lunes, 18 de mayo de 2020

Dos fervientes deseos de José Martí, cumplidos con creces por la Revolución cubana






.Orlando Guevara Núñez



Este 19 de mayo, se cumplen 125 años de la caída en combate del Héroe Nacional cubano, José Martí Pérez. Aquí, en el cementerio patrimonial Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba, se atesoran sus restos.
Hoy el homenaje cubano adquiere dimensión de pueblo. Porque se resume el tributo de todos  los días. Ahora, cuando visitamos su Mausoleo, sentimos la satisfacción de haber cumplido bien dos deseos por él expresados para después de su muerte.
En uno de sus Versos Sencillos, pidió: Yo quiero cuando me muera/ sin patria, pero sin amo/ tener en mi losa un ramo/ de flores y una bandera. Desde el mismo triunfo de la Revolución, los cubanos tenemos patria y no tenemos amo. Y allí, sobre la urna que le sirve de honroso lecho, permanece una bandera cubana y nunca le faltan las flores.
Pero hay otro  sueño martiano también cumplido con creces. En 1894 él escribió sobre un poeta nicaragüense, José María Mayorga Rivas, devenido héroe que cayó defendiendo la libertad de Honduras: Y yo envidio esa abnegación sublime de dar la propia vida porque vivan libres y felices  los demás”.
Le escribe a Román Mayorga que sobre la tumba de su hermano”Han debido plantar no un ciprés, sino una bandera, y al pie de la bandera, laureles, muchos laureles, porque eso piden  y requieren las tumbas de los héroes que mueren en el campo de batalla peleando por la libertad”.
 “Y  yo quisiera – afirmó - merecer para la  tumba mía, eso: la bandera de mi estrella solitaria; pero no los laureles, sino rotas al pie del asta enhiesta, las cadenas coloniales, tan infamantes y aborrecidas”.
Y así es. Allí, junto a su bandera, la Revolución le ofrendó, rotas, las cadenas coloniales. Y mucho más: rotas las cadenas neocoloniales. Y le ganó, con su sacrificio y con su sangre, la república libre e independiente que él quería, con todos y para el bien de todos.


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