos correr ni dos cuadras. Pero no hubo desórdenes; los esbirros se cogían, se levantaba un acta y se remitían a los Tribunales, donde se realizaban los juicios."
Su protagonismo de esos días es resumido por el combatiente con pocas y sencillas palabras: "Lo único que hice fue cumplir la orden de Fidel". Un dato que dice mucho: en esa ocasión, Reynaldo Irzula Brea contaba con solo 19 años de edad.
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