lunes, 24 de enero de 2022

Huelgan los monumentos cuando los erige la vanidad o la lisonja


Orlando Guevara Núñez

A estas palabras, agregó Martí: o el patriotismo satisfecho con poner en mármoles fáciles el ansia de libertad que no acierta a poner su floja y vana aspiración en obras. Se está refiriendo al propósito anunciado de levantar en Cayo Hueso, un monumento de mármol y bronce a las virtudes cubanas. Estas apreciaciones están escritas en un artículo titulado: Nueva York, el Escudo, publicado en Patria, el 30 de abril de 1892. 

Opina, sin embargo,  que “En los instantes en que no todos los hombres recuerdan lo que debieran recordar, urge que en el lugar del sacrificio y de la muerte, como señal enérgica y activa de la determinación indómita, se alce, a mandar y a avergonzar, el monumento que consagra las  virtudes que se nos niegan, el monumento que convidará perennemente  a imitarlas”.

“Y allí, donde ha sido más tenaz la virtud, allí, en el rincón sagrado y querido, es donde debe alzarse el monumento”, afirma.

Elogia la idea de poner juntos, en la tumba solemne, al héroe de los campos y al héroe de la emigración. Se refiere a los héroes de la campaña y del destierro, quienes se abrazarán en ese monumento, el cual describe en su contenido y forma.

Al final, dice que “acá oímos la voz del cementerio; acá oímos la voz de nuestro corazón: ¡Nueva York, con el trabajo de sus manos, llevará al arco del Cayo el escudo de bronce!”.

 

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