DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE DOCTOR
FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO Y PRIMER
SECRETARIO DE LAS ORI, EN EL ACTO HOMENAJE A LOS MARTIRES CAIDOS EN PLAYA GIRON
Y CONMEMORACION DE LA VICTORIA CONTRA LA INVASION MERCENARIA PERPETRADA HACE UN
AÑO POR PLAYA GIRON Y PLAYA LARGA, CELEBRADO EN EL TEATRO "CHAPLIN",
EL 19 DE ABRIL DE 1962.
Fragmentos
“Pero lo que hay que pensar no es en lo que
creyeron o le hicieron creer a los mercenarios invasores, lo que hay que pensar
es en lo que creían los que los mandaron a invadir a nuestro suelo. Y aquellos sabían, aquellos sí sabían —y lo
sabían demasiado bien— que nuestro pueblo no recibiría a nadie con los brazos
abiertos, que nuestro pueblo no recibiría aquella invasión criminal con los
brazos abiertos”.
“El enemigo sabía demasiado bien que el pueblo
no apoyaría a los contrarrevolucionarios.
Y de ahí su estrategia. La
estrategia que preparó la maquinaria militar yanki no era estrategia de los que
creían que el pueblo se sumaría a la contrarrevolución, sino todo lo contrario,
la estrategia de quienes sabían que el pueblo estaba con la Revolución”.
“Por eso condicionaron sus planes de guerra a
esa realidad que ellos conocían, y de ahí que intentaran apoderarse de un
espacio del territorio nacional. Porque
no escogieron un campo abierto de batalla, escogieron una zona del territorio
nacional de difícil acceso, adonde se podía llegar solo por tres caminos que
precisamente había construido la Revolución; tres caminos, cada uno de los
cuales era un paso de las Termópilas, es decir, una vía estrecha de varios
kilómetros, a cuyos lados existen intransitables pantanos y cenagales; caminos
que desde el punto de vista militar resultan muy fáciles de defender y muy
difíciles de tomar; sitio donde existía además un aeropuerto que les permitiría
las comunicaciones aéreas con el exterior, y una bahía profunda que les
permitiría recibir por mar cuantos suministros fuesen necesarios”.
“Mas, los que hicieron esos planes no se
detuvieron por ello; a los que hicieron esos planes no les preocupó en absoluto
cuánto luto y cuánto dolor habrían sembrado en nuestra patria; no les detuvo la
violación de las más elementales leyes internacionales; no les detuvo la
violación de los más elementales principios del derecho humano; no les detuvo
la menor consideración a la opinión de todo el continente; no les detuvo
absolutamente nada. Solo una cosa los
detuvo, solo una realidad los detuvo, ¡y esa realidad fue nuestro pueblo!, ¡ese
muro que se encontraron fueron nuestros combatientes!
“y lo que no pudo impedir el derecho internacional, lo que no pudieron
impedir los organismos internacionales, el crimen que ninguna institución
jurídica, que ningún organismo regional o mundial pudo impedir, lo impidieron
nuestros bravos soldados de la patria.
“y lo que no pudo impedir el derecho internacional, lo que no pudieron
impedir los organismos internacionales, el crimen que ninguna institución
jurídica, que ningún organismo regional o mundial pudo impedir, lo impidieron
nuestros bravos soldados de la patria.
“¿Dónde estuvo
el error de los que tan meticulosamente habían realizado aquellos planes? ¿Dónde se equivocaron? Se equivocaron al medir a nuestro pueblo; se
equivocaron al medir la moral de nuestro pueblo, el valor de nuestro pueblo y
la fuerza de una Revolución. Esa fuerza,
esa moral, ese valor, fue lo que ellos resultaron incapaces de medir, y entre
otras cosas porque no puede medirse, porque el valor de un pueblo que defiende su
tierra, la moral y la fuerza de una Revolución que defiende la justicia de su
causa, no puede medirse. Y por eso los
agresores frente a todas las revoluciones verdaderas han fracasado, porque han
sido incapaces de medir la fuerza de las revoluciones”.
“Los del
Pentágono piensan y creen que los demás no piensan; los del Pentágono se creen
superinteligentes, y se imaginan que los demás son superimbéciles; los del
Pentágono se creían poseedores de toda la sabiduría; creían, además, que el
impacto de su fuerza amedrentaría a los revolucionarios. Los del Pentágono no se detuvieron siquiera a
pensar un minuto que la Revolución de nuestro pueblo se hizo de la nada, surgió
de muy poca cosa, y se acostumbró a combatir contra efectivos superiores,
contra la superioridad numérica y la superioridad en armas de los enemigos”.
Compañeros y compañeras:
“Nuestros muertos mandan, mas no los llamemos
muertos, digamos como el poeta Nicolás Guillén:
que viven más que nunca, que vivirán eternamente en el latido de cada
corazón de cubano, que viven en nuestra sangre, en nuestra devoción, en nuestro
esfuerzo; que viven en cada estudiante que marcha con sus libros a la
universidad, que viven en cada niño que juega en nuestros parques infantiles,
en cada pionero que marcha a la escuela; que viven en cada soldado de la
patria, en cada centro obrero, en cada batallón, en cada unidad, en cada
división; que viven en cada ciudadano de la patria, y que nos mandan a cumplir
el deber”.
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