viernes, 12 de junio de 2020

Con los oprimidos había que hacer causa común



. Orlando Guevara Núñez

Este muy conocido pensamiento  está contenido en uno de los también más conocidos textos de Martí: Nuestra América, donde se expresan otros grandes aforismos, ya plasmados en otra parte de este trabajo. Su publicación fue en El Partido Liberal, de México, el 30 de enero de 1891.
Completando la idea, Martí afirma: “para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores, el tigre, espantado del fogonazo, vuelve de noche al lugar de la presa. Muere echando llamas por los ojos y con las zarpas al aire. No se le oye venir, sino que viene con zarpas de terciopelo. Cuando la presa despierta, tiene al tigre encima “(…).
Bella imagen literaria para describir la nueva esclavitud de los obreros por el capital, las nuevas formas de explotación, tan encubiertas  como crudas y bárbaras. Por eso dice que  la colonia continuó viviendo en la república.
Y, con visión de futuro, enfatiza  Martí: “El tigre espera, detrás de cada árbol, acurrucado en cada esquina. Morirá, con las zarpas al aire, echando llamas por los ojos”. Exquisita manera de advertir el peligro y presagiar el futuro.
Entre los peligros  está  la desventaja, una vez lograda la independencia de nuestros pueblos de América, señala  Martí, que el heroísmo en la paz es más escaso porque es menos  glorioso que el de la guerra, y al hombre le es más fácil morir con honra que pensar con orden, y gobernar con  los sentimientos exaltados  y unánimes es más hacedero que dirigir, después de la pelea, los pensamientos diversos, arrogantes, exóticos o ambiciosos “(…)

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