.Orlando Guevara Núñez

Opina,
sin embargo, que “En los instantes en
que no todos los hombres recuerdan lo que debieran recordar, urge que en el
lugar del sacrificio y de la muerte, como señal enérgica y activa de la
determinación indómita, se alce, a mandar y a avergonzar, el monumento que
consagra las virtudes que se nos niegan,
el monumento que convidará perennemente
a imitarlas”.
“Y
allí, donde ha sido más tenaz la virtud, allí, en el rincón sagrado y querido,
es donde debe alzarse el monumento”, afirma.
Elogia
la idea de poner juntos, en la tumba solemne, al héroe de los campos y al héroe
de la emigración. Se refiere a los héroes de la campaña y del destierro,
quienes se abrazarán en ese monumento, el cual describe en su contenido y
forma.
Al
final, dice que “acá oímos la voz del cementerio; acá oímos la voz de nuestro
corazón: ¡Nueva York, con el trabajo de sus manos, llevará el arco del Cayo el
escudo de bronce!”.
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