.Orlando Guevara Núñez
El hermano pueblo de Venezuela viene sufriendo, desde
hace ya un largo tiempo, una guerra fraguada, financiada, organizada y
dirigida por el gobierno imperialista de los Estados Unidos. En su empeño por
derrocar a la Revolución Bolivariana, no ha quedado esfuerzo por hacer, mentira
por decir, ni acto vandálico por alentar.
Los máximos gobernantes norteamericanos, encabezados por
su presidente, no se han cansado de amenazar con un ataque militar directo.
Cada acción, sin embargo, ha terminado en un fracaso, pero a cada fracaso le
han seguido intentos nuevos.
En estos momentos, el aventurismo yanqui ha conducido a un
nuevo peligro de guerra imperial. El bloqueo naval es, en sí, un acto de
guerra, una flagrante violación del derecho internacional y de la soberanía de
los pueblos.
El momento es realmente peligroso, si se tiene en cuenta
que los agresores son los mismos que actúan con indiferencia ante una epidemia
que causa cada día centenares de muertos en su propio pueblo.
La ceguera y estupidez de los genocidas, llega hasta
planear contra Venezuela la misma medida
que años atrás utilizaron para invadir a Panamá, apresar al presidente de ese
país y desembarcar allí sus marines, masacrando de forma impune a miles de panameños. Aquella genocida operación fue
nombrada Causa Justa, con el mendaz
propósito de “defender la democracia y los derechos humanos de los panameños, y
combatir el tráfico de drogas”. En realidad sus empeños eran el Canal de Panamá
y cercenar la soberanía del país istmeño.
A poco más de tres décadas de aquel abominable crimen,
los mismos autores pretenden reeditarlo. Su mentalidad no ha evolucionado. No
cuentan que una agresión a Venezuela sería totalmente distinta a la de Panamá.
Porque ahora ni sus naves aéreas y marítimas actuarían sin oposición, ni sus
marines podrían aplastar con impunidad al pueblo.
Venezuela tiene un poderío militar que no tenía Panamá;
tiene a un pueblo revolucionario dispuesto a resistir y a vencer; tiene un
ejército preparado, con disposición combativa, leal a su patria; y más de 3 000 000 de
milicianos armados. Y tiene un presidente honrado, valiente, que estaría al
frente de su pueblo en el combate hasta la victoria.
Nadie dude de que si llegara a materializarse una
agresión armada norteamericana a Venezuela, a la desgracia de la pandemia en
Estados Unidos, se agregaría para su pueblo otra: la derrota, a un precio para
ellos impagable.
Si en una situación normal esta nueva agresión yanqui
sería un brutal crimen, en el marco de esta pandemia el crimen seria doble.
Venezuela defiende la paz, pero se enfrentaría
resueltamente a una guerra en la cual no manejará otra opción que la victoria.
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