sábado, 18 de abril de 2020

Playa Girón: una proeza del pueblo cubano





DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE DOCTOR FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO Y PRIMER SECRETARIO DE LAS ORI, EN EL ACTO HOMENAJE A LOS MARTIRES CAIDOS EN PLAYA GIRON Y CONMEMORACION DE LA VICTORIA CONTRA LA INVASION MERCENARIA PERPETRADA HACE UN AÑO POR PLAYA GIRON Y PLAYA LARGA, CELEBRADO EN EL TEATRO "CHAPLIN", EL 19 DE ABRIL DE 1962.
                                     Fragmentos

“Pero lo que hay que pensar no es en lo que creyeron o le hicieron creer a los mercenarios invasores, lo que hay que pensar es en lo que creían los que los mandaron a invadir a nuestro suelo.  Y aquellos sabían, aquellos sí sabían —y lo sabían demasiado bien— que nuestro pueblo no recibiría a nadie con los brazos abiertos, que nuestro pueblo no recibiría aquella invasión criminal con los brazos abiertos”. 
“El enemigo sabía demasiado bien que el pueblo no apoyaría a los contrarrevolucionarios.  Y de ahí su estrategia.  La estrategia que preparó la maquinaria militar yanki no era estrategia de los que creían que el pueblo se sumaría a la contrarrevolución, sino todo lo contrario, la estrategia de quienes sabían que el pueblo estaba con la Revolución”. 
“Por eso condicionaron sus planes de guerra a esa realidad que ellos conocían, y de ahí que intentaran apoderarse de un espacio del territorio nacional.  Porque no escogieron un campo abierto de batalla, escogieron una zona del territorio nacional de difícil acceso, adonde se podía llegar solo por tres caminos que precisamente había construido la Revolución; tres caminos, cada uno de los cuales era un paso de las Termópilas, es decir, una vía estrecha de varios kilómetros, a cuyos lados existen intransitables pantanos y cenagales; caminos que desde el punto de vista militar resultan muy fáciles de defender y muy difíciles de tomar; sitio donde existía además un aeropuerto que les permitiría las comunicaciones aéreas con el exterior, y una bahía profunda que les permitiría recibir por mar cuantos suministros fuesen necesarios”. 
“Mas, los que hicieron esos planes no se detuvieron por ello; a los que hicieron esos planes no les preocupó en absoluto cuánto luto y cuánto dolor habrían sembrado en nuestra patria; no les detuvo la violación de las más elementales leyes internacionales; no les detuvo la violación de los más elementales principios del derecho humano; no les detuvo la menor consideración a la opinión de todo el continente; no les detuvo absolutamente nada.  Solo una cosa los detuvo, solo una realidad los detuvo, ¡y esa realidad fue nuestro pueblo!, ¡ese muro que se encontraron fueron nuestros combatientes! 
“y lo que no pudo impedir el derecho internacional, lo que no pudieron impedir los organismos internacionales, el crimen que ninguna institución jurídica, que ningún organismo regional o mundial pudo impedir, lo impidieron nuestros bravos soldados de la patria. 
y lo que no pudo impedir el derecho internacional, lo que no pudieron impedir los organismos internacionales, el crimen que ninguna institución jurídica, que ningún organismo regional o mundial pudo impedir, lo impidieron nuestros bravos soldados de la patria. 

“¿Dónde estuvo el error de los que tan meticulosamente habían realizado aquellos planes?  ¿Dónde se equivocaron?  Se equivocaron al medir a nuestro pueblo; se equivocaron al medir la moral de nuestro pueblo, el valor de nuestro pueblo y la fuerza de una Revolución.  Esa fuerza, esa moral, ese valor, fue lo que ellos resultaron incapaces de medir, y entre otras cosas porque no puede medirse, porque el valor de un pueblo que defiende su tierra, la moral y la fuerza de una Revolución que defiende la justicia de su causa, no puede medirse.  Y por eso los agresores frente a todas las revoluciones verdaderas han fracasado, porque han sido incapaces de medir la fuerza de las revoluciones”. 
“Los del Pentágono piensan y creen que los demás no piensan; los del Pentágono se creen superinteligentes, y se imaginan que los demás son superimbéciles; los del Pentágono se creían poseedores de toda la sabiduría; creían, además, que el impacto de su fuerza amedrentaría a los revolucionarios.  Los del Pentágono no se detuvieron siquiera a pensar un minuto que la Revolución de nuestro pueblo se hizo de la nada, surgió de muy poca cosa, y se acostumbró a combatir contra efectivos superiores, contra la superioridad numérica y la superioridad en armas de los enemigos”. 
Compañeros y compañeras: 
“Nuestros muertos mandan, mas no los llamemos muertos, digamos como el poeta Nicolás Guillén:  que viven más que nunca, que vivirán eternamente en el latido de cada corazón de cubano, que viven en nuestra sangre, en nuestra devoción, en nuestro esfuerzo; que viven en cada estudiante que marcha con sus libros a la universidad, que viven en cada niño que juega en nuestros parques infantiles, en cada pionero que marcha a la escuela; que viven en cada soldado de la patria, en cada centro obrero, en cada batallón, en cada unidad, en cada división; que viven en cada ciudadano de la patria, y que nos mandan a cumplir el deber”. 


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