miércoles, 22 de abril de 2020

Nuestra tierra, rica y fértil, produce silvestre al hombre comunista




. Orlando Guevara Núñez

Con esta aseveración, el Comandante en Jefe de la Revolución cubana, Fidel Castro, caracterizó el valor humano, revolucionario, altruista, humanista y de entrega del pueblo cubano. Hombres y mujeres de todas las edades, jóvenes y niños, dan a diario muestras de su consagración  a la obra de la Revolución que es, como lo soñó José Martí, con todos y para el bien de todos. Y es que la obra más hermosa de la Revolución es precisamente  nuestro pueblo.
La propaganda encabezada por el gobierno imperialista de los Estados Unidos, trata de pintar el comunismo como un sistema opresor, antidemocrático, donde   son violados todos los derechos humanos. Ignoran que, al calificarnos como comunistas, nos están haciendo el honor más grande, nos están llamando por el nombre más honroso.
Lo primero que desmiente  a las sucias campañas anti cubanas, es que si fuésemos como ellos nos pintan, estarían incondicionalmente al lado  nuestro, como lo hacen hoy con gobiernos tiránicos y corruptos de nuestra América, que hacen coro a sus ladridos  y amenazas contra  Venezuela y  Nicaragua, haciendo honor al papel de caínes, denunciado por nuestro Héroe Nacional José Martí.
Este es el pueblo que, pese al férreo bloqueo que dura ya 60 años, ha sido capaz de resistir, de ser más patriota, más revolucionario, más internacionalista y más antiimperialista.
Eso explica que cientos de miles de profesionales cubanos de la salud hayan marchado a decenas de países de todos los continentes, a salvar vidas, curar y aliviar males e incluso prevenirlos. Que hayan  devuelto la visión a millones de personas. Que hayan ejercido esa humanitaria misión en lugares apartados, donde nunca habían  se había  visto la presencia de un médico. Han acudido al auxilio ante desastres naturales como huracanes y terremotos, o ante brotes, epidemias y pandemias, como lo hacen ahora en unos  60 países ante la Covid-19.
Solo un pueblo como el nuestro, es capaz de producir hombres y mujeres como el cubano, que ha aportado miles de maestros que han marchado a otras regiones del mundo, a borrar el analfabetismo, a enseñar, a formar profesionales, a  contribuir a la educación, como uno de los principales derechos humanos, negado a millones de humanos en el mundo.
Solo un pueblo como el cubano puede ser capaz de que más de 400 000 de sus hijos, hayan acudido al llamado de  otros pueblos hermanos, a combatir junto a ellos para lograr o afianzar su soberanía. Y que hayan regresado de esas misiones  solo con la satisfacción del deber cumplido, el reconocimiento por su apoyo, y los restos de los caídos.
Y la grandeza mayor es que esas epopeyas han sido cumplidas de forma totalmente voluntaria.
Esos son los hombres y  mujeres comunistas de quienes habló Fidel. Esos que hemos visto tomar fusiles, ocupar trincheras y combatir ante las agresiones enemigas. Que vemos ahora en sus puestos para salvar vidas frente a la Covid-19: que se dedican con altruismo y entrega a producir alimentos y garantizar que el país siga adelante, pese al bloqueo y la epidemia.
A ese es al que verdaderamente temen los enemigos de la Revolución. Le temen no como una amenaza militar, sino como una fuerza moral, como una demostración de que los pueblos pueden ser dichosos y prósperos  si se liberan del capitalismo salvaje. Por eso no cesan en el empeño de destruirnos. Pero ya lo dijo nuestro eterno Comandante en Jefe: Si no se resignan a tener a 90 millas de su territorio un país socialista, que se muden. Y otra advertencia fidelista: primero surgirá el socialismo en los Estados Unidos antes que ser borrado en Cuba.
Si alguien pretendiese hacer alguna comparación entre el significado de socialismo y  el capitalismo, lo aconsejable no es detenerse en definiciones teóricas sobre el nombre. Hay que ir a la esencia. Y comparando  la realidad de los pueblos con uno u otro sistema, sacar, como solicita  siempre un prestigioso intelectual cubano, Reynaldo Taladrid, sus propias conclusiones. El pueblo cubano tiene bien claras las suyas. Y por eso las defiende con una fe inconmovible en la victoria.

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