viernes, 24 de abril de 2020

Una oprobiosa agresión de Estados Unidos contra Cuba



.Orlando Guevara Núñez


El 25 de abril de 1898, el gobierno de los Estados Unidos cometió uno de los actos más infames y traicioneros contra la independencia del pueblo cubano: la declaración de guerra a España, con el objetivo final de cumplir su sueño de apoderarse de Cuba. En esos momentos, el  poder colonial español  aquí  estaba en una crisis insalvable, como consecuencia del avance del Ejército Libertador Cubano.
España no podía ya sostener la guerra ni desde el punto de vista militar, ni económico, ni político. Era lo que esperaba el gobierno norteamericano para  su intervención, bajo el pretexto de ayudar a los cubanos y hacerse aparecer ante el mundo como nuestros  libertadores. La historia posterior demostró fehacientemente los sucios propósitos de aquella intervención.
Así, en  una guerra que ganaron gracias a las acciones y apoyo de las tropas insurrectas cubanas, Estados Unidos coronó sus aspiraciones. Y en  1ro. de enero de 1899, se estableció en Cuba el gobierno interventor norteamericano. La contienda  que hasta entonces había tenido un carácter  independentista, se convirtió, como lo expresara el genial Vladimir Lenin, en la primera guerra imperialista en la historia de la humanidad.
De esa forma, Cuba, de colonia de España, pasó a ser una neocolonia de los Estados Unidos.  La ocupación militar yanqui se mantuvo hasta que lograron imponer la Enmienda Platt, la cual subordinaba la independencia cubana a los designios de los Estados, los que se auto atribuyeron  el derecho de intervenir en nuestro país cuando lo estimaran necesario, al tiempo que se apropiaban de las principales riquezas y establecían la Base Naval de Guantánamo que todavía hoy, de forma ilegal, se mantiene y está convertida en una prisión donde la tortura y la muerte son una simple rutina.
Por caprichos de la historia, también un 1ro. de enero, exactamente 60 años después, el Ejército Rebelde, continuador del Ejército Libertador Cubano, derrocó a la tiranía batistiana y puso fin al dominio imperial en la patria de José Martí.
Así lo expresaría Fidel en  su discurso en Santiago de Cuba, el día de la victoria:
“Esta vez, por fortuna para Cuba, la Revolución llegará de verdad al poder.  No será como en el 95 que vinieron los americanos y se hicieron dueños de esto (Aplausos).  Intervinieron a última hora y después ni siquiera dejaron entrar a Calixto García que había peleado durante 30 años, no quisieron que entrara en Santiago de Cuba (Aplausos).  No será como en el 33 que cuando el pueblo empezó a creer que una Revolución se estaba haciendo, vino el señor Batista, traicionó la Revolución, se apoderó del poder e instauró una dictadura por once años.  No será como en el 44, año en que las multitudes se enardecieron creyendo que al fin el pueblo había llegado al poder, y los que llegaron al poder fueron los ladrones.  Ni ladrones, ni traidores, ni intervencionistas.  Esta vez sí que es la Revolución”.
Han pasado otros 60 años y el imperio criminal se empeña en derrotar a la Revolución cubana. Pero transcurrirán otros muchos  60 años y el pueblo cubano seguirá en pie. Nos seguirán tirando a matar y seguiremos vivos.  Aplicando y defendiendo el principio martiano de que:
¡Antes que cejar en el empeño de hacer libre  y próspera a la patria, se unirá el mar del Sur al mar del Norte, y nacerá una serpiente de un huevo de águila!  Y  el legado fidelista de que  “Nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie”.

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