miércoles, 3 de junio de 2020

Estados Unidos: la gente muriendo y Trump queriendo matar más




.Orlando Guevara Núñez

El pueblo de los Estados Unidos está sufriendo uno de los más tristes episodios de su existencia. Más de 100 000 norteamericanos han muerto víctimas de la pandemia de la Covid-19. Otros miles corren el peligro de morir, mientras que su presidente está más preocupado por la economía – la economía de los millonarios- que por la vida humana.
En medio de esa tragedia, un crimen más de la policía contra un ciudadano negro, expresión  del más brutal racismo  existente en ese país, ha indignado a millones de norteamericanos, quienes se han lanzado a la calle para protestar contra la barbarie y exigir justicia.
La reacción del presidente, sin embargo, ha sido la de calificar de terroristas a los manifestantes. Y ha amenazado con lanzar sobre ellos a la policía y al ejército, con órdenes de reprimir, de encarcelar, de matar si es preciso. O lo que es lo mismo: provocar otra pandemia nacida no de un virus, sino del odio, del racismo, y del desprecio por la vida humana.
El desprestigio de los gobernantes yanquis es cada día mayor. Su doble moral – mejor es decir falta de  moral- los descubre como los despreciables hipócritas que son. Hacen todo lo posible por provocar desobediencia en Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros países que no se someten a sus dictados. Y califican de patriotas a quienes hacen por lo menos el intento. Pero ahora, los que se lanzan a las calles en su propio país, no son patriotas, sino  peligrosos terroristas.
Las escenas del atropello policial son indignantes. Golpes, gases lacrimógenos, balas de goma y de plomo, detenciones, abusos, pisoteo de la dignidad humana.
Mientras, Trump promueve más violencia, aunque se esconde cuando ve cerca el peligro. Para él, los más de 100 000 muertos por el virus son un logro no una derrota. Y en su enfermizo propósito de reelección, todo lo subordina a engañar al pueblo, a tratar de ganar votos, despreciando a los muertos y a los vivos.  Es una realidad que ninguna de sus constantes mentiras puede ni podrá ocultar.

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