.Orlando Guevara Núñez
Día negro. Con esas dos palabras, sintetizó el Comandante
Ernesto Che Guevara su dolor ante la muerte en la guerrilla boliviana, el 25 de
abril de 1967, de Eliseo Reyes Rodríguez, el Capitán San Luis, Rolando en esa gloriosa gesta.
Había nacido Eliseo
en el territorio santiaguero de
San Luis -cerca de donde se forjó
la familia de los Maceo-Grajales-el 27 de abril de 1940. El quinto entre once
hermanos de un humilde hogar que cuando él tenía sólo ocho años de edad fue a
residir a La Caridad de Pedernal, en las estribaciones de las montañas, en el
mismo municipio.
Se sabe que en una ocasión,
ante una conversación sobre la preferencia de Ramón Grau San Martín o Carlos
Prìo Sacarás
-connotados politiqueros de
la época prerrevolucionaria- para la presidencia del país, la poca edad de
Eliseo no lo invalidó para emitir un juicio corroborado luego por la historia.
Luego de colocar a ambos en igual rango de poca credibilidad, emitió su
sentencia: Esto como único se resuelve
es a tiros.
La oportunidad de actuar como
pensaba se le presentó temprano. En agosto de 1957, con 17 años de edad, marcha
hacia la Sierra Maestra y se incorpora a la guerrilla dirigida por el
Comandante en Jefe Fidel Castro.
Pronto ingresa a la Columna 4
–segunda creada por el Ejército Rebelde- bajo las órdenes del jefe de esta
fuerza, el Comandante Ernesto Che Guevara, donde actúa como eficaz mensajero. Y
cuando el Che solicita voluntarios para bajar al llano, entre los dispuestos y
seleccionados se encuentra Eliseo Reyes. Cuentan que al conocer él su
aprobación para la nueva misión, exclamó que era de San Luis, e iría a ese
lugar. Y de ahí nació su nombre de guerra
San Luis.
A partir de entonces integró
la Columna 8 Ciro Redondo, al mando del Che, que junto a la Columna 2 Antonio
Maceo, con el Comandante Camilo Cienfuegos como jefe, protagonizó la invasión
de Oriente hacia Occidente, reeditando la hazaña militar realizada fines del
siglo XIX por los generales del Ejército Libertador Cubano, Máximo Gómez Báez y
Antonio Maceo Grajales.
En la paz como en
la guerra
Al triunfar la Revolución,
con 18 años de edad, el ya Capitán San Luis, ocupa la jefatura de la Policía
Militar en La Cabaña, en la capital del país. Se inicia así, en la paz, otra brillante hoja de servicios del joven
combatiente a la Patria.
Jefe Militar de Sancti
Spìritus. Escogido para integrar la jefatura de la Dirección de Inteligencia
G-2, del Estado Mayor del Ejército Rebelde. Sus cualidades lo llevan a
desempeñarse, en octubre de 1962, como Delegado del Ministerio del Interior en
la provincia de Pinar del Río, donde fue un puntal en la lucha contra los
enemigos internos y externos de la Revolución.
Sus cualidades crecen en el
fragor de la lucha. Es así como en octubre de 1965, al constituirse el Comité
Central del Partido Comunista de Cuba, entre sus miembros se cuenta el capitán
Eliseo Reyes Rodríguez, San Luis.
Un día de julio de 1966, a
sus manos llega una petición de su jefe en la Sierra Maestra y durante la
invasión. “Vuelvo a necesitar el
esfuerzo de ustedes que fueron fieles en la Sierra Maestra. Si está dentro de
las posibilidades, espero de la colaboración”. La petición era del Che.
Bueno, muchachos, me
voy
La solicitud fue aceptada sin
reparos. Y ante dos compañeros suyos dejó testimonio de su alegría ante la
riesgosa misión. Bueno, muchachos, me
voy. Voy a cumplir una misión revolucionaria fuera de Cuba. Ustedes saben que
eso es lo que yo anhelaba (…) que ese es mi mayor sueño.
Así nacía Rolando. En noviembre de 1966, se
produce el reencuentro de Eliseo con el Che, quien apunta que con la llegada de
éste y Marcos, (Antonio Sánchez Díaz,
Comandante Pinares) a Bolivia ya eran seis.
De todos es conocida la
rigurosidad del Che para evaluar a sus subordinados. Sus conceptos sobre las
cualidades que debían estar presentes en un cuadro revolucionario – de las
cuales era él mismo un alto exponente- eran aplicados de forma tal que sólo los
méritos y el aval de la conducta podían respaldar a quien se evaluaba para una
responsabilidad.
Las decisiones y las
definiciones hecha por el Che sobre Eliseo Reyes, son un fiel rasero para medir
la estatura del héroe. Al estructurar el mando de la guerrilla boliviana, Rolando es designado como Comisario Político,
junto al revolucionario boliviano Inti Peredo, caído después en la lucha
clandestina. En una ocasión lo calificaría como
El cuadro más completo, tanto en
lo político como en lo militar, de todos los componentes de la guerrilla.
En su diario de campaña, al
resumir los resultados del mes de abril de 1967, el Che se refería a dos
severas pérdidas. Una, la de Jesús Suárez Gayol (El Rubio) también cubano, caído
en combate el día 10. Otra, la de Rolando,
sobre quien escribe: La muerte de este último
es un severo golpe, pues lo pensaba dejar a cargo del eventual segundo frente.
El mejor hombre de la guerrilla
En muchas de las páginas del
diario del Che en Bolivia, aparece el nombre de Rolando. Sus labores como explorador, organizador de emboscadas y
otros importantes quehaceres de la guerrilla en las difíciles condiciones en
las cuales operaba. En una ocasión, ante la ausencia del Comandante Juan
Vitalio Acuña Núñez (Vilo en Cuba y Joaquín en la gesta boliviana) Rolando es designado por el Che como
jefe de la retaguardia.
El 25 de abril, durante una acción
guerrillera contra el ejército, Eliseo Reyes cae gravemente herido. Balas de
una ametralladora calibre 30 habían hecho impacto en una de sus piernas, partiéndole
el fémur y todo el paquete vasculonervioso.
Al conocer la noticia, el Che
se impacientó hasta la llegada de los compañeros con el herido. Y cuando se dispuso
a ponerle plasma, el Capitán San Luis ofrendó su último aliento.
En el fragor de una guerra,
la muerte podría parecer algo natural. Pero es precisamente en medio de ella
que los combatientes revolucionarios se hermanan más y se tiende entre ellos un
sentimiento que trasciende la amistad para insertarse en la sangre.
“Hemos perdido al mejor hombre de la guerrilla, y
naturalmente, uno de sus pilares, compañero mío desde que, siendo casi un niño,
fue mensajero de la Columna 4, hasta la invasión y esta nueva aventura
revolucionaria”. Estas palabras
brotaron de lo más profundo del alma del Che.
Un testigo de aquel momento, describiría
luego la consternación en el último adiós al Capitán San Luis. “Y allí se para Che y lleno de dolor afirma:
hemos perdido a uno de los más valientes, a uno de los más queridos de nuestros
compañeros. Y vemos como si quisiera seguir hablando, pero ya no pudiera. Y
cuando abrimos una sepultura y ponemos a San Luis, Che se viró de espaldas (…)
y lo vimos sacar el pañuelo sin darnos el frente. Luego, como siempre, se dominó
y dice: ¡Haber, carijo, a su lugar! ¡No nos van a matar aquí a todos!
Una evocación del Comandante
Ernesto Che Guevara, tomada del poeta chileno Pablo Neruda y dirigida al
Libertador Simón Bolívar, reflejaba el hondo dolor de todos ante la muerte del Capitán
San Luis: Tu pequeño cadáver de capitán
valiente, ha extendido en lo inmenso su metálica forma.
Eliseo, San Luis, Rolando.
Joven a quien debemos recordar, más que por su muerte, por la obra de su vida.
En él, nuestra presente y las futuras generaciones, tienen y tendrán un
paradigma de revolucionario, válido para los tiempos presentes y los que están
por venir.
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