jueves, 9 de abril de 2020

El Cobre Toma del poblado y explosión del polvorín



                                                           
: Orlando Guevara Núñez
Durante la noche del  10 y la  madrugada del 11  de abril de 1958, los combatientes del Tercer  Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy protagonizaron una acción de marcada trascendencia político-militar: el ataque y toma del poblado de El Cobre, a poco menos de 20 kilómetros de la ciudad de Santiago de Cuba, convertido ese día en la primera cabecera de municipio dominada por el Ejército Rebelde.
El 22 de marzo de ese mismo año, la dirigente clandestina en la capital oriental, Vilma Espín Guillois (Deborah), había escrito  al Comandante Juan Almeida Bosque, jefe del Frente guerrillero: “Aquí te mando un proyecto para atacar el polvorín de El Cobre (…) A Alejandro (Fidel Castro Ruz, N.A.)  le hacen mucha falta los fulminantes eléctricos y allí hay en abundancia (…).
Dos días después, Almeida responde: “El plan que me das voy a estudiarlo sobre el terreno para ponerlo en práctica”.
Así comienzan los preparativos, con el objetivo central de conseguir dinamita, fulminantes y apoyar a los combatientes clandestinos que el 9 de abril se habían lanzado a la huelga general revolucionaria.
Para ejecutar la acción de la toma de El Cobre, el mando rebelde distribuyó sus fuerzas en tres puntos. El capitán Calixto García Martínez, con su pelotón, tendió una emboscada entre Melgarejo y El Cobre, con la misión de interceptar cualquier refuerzo del enemigo procedente de Santiago de Cuba o de Palma Soriano; Israel Pardo Guerra, al mando de una escuadra reforzada, atacaría el polvorín, mientras que el capitán Guillermo García Frías debía tomar el poblado y los objetivos militares.  Todos cumplieron con éxito su misión.
Las fuerzas de la tiranía -soldados y policías- se escudaron en el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, desde donde les disparaban a los rebeldes. Y la orden de Guillermo García fue no hacer fuego sobre esa posición, por  respeto a considerarla, como en realidad  era, un lugar sagrado.
La tiranía no pudo ocultar el hecho, pero se valió de la mentira para tergiversarlo mediante un parte donde afirmó que Fidel Castro pretendía llevarse la imagen de la Virgen de la Caridad para la Sierra Maestra, y ellos lo habían evitado. Y el Arzobispo de Santiago de Cuba informó sobre una donación del gobierno para la reparación de esa instalación.
Como estaba previsto, un refuerzo con apoyo blindado se dirigió hacia El Cobre, procedente de Santiago de Cuba, pero los hombres de Calixto García, desde una pequeña elevación a orillas del camino, lo interceptaron, lo atacaron e hicieron retroceder, causándole varios muertos y heridos.
La explosión del polvorín fue un hecho extraordinario. . En Santiago de Cuba, en las calles Enramadas y Aguilera y otras partes, se rompieron vidrieras y ventanales.
Después de sacar la dinamita, mechas y fulminantes que iban a llevarse, Israel Pardo hizo explotar el polvorín. Unas 30 cajas de dinamita, mechas y fulminantes fueron ocupadas, con lo cual la misión principal había sido cumplida.
El  12 de abril, Almeida le escribiría a Fidel: “El día 11, a la una de la madrugada, atacamos Ell Cobre, quemamos el Ayuntamiento (…)  Le tendimos una emboscada  para cuando viniera el refuerzo. Se la hicimos entre El Cobre y Melgarejo (…) También atacamos el polvorín provincial, ocupamos algunas cajas de fulminantes eléctricos, mechas y dinamitas, y lo hicimos que explotara: parecía que el mundo se había terminado (…).
La  tiranía no pudo ocultar la realidad de que el Ejército Rebelde no solo operaba ya en las cercanías de la capital de Oriente, sino que era capaz de combatir victoriosamente en las mismas puertas de Santiago de Cuba. A partir de entonces, se fortaleció más la cooperación entre los soldados rebeldes y los combatientes clandestinos y creció el apoyo popular a la guerrilla.
Ahora, a 62 años de aquella acción victoriosa del Ejército Rebelde, llegue el recuerdo agradecido a los gloriosos combatientes  guerrilleros que, bajo la dirección de Almeida la protagonizaron. Ellos forman parte de la historia de glorias y victorias de la Revolución cubana.

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