jueves, 18 de junio de 2020

Y vio el pueblo que era bueno…




.Orlando Guevara Núñez


Según la Biblia, Dios creó y puso nombre a la tierra, el cielo, los mares, las plantas, los animales, al hombre y a la mujer. Y solo después de creados pudo aseverar que todo eso era bueno. Así nos pasó a los cubanos con el socialismo.
Hoy el imperio norteamericano se empeña en demonizar  al  socialismo y  al comunismo. Satanizan esos nombres porque le temen a su esencia. No es nada nuevo. En Cuba, antes del triunfo de la Revolución, y aún en los primeros años, esa engañosa política hizo algún daño.
Pero Fidel, al encabezar la rebelión, no le dijo al pueblo que era para hacer el socialismo.  Por eso, ante el tribunal que lo juzgaba por los hechos del 26 de julio de 1953,  luego de expresar su concepto sobre  cual era realmente el pueblo, afirmó. ¡Ese es el pueblo, el que sufre todas las desdichas y es por tanto capaz de pelear con todo el coraje!  A ese pueblo, cuyos caminos de angustias están empedrados de engaños y falsas promesas, no le íbamos a decir: “Te vamos a dar”, sino: “Aquí tienes, lucha ahora con todas tus fuerzas para que sean tuyas la libertad y la felicidad”.
Y poco a poco, vio el pueblo que eso era bueno. Y se sumó a la lucha, y subió a las montañas, y combatió en las calles. E hizo realidad el postulado martiano de que los derechos se toman, no se mendigan, y que los grandes derechos no se compran con lágrimas, sino con sangre. Y ese pueblo, encabezado por Fidel, hizo la Revolución. Y, desde el inicio, vio que era bueno.

Y la Revolución trajo la libertad. Y vio el pueblo que era buena. Y desbarató al ejército opresor, y a la policía asesina, y a los órganos represivos. Y creó las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Ministerio del Interior, y las Milicias Nacionales Revolucionarias. Y vio el pueblo que era bueno.
Fue destruido el aparato estatal corrupto, basado en la explotación del hombre por el hombre, se recuperaron los bienes malversados. Fueron nacionalizados los monopolios y grandes empresas nacionales y extranjeras. Y se declaró al pueblo como único dueño de sus riquezas. Y vio el pueblo que era bueno.
Y se eliminaron los latifundios, y se hizo a los campesinos dueños de la tierra que trabajaban. Y no hubo más desalojos, ni miseria y abandono rural. Y vio el pueblo que era bueno. Y se decretó la rebaja de los alquileres. Fueron abolidos los desahucios. Y se hizo la Reforma Urbana que convirtió en dueños a los arrendatarios de viviendas. Y se rebajaron las tarifas eléctricas. Y vio el pueblo que era bueno.
La Revolución puso la enseñanza gratuita para todos los cubanos. Y erradicó el analfabetismo. Y vio el pueblo que era bueno. Convirtió la salud en patrimonio gratuito de todo el pueblo. Y la medicina dejó de ser una mercancía y los pacientes dejaron de ser clientes. Y vio el pueblo que era bueno.
Y se comenzó a combatir los juegos ilícitos, y las drogas, y la prostitución. Y vio el pueblo que era bueno. Y se proclamó el ejercicio de la dignidad plena del hombre, sin discriminación racial, ni por creencias religiosas, ni por sexo, ni por el color de la piel, ni por posición social. Y vio el pueblo que era bueno.
Y se dictaron otras muchas leyes, ninguna de ellas contra el pueblo. Y el pueblo comenzó, como lo había pedido Fidel, a luchar con todas sus fuerzas para hacer suyas la libertad y la felicidad. Y vio que  era bueno. Y Fidel le entregó las armas al pueblo para que pudiera defenderse. Y vio el pueblo que era bueno.
Y un día, el 16 de abril de 1961, cuando eran despedidas las víctimas del criminal bombardeo yanqui a los aeropuertos de Santiago de Cuba, Ciudad Libertad y San Antonio de los Baños, Fidel declaró:
Compañeros obreros y campesinos, esta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes.  Y por esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la vida”.
“Obreros y campesinos, hombres y mujeres humildes de la patria ¿juran defender hasta la última gota de sangre esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes? 
Fue entonces que el pueblo tuvo la certeza de que la Revolución cubana era socialista. Y vio el pueblo que era bueno. Y con los fusiles en alto juró defender el socialismo. Y eso viene haciendo hasta hoy. Con mucha razón, aseveró Raúl que cuando se proclamó el carácter socialista de la Revolución, no se hizo otra cosa que ponerle el nombre a un niño que ya había nacido.
El gobierno de Donald Trump- y todos sus antecesores desde hace 60 años- siguen demonizando el socialismo. A veces dicen una palabra para ellos más terrible: comunismo. Habla de eliminarlo de nuestro continente y más allá. Y todo lo que para nosotros ha sido bueno, ellos lo han considerado malo.
Algún día, otros pueblos de nuestra preterida América, recorrerán el camino transitado por el pueblo cubano. Y tendrán la oportunidad de valorar, no por lo que le digan, sino por lo que vean, que el socialismo es bueno para ellos, y seguirá siendo demonizado por el imperio agresor.
El camino no será corto. Y aún cuando lleguen a la meta, tendrán que continuar luchando, como nosotros, como nos enseñó Fidel, para que sean siempre suyas la libertad y la felicidad.

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