lunes, 22 de junio de 2020

Razones yanquis para su odio contra Cuba





.Orlando Guevara Núñez

El 4 de febrero de 1962, la Asamblea General del Pueblo de Cuba, reunida en la capital cubana, aprobó la Segunda Declaración de La Habana. Reproducimos aquí solo tres párrafos de aquel acuerdo de pueblo, que explica la esencia del odio imperial hacia nuestra Revolución. Han pasado 58 años y sigue el mismo odio, los mismos intentos de destruirnos.  Pero aquí estamos. Firmes. Y avanzando.
“Cuba duele de manera especial a los imperialistas. ¿Qué es lo que se esconde tras el odio yanqui a la Revolución Cubana? ¿Qué explica racionalmente la conjura que reúne en el mismo propósito agresivo a la potencia imperialista más rica y poderosa del mundo contemporáneo y a las oligarquías de todo un continente, que juntos suponen representar una población de trescientos cincuenta millones de seres humanos, contra un pequeño pueblo de sólo siete millones de habitantes, económicamente subdesarrollado, sin recursos financieros ni militares para amenazar ni la seguridad ni la economía de ningún país? “.
“Los une y los concita el miedo. Lo explica el miedo. No el miedo a la Revolución Cubana; el miedo a la revolución latinoamericana. No el miedo a los obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales y sectores progresistas de las capas medias que han tomado revolucionariamente el poder en Cuba; sino el miedo a que los obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales y sectores progresistas de las capas medias tomen revolucionariamente el poder en los pueblos oprimidos, hambrientos y explotados por los monopolios yanquis y la oligarquía reaccionaria de América; el miedo a que los pueblos saqueados del continente arrebaten las armas a sus opresores y se declaren, como Cuba, pueblos libres de América”.
“Aplastando la Revolución Cubana creen disipar el miedo que los atormenta, y el fantasma de la revolución que los amenaza. Liquidando a la Revolución Cubana, creen liquidar el espíritu revolucionario de los pueblos. Pretenden en su delirio que Cuba es exportadora de revoluciones. En sus mentes de negociantes y usureros insomnes cabe la idea de que las revoluciones se pueden comprar o vender, alquilar o prestar, exportar o importar como una mercancía más”.
Aquella declaración, leída por el Comandante en Jefe Fidel Castro,  encierra una verdad que, pese a todas las intrigas del imperio y sus cómplices, demuestran el miedo de siempre a nuestro ejemplo. Y ratifica que las revoluciones no se exportan, que las hacen los pueblos cuando se cansan de la explotación y el abuso.

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