jueves, 22 de noviembre de 2018

La misma obstinación yanqui sigue. Pero con el mismo destino pronosticado por Fidel




.Orlando Guevara Núñez

 
El 13 de marzo de 1961, el Comandante en Jefe Fidel Castro, en su  discurso conmemorativo del aniversario 4 del asalto al palacio presidencial,  pronunció  unas palabras, dirigidas al entonces presidente de los Estados Unidos, con fuerza de presente  y de futuro para las relaciones entre ambos países.
Pocos días atrás, Kennedy  había asumido la presidencia de manos de Eisenhower, quien el 3 de enero de ese mismo año había roto, de forma unilateral, sus relaciones con nuestro país.
Así, la política agresiva hacia Cuba y la obsesión por destruir a la Revolución, no había sido engendrada por Kennedy, pero él la había asumido y la desarrollaba. Fue entonces que Fidel expresó ante su pueblo:
Y algo sí podemos comunicarle al señor Kennedy: que primero verá una revolución victoriosa en Estados Unidos, que una contrarrevolución victoriosa en Cuba”. Y agregó: “Porque este régimen se asienta sobre bases sólidas; este régimen revolucionario se asienta sobre bases de justicia.  Y aquel régimen, en el orden nacional como en el internacional, se asienta sobre bases de injusticias, y se asienta sobre bases que están llamadas a desaparecer, como está llamado a desaparecer el colonialismo y el imperialismo”
“Esa es la gran diferencia.  La otra es una diferencia de poderío.  ¿De poderío material?  Bien, nosotros tenemos otro poderío, que es el poderío de la razón; y tenemos otro gran poderío: el poderío de la justicia; y otro gran poderío: la sed de justicia, y de derecho, y de vida mejor de 200 millones de latinoamericanos”   
Las razones expuestas por Fidel en aquella ocasión, trascendían las fronteras cubanas. Por eso afirmaría:
“Y por la fuerza no podrán impedirlo, decididos los pueblos de América a ser libres y a tener un mundo mejor; no alcanzarían todos los millones de soldados de infantería de marina para impedirlo; no alcanzarían todos sus soldados y todos sus aviones, ni siquiera todas sus bombas atómicas.  Porque cuando los hombres dispersos por el continente, los hombres hambrientos del continente, sepan lo que pueden hacer por ser libres, todo el poderío del imperio se volverá nada frente a eso”.
Ese día, ante uno de los ataques terroristas contra Cuba, efectuado la víspera contra la Refinería de Santiago de Cuba, señalaría Fidel:
“Nosotros nos recordamos cuando estuvimos allí en la ONU y le dijimos las verdades allí al delegado de Estados Unidos, y nos quedamos esperando a ver qué decía; pues, sencillamente, ¡no dijo nada!  Son tan descarados que, ante la verdad, hasta se callan; porque no hay cosa más fácil que desenmascarar allí a un delegado del imperialismo y decirle verdades que no puede rebatir”
En otra ocasión, cuando la representación norteamericana en la ONU utilizó otra vez el arma de la mentira, diría Fidel:
 “Y así andan por el mundo:  de descrédito en descrédito, de ridículo en ridículo, de papelazo en papelazo, sin comprender que no tienen más que un camino inteligente, los muy brutos  y es, sencillamente, dejar en paz a Cuba; que mientras menos dejen en paz a Cuba, peor para ellos; que mientras más hostiguen a Cuba, con más energía Cuba se defenderá; que mientras con más fuerza traten de producir la contrarrevolución, con más fuerza ganará simpatías la Revolución en toda la América Latina   Si comprendieran  eso, harían lo más inteligente; pero no son inteligentes, son torpes, y como tales, así debemos esperar que actúen”
Han pasado ya casi 60 años. La misma obstinación yanqui sigue. Pero con el mismo destino pronosticado por Fidel.

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