.Orlando Guevara Núñez
En septiembre de 1879, José
Martí había sido deportado nuevamente hacia España. Desde allí se dirige hacia
Francia y recala en Nueva York. En su peregrinar, viaja a Venezuela, donde
pretende establecerse. El 22 de marzo de 1881, dirige una carta a su gran amigo
venezolano Fausto Teodoro de Aldrey, en la cual le expresa el pensamiento al
inicio aquí plasmado.
Este amigo fue uno de los
más fieles colaboradores de Martí durante su estancia en Venezuela, lo cual
fomentó entre ellos una profunda amistad, en mucho agradecida y alabada.
En ese momento, sueña con
contribuir al engrandecimiento del país bolivariano, donde se respira un cierto
aire de libertad. Habla de sus dolores
por Cuba, y dice que: “De caer vengo,
del lado de la honra” y es cuando afirma lo de perder una batalla y la
obligación de ganar otra.
Le confiesa a su amigo su
intención de servir modestamente a los hombres, que para eso se prepara, y
andar, con el libro al hombro, por los caminos de la vida nueva. Llega allí
para “auxiliar, como soldado humilde, todo brioso y honrado propósito, y a
morir de la mano de la libertad, pobre y fieramente”.
Como ciudad gallarda,
califica a Caracas y como tierra sagrada a ese país, al cual había llegado en
enero de ese mismo año. Su estancia allí fue breve, pues tuvo que salir en el
mes de julio, por indicación del gobierno, que no compartió criterios
políticos expresados por nuestro Apóstol
en las páginas de la Revista Venezolana,
por él fundada y dirigida. De allí, regresa a Nueva York.
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