.Orlando Guevara Núñez
Esta reverencia a la patria, la hizo José Martí el 10 de octubre de 1889, en un discurso conmemorativo de esa fecha de 1868, inicio de la primera Guerra de Independencia cubana. Fue en Hardman Hall, Nueva York, ante emigrados cubanos.
Martí está aludiendo a quienes, principalmente desde el partido autonomista en Cuba, fustigan a la revolución que se prepara, y se autoproclaman como verdaderos representantes de las aspiraciones del país frente a España.
“Lo que veo y oigo - dijo – no me convoca a la alegría, sino al himno”. Calificó de maravillosos los tiempos del 10 de octubre y de los héroes que lo protagonizaron.
Hizo una oportuna diferencia entre los cubanos que honradamente pensaban que podía venir de España una solución justa y duradera para Cuba, y quienes fingen, buscando solo el beneficio personal por encima del bien de la patria,
Sobre el autonomismo dijo que “lo único que ha logrado el partido autonomista de veras, porque es lo único que con tesón preparó, ha sido el trastorno de los elementos que a haber estado unidos, como debieran, pudiesen precipitarlos, como fin natural de su política, a la guerra a que solo tienen derecho a resistirse mientras presenten prueba plena de su capacidad para evitarla”.
Y sobre esa organización, define: “No es que no debió existir el partido de la paz,
sino que no existe como debe, ni para lo que debe. Es que jamás ha cumplido con su misión, por el error de su nacimiento híbrido, por falta de grandeza en las miras”.
Habla de los preparativos no precipitados de la guerra por la independencia de Cuba. Y concluye: “De pie, como en el borde de una tumba, renovemos el juramento de los héroes”.
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