jueves, 18 de junio de 2020

Santiago de Cuba 505 años. Vilma Espín Guillois: Una situación popular tremenda




Orlando Guevara Núñez


Este 18 de junio se cumplen 13 años del fallecimiento de Vilma. Cuando se hable del heroísmo de Santiago de Cuba,  su nombre será siempre imprescindible. Ella fue protagonista del heroísmo de los días más difíciles. Heroína de la clandestinidad y del Ejército Rebelde. Heroína de la República de Cuba. La Vilma de Santiago y de toda Cuba. De su ciudad habló siempre con devoción.
En el libro Una Revolución que comienza, de la Editorial Oriente,  dejó plasmadas algunas de sus vivencias sobre  la caída de Frank País.
“Bueno, esa tarde fue tremenda para todos nosotros. Inmediatamente llamamos a la mamá de Frank y a su novia América Domitro para que fueran enseguida a reclamar el cadáver”.
“Frank estaba tirado en medio de la calle y todo el pueblo se fue arremolinando allí, se pusieron cordones. Había una situación popular tremenda. Frank muerto, y Santiago de Cuba estaba hirviendo. Esa misma tarde, los dueños de los almacenes y la gente de la Resistencia Cívica empezaron una huelga; los patronos y los obreros, todo el mundo. Ahí si es verdad que todo el mundo se puso de acuerdo, y empezaron a cerrar”.
Por fin me pusieron a Rosario al teléfono. Entonces yo le dije: “Usted tiene que ir y fajarse de cualquier manera, con los dientes, de cualquier manera para que le entreguen el cadáver de Frank”. Y ella, que es una mujer de un temple tremendo, arrancó para allá con una fuerza enorme”.
 “Ya lo habían llevado para el necrocomio cuando ella llegó, porque en los primeros momentos la gente quería llegar hasta el cadáver y hubo forcejeos con los guardias. Es que la reacción popular fue espontánea, muy poderosa, y desde ese momento se paró la ciudad, la gente se dedicó a ir donde estaba Frank. Entonces ellos entregaron el cadáver. Actuaron inteligentemente en ese momento: lo que hicieron fue replegar todas las fuerzas y acuartelarlas, mientras la gente se aglomeraba alrededor de la casa de América, que fue donde se tendió”.
Allí se le puso el uniforme, porque Frank tenía dos vocaciones bien marcadas, pero yo diría que la primera era la militar y la segunda, la de maestro. Yo insistí en que le pusieran el uniforme y la boina sobre el pecho, porque a él le gustaba la boina y la usaba desde antes, y que le pusieran una rosa blanca sobre la boina y el brazalete del 26. Además, los grados de tres estrellas correspondientes al plan de los nuevos grados que él estaba elaborando para mandárselo a Fidel”.
El entierro fue una manifestación de todo el pueblo. Los centros de trabajo estaban cerrados, no había fuerzas públicas por ninguna parte y la ciudad entera estaba tomada por el pueblo. La gente que no iba en el entierro, tiraba flores a su paso, y hubo caso de gente de la Marina que esperaron el entierro y se cuadraban cuando pasaba; fueron los que participaron, menos de dos meses después, en la acción de Cienfuegos (esto lo supe luego)…”
En carta  a Léster Rodríguez, sobre la muerte de Frank, Vilma escribe:
“El día 31 fue el día más extraordinario de cuantos han conocido en esta etapa de la historia de Cuba, aún así, ni siquiera tuvo el consuelo de poder ver cuánto ocurrió. Sabes que ese día vino el Embajador Smith; aún antes de lo de Frank ya se tenía preparada una demostración de las mujeres santiagueras; imagínate tú lo enardecidas que estaban todas con lo que acababa de ocurrir, ese día la mujer santiaguera escribió una página admirable de coraje. Fueron golpeadas, vejadas, les pusieron las mangueras de los carros de bomberos y no se movieron”.
“Según se llevaban un grupo de mujeres por un lado del parque, aparecía otro por el otro extremo. A las doce del día había 50 mujeres presas en el Palacio Provincial y el embajador estaba asqueado e indignado con la represión policíaca. Toda la preocupación de las presas ensopadas y golpeadas era que las soltaran a tiempo para ir al entierro. Esta fue la más imponente y colosal demostración de duelo que se ha visto en Cuba. Por la tarde no abrió ningún comercio para que todo el mundo pudiera ir al entierro. La ciudad entera se quedó vacía mientras se acumulaban más de 20 cuadras de gente en apretada masa desde la casa de América. Procuramos que el entierro de Pujol se uniera, sabes que él fue formidable, según me dicen, trató de cubrir a Frank con su cuerpo”.
“Todo ese imponente desfile de la ciudadanía santiaguera bajó Heredia hasta San Pedro y de ahí al cementerio. Martí estaba abarrotada  de gente que se unió luego, de los balcones caían flores al paso del cortejo. Se procuró que fueran solamente cantando el Himno Nacional, pero de vez en cuando salía un grito de rebeldía apoyado por todo el pueblo. Los viva y los  ¡abajo! Pudieron contenerse un poco al principio, pero luego se desbordaron”.
“Las autoridades tuvieron el buen tino de acuartelar sus tropas, aquella multitud no hubiera temido a nada; a la vista de un uniforme hubieran destrozado al que lo llevara. Se izaron banderas del 26 en el cementerio.  (…)”

No hay comentarios:

Publicar un comentario