.Orlando Guevara Núñez
Entre los 194 ex militares y esbirros de la tiranía
batistiana que vinieron en la invasión de Playa Girón a “liberar” a Cuba,
figuraban varios connotados asesinos. En el libro Diario de Girón, del periodista cubano Gabriel Molina, puede el
lector encontrar algunos de esos casos.
Uno es el de Ramón Calviño, a quien se le comprobó en el
juicio su participación en los asesinatos de los revolucionarios Marcelo
Salado, Gerardo Abreu, Fontán, Jorge
Sánchez Villar, Manolito Aguiar, Andrés Torres, Ángel Ameijeiras, Machaco, Alfredo Sánchez Martin, Rafael
Guerra, José Rodríguez Vedo y Pedro Martínez Brito.
El criminal fue fusilado.
Otros torturados pagaron también sus bestiales crímenes
ante el paredón de fusilamiento. Nuestro pueblo no debe olvidar la monstruosidad de quienes se
enrolaron en la invasión mercenaria para volver llenar de luto a las familias
cubanas. Los nombres de Jorge King Yung, Emilio Soler Puig, Valentín Padrón
Pacheco, Roberto Pérez Cruzata, fueron exponentes de un pasado que a nuestra
patria no podrá jamás volver.
Los cuatro fueron juzgados y fusilados.
Otros nueve esbirros, escribió Gabriel Molina, fueron
condenados a 30 años de prisión. Ellos y los fusilados fueron presentados por
el gobierno norteamericano y la prensa de ese país como patriotas, como
libertadores, víctimas de la “dictadura” cubana.
No hace mucho tiempo, el actual presidente de los Estados
Unidos, Donald Trump, dirigiéndose a algunos integrantes de la Brigada 2506, es
decir, de la tropa invasora de Playa Girón, derrotada en menos de 72 horas en
Cuba, les prometió que pronto, juntos, terminarían la obra que ellos no
pudieron terminar.
Si el intento de agresión se repitiera, por lo menos
tienen ya una experiencia adelantada: la de cómo entregar las armas y levantar
los brazos para rendirse, cuando todo un pueblo vuelva a lanzarse al combate,
enarbolando la misma consigna de ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos! Y después repetir, a coro, que vinieron
embarcados.
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