.Orlando Guevara Núñez
Las nombradas elecciones primarias en marcha
en los Estados Unidos, atraen la atención en ese país y fuera de él. Muchas
posibilidades están juego, en manos de los votantes. En opinión de diversos
analistas, todo puede pasar, desde la balanza inclinada a los demócratas o los
republicanos, hasta la división en el mando. Las sillas curules esperan.
Los votantes norteamericanos están sometidos, como
siempre, a campañas que buscan atraerlo. El
presidente Trump pretende buscar votos surgidos no del apoyo consciente
a su partido, sino del temor a supuestas amenazas si ganaran sus contrarios. En
su demencia, ha llegado a alertar incluso sobre un peligro de propuestas socialistas
si ganaran los demócratas. Suerte para él que el electorado norteamericano
tiene una visión tergiversada sobre lo que es el socialismo, pues, de no ser
así, se estaría cavando su propia sepultura.
Habla del peligro de invasión de las caravanas de
inmigrantes, que restarían empleo a los estadounidenses y serían un peligro
para el país. Por otra parte, el mandatario yanqui ha provocado tensión en las
relaciones con Rusia, China, Irán, Corea, Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros
países a los que ha ofendido, creando la falsa imagen de un peligro para la
seguridad nacional, cuyo principal enemigo es él mismo, aunque pretende
pintarse como salvador.
En estos casi 60 años de Revolución, los cubanos hemos
aprendido que los procesos electorales en Estados Unidos han sido siempre un
marco propicio para arreciar la política hostil contra nosotros. Y este no es
excepción. Por otra parte, sabemos que, a la larga, en ese país solo existe un
solo partido: el de los millonarios, aunque millones de pobres lo avalen para
que los siga explotando y discriminando.
Siendo así, hasta ahora, entre los demócratas y los
republicanos, en el caso Cuba, los ladridos han sido a veces distintos, pero
las mordidas no se han diferenciado. Y en los casos en que en algo han
disminuido, no han dejado de ser mordidas.
Toca a los electores norteamericanos – los que pueden-
votar por lo que creen para ellos mejor. En definitiva, será su pueblo quien
disfrutará o sufrirá, las consecuencias de su decisión. Respetamos ese derecho,
tal como exigimos sea respetado el nuestro.
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