.Orlando Guevara Núñez
Hay hechos que, similares en su forma y esencia,
sucedidos en distintas épocas, se abrazan en una misma fecha, o muy cercanos
unos a otros. A veces en la misma geografía.
Este es el caso de un episodio relatado por nuestro Héroe
Nacional, José Martí, y otro protagonizado por nuestro Comandante en Jefe,
Fidel Castro, separados en el tiempo por
82 años; pero ambos sobre hechos idénticos.
El 27 de mayo de 1875, publicó José Martí, en la Revista Universal, de México, una
respuesta a un artículo aparecido en el periódico español La Colonia, contentivo de groseros insultos al Ejército Libertador
Cubano, y que hacía alusión a un trabajo antes firmado por el propio Martí.
El tema está relacionado con los prisioneros de guerra. La Colonia afirma que los prisioneros
del ejército español eran asesinados. Martí, enumera varios crímenes de
España contra los cubanos, comenzando por el exterminio de los aborígenes; y
explica que, al inicio, los mambises respetaban la vida de todos los prisioneros, pero los españoles no lo hacían.
Y fue ley dolorosísima de la guerra también matar, aunque existían numerosos
ejemplos de casos en que se perdonaba la vida, lo cual no hacían los
colonialistas.
Uno de los ejemplos citados por Martí. “Otro hecho: el
mismo día que en Santiago de Cuba una infame sed de sangre que subleva toda mi
prudencia, asesinó criminalmente a 60 soldados –soldados- del Virginius, un
jefe insurrecto- no podía conocer todavía este hecho- ponía en libertad
completa a un número mayor de prisioneros españoles que tenía en su poder: Allí
están los mismos diarios españoles: ellos no pudieron ocultar esta humillante
verdad”.
El fusilamiento de los expedicionarios del Virginius se
había producido en noviembre de 1873. Según testimonios posteriores se afirma
que los fusilados fueron 53.
Y el 28 de mayo de 1957, a los 82 años con la diferencia
de un día, luego del combate de El Uvero, en la Sierra Maestra, el Ejército Rebelde
puso en libertad a todos los vencidos,
l9 heridos –luego de ser curados por el médico guerrillero Che Guevara-
y otros 14 prisioneros.
Y ese mismo día, el ejército batistiano, en la costa
norte de Oriente, asesinó a 16 expedicionarios del Corinthia, que había desembarcado para combatir a la tiranía
batistiana. Se repetía el hecho de que los insurrectos cubanos, en un mismo
día, ponían en libertad a más prisioneros que los asesinados por sus enemigos.
Otro
acontecimiento curioso es que el Corinthia había tocado tierra cubana el
24 de mayo de 1957, es decir, exactamente 82 años después de que el periódico La Colonia publicara el citado trabajo.
El comportamiento de los insurrectos cubanos y sus
enemigos en relación con los prisioneros de guerra fue siempre diametralmente opuesto. En el
Moncada, por ejemplo, de los 61 revolucionarios que perdieron la vida, solo
seis cayeron en combate, y 55 fueron asesinados después de caer prisioneros. Y
luego del desembarco del Granma, de los 21 fallecidos en los primeros días,
solo tres fueron en combate y 18 asesinados.
Durante toda la guerra fue así. Sobre otro hecho
vandálico de la tiranía, asesinando a 11 prisioneros rebeldes después de una
acción en Pino Tres, territorio camagüeyano, afirmaría Fidel:
“Tal vez entre esos heridos rebeldes
asesinados se encuentren algunos de los
compañeros que durante la Batalla de El Jigüe trasladaron enemigos desde la
línea de fuego, a los sitios donde recibieron la primera atención en horas de
la noche, escalando farallas casi inaccesibles......la falta de reciprocidad no
puede ser más repugnante y cobarde”.
“Lo sucedido
en Camagüey es doblemente indignante y absurdo primero porque todavía está
fresca en la memoria de la ciudadanía los cientos de soldados que fueron
devueltos a la Cruz Roja por los rebeldes sanos y salvos y segundo…..porque
están perdiendo la guerra......¿qué sentido tiene...... asesinando
rebeldes.......lanzar contra las fuerzas armadas, harto desprestigiadas ya, una
mancha de sangre que muchas veces recordará la historia como una vergüenza
infinita para cualquier soldado que hoy vista el uniforme infame y deshonrado
del que no puede llamarse jamás Ejército de la República”.
Esa diferencia, entre el Ejército Rebelde y el de la
tiranía batistiana, fue uno de los factores de la victoria del primero y la
derrota del segundo. Una diferencia señalada por José Martí y aplicada, en todo
su sentido humano, por Fidel.
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