. Orlando Guevara Núñez
Con esta aseveración, el Comandante en Jefe de la Revolución
cubana, Fidel Castro, caracterizó el valor humano, revolucionario, altruista,
humanista y de entrega del pueblo cubano. Hombres y mujeres de todas las
edades, jóvenes y niños, dan a diario muestras de su consagración a la obra de la Revolución que es, como lo
soñó José Martí, con todos y para el bien de todos. Y es que la obra más
hermosa de la Revolución es precisamente
nuestro pueblo.
La propaganda encabezada por el gobierno imperialista de los
Estados Unidos, trata de pintar el comunismo como un sistema opresor,
antidemocrático, donde son violados todos los derechos humanos. Ignoran
que, al calificarnos como comunistas, nos están haciendo el honor más grande,
nos están llamando por el nombre más honroso.
Lo primero que desmiente a las sucias campañas anti cubanas, es que si
fuésemos como ellos nos pintan, estarían incondicionalmente al lado nuestro, como lo hacen hoy con gobiernos
tiránicos y corruptos de nuestra América, que hacen coro a sus ladridos y amenazas contra Venezuela y Nicaragua, haciendo honor al papel de caínes,
denunciado por nuestro Héroe Nacional José Martí.
Este es el pueblo que, pese al férreo bloqueo que dura ya 60
años, ha sido capaz de resistir, de ser más patriota, más revolucionario, más
internacionalista y más antiimperialista.
Eso explica que cientos de miles de profesionales cubanos de
la salud hayan marchado a decenas de países de todos los continentes, a salvar
vidas, curar y aliviar males e incluso prevenirlos. Que hayan devuelto la visión a millones de personas. Que
hayan ejercido esa humanitaria misión en lugares apartados, donde nunca habían se había visto la presencia de un médico. Han acudido
al auxilio ante desastres naturales como huracanes y terremotos, o ante brotes,
epidemias y pandemias, como lo hacen ahora en unos 60 países ante la Covid-19.
Solo un pueblo como el nuestro, es capaz de producir hombres
y mujeres como el cubano, que ha aportado miles de maestros que han marchado a
otras regiones del mundo, a borrar el analfabetismo, a enseñar, a formar
profesionales, a contribuir a la
educación, como uno de los principales derechos humanos, negado a millones de
humanos en el mundo.
Solo un pueblo como el cubano puede ser capaz de que más de
400 000 de sus hijos, hayan acudido al llamado de otros pueblos hermanos, a combatir junto a
ellos para lograr o afianzar su soberanía. Y que hayan regresado de esas misiones solo con la satisfacción del deber cumplido,
el reconocimiento por su apoyo, y los restos de los caídos.
Y la grandeza mayor es que esas epopeyas han sido cumplidas
de forma totalmente voluntaria.
Esos son los hombres y
mujeres comunistas de quienes habló Fidel. Esos que hemos visto tomar
fusiles, ocupar trincheras y combatir ante las agresiones enemigas. Que vemos
ahora en sus puestos para salvar vidas frente a la Covid-19: que se dedican con
altruismo y entrega a producir alimentos y garantizar que el país siga
adelante, pese al bloqueo y la epidemia.
A ese es al que verdaderamente temen los enemigos de la
Revolución. Le temen no como una amenaza militar, sino como una fuerza moral,
como una demostración de que los pueblos pueden ser dichosos y prósperos si se liberan del capitalismo salvaje. Por
eso no cesan en el empeño de destruirnos. Pero ya lo dijo nuestro eterno
Comandante en Jefe: Si no se resignan a tener a 90 millas de su territorio un
país socialista, que se muden. Y otra advertencia fidelista: primero surgirá el
socialismo en los Estados Unidos antes que ser borrado en Cuba.
Si alguien pretendiese hacer alguna comparación entre el
significado de socialismo y el capitalismo,
lo aconsejable no es detenerse en definiciones teóricas sobre el nombre. Hay
que ir a la esencia. Y comparando la
realidad de los pueblos con uno u otro sistema, sacar, como solicita siempre un prestigioso intelectual cubano,
Reynaldo Taladrid, sus propias conclusiones. El pueblo cubano tiene bien claras
las suyas. Y por eso las defiende con una fe inconmovible en la victoria.
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