.Orlando
Guevara Núñez
Según la
Biblia, Dios creó y puso nombre a la tierra, el cielo, los mares, las plantas,
los animales, al hombre y a la mujer. Y solo después de creados pudo aseverar
que todo eso era bueno. Así nos pasó a los cubanos con el socialismo.
Hoy el
imperio norteamericano se empeña en demonizar
al socialismo y al comunismo. Satanizan esos nombres porque
le temen a su esencia. No es nada nuevo. En Cuba, antes del triunfo de la
Revolución, y aún en los primeros años, esa engañosa política hizo algún daño.
Pero Fidel,
al encabezar la rebelión, no le dijo al pueblo que era para hacer el
socialismo. Por eso, ante el tribunal
que lo juzgaba por los hechos del 26 de julio de 1953, luego de expresar su concepto sobre cual era realmente el pueblo, afirmó. ¡Ese es el pueblo, el que sufre todas las
desdichas y es por tanto capaz de pelear con todo el coraje! A ese pueblo, cuyos caminos de angustias
están empedrados de engaños y falsas promesas, no le íbamos a decir: “Te vamos
a dar”, sino: “Aquí tienes, lucha ahora con todas tus fuerzas para que sean
tuyas la libertad y la felicidad”.
Y poco a
poco, vio el pueblo que eso era bueno. Y se sumó a la lucha, y subió a las
montañas, y combatió en las calles. E hizo realidad el postulado martiano de
que los derechos se toman, no se mendigan, y que los grandes derechos no se
compran con lágrimas, sino con sangre. Y ese pueblo, encabezado por Fidel, hizo
la Revolución. Y, desde el inicio, vio que era bueno.
Y la Revolución trajo la libertad. Y vio el pueblo que era buena. Y desbarató al ejército opresor, y a la policía asesina, y a los órganos represivos. Y creó las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Ministerio del Interior, y las Milicias Nacionales Revolucionarias. Y vio el pueblo que era bueno.
Y la Revolución trajo la libertad. Y vio el pueblo que era buena. Y desbarató al ejército opresor, y a la policía asesina, y a los órganos represivos. Y creó las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Ministerio del Interior, y las Milicias Nacionales Revolucionarias. Y vio el pueblo que era bueno.
Fue destruido el aparato estatal corrupto, basado en la
explotación del hombre por el hombre, se recuperaron los bienes malversados.
Fueron nacionalizados los monopolios y grandes empresas nacionales y
extranjeras. Y se declaró al pueblo como único dueño de sus riquezas. Y vio el
pueblo que era bueno.
Y se eliminaron los latifundios, y se hizo a los campesinos
dueños de la tierra que trabajaban. Y no hubo más desalojos, ni miseria y
abandono rural. Y vio el pueblo que era bueno. Y se decretó la rebaja de los
alquileres. Fueron abolidos los desahucios. Y se hizo la Reforma Urbana que
convirtió en dueños a los arrendatarios de viviendas. Y se rebajaron las
tarifas eléctricas. Y vio el pueblo que era bueno.
La Revolución puso la enseñanza gratuita para todos los
cubanos. Y erradicó el analfabetismo. Y vio el pueblo que era bueno. Convirtió
la salud en patrimonio gratuito de todo el pueblo. Y la medicina dejó de ser
una mercancía y los pacientes dejaron de ser clientes. Y vio el pueblo que era
bueno.
Y se comenzó a combatir los juegos ilícitos, y las drogas, y
la prostitución. Y vio el pueblo que era bueno. Y se proclamó el ejercicio de
la dignidad plena del hombre, sin discriminación racial, ni por creencias
religiosas, ni por sexo, ni por el color de la piel, ni por posición social. Y
vio el pueblo que era bueno.
Y se dictaron otras muchas leyes, ninguna de ellas contra el
pueblo. Y el pueblo comenzó, como lo había pedido Fidel, a luchar con todas sus
fuerzas para hacer suyas la libertad y la felicidad. Y vio que era bueno. Y Fidel le entregó las armas al
pueblo para que pudiera defenderse. Y vio el pueblo que era bueno.
Y un día, el 16 de abril de 1961, cuando eran despedidas las
víctimas del criminal bombardeo yanqui a los aeropuertos de Santiago de Cuba,
Ciudad Libertad y San Antonio de los Baños, Fidel declaró:
“Compañeros obreros y
campesinos, esta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, con
los humildes y para los humildes. Y por esta Revolución de los humildes,
por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la vida”.
“Obreros y campesinos,
hombres y mujeres humildes de la patria ¿juran defender hasta la última gota de
sangre esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes?
Fue entonces que el pueblo
tuvo la certeza de que la Revolución cubana era socialista. Y vio el pueblo que
era bueno. Y con los fusiles en alto juró defender el socialismo. Y eso viene
haciendo hasta hoy. Con mucha razón, aseveró Raúl que cuando se proclamó el
carácter socialista de la Revolución, no se hizo otra cosa que ponerle el
nombre a un niño que ya había nacido.
El gobierno de Donald Trump-
y todos sus antecesores desde hace 60 años- siguen demonizando el socialismo. A
veces dicen una palabra para ellos más terrible: comunismo. Habla de eliminarlo
de nuestro continente y más allá. Y todo lo que para nosotros ha sido bueno,
ellos lo han considerado malo.
Algún día, otros pueblos de
nuestra preterida América, recorrerán el camino transitado por el pueblo
cubano. Y tendrán la oportunidad de valorar, no por lo que le digan, sino por
lo que vean, que el socialismo es bueno para ellos, y seguirá siendo demonizado
por el imperio agresor.
El camino no será corto. Y
aún cuando lleguen a la meta, tendrán que continuar luchando, como nosotros,
como nos enseñó Fidel, para que sean siempre suyas la libertad y la felicidad.
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