domingo, 24 de mayo de 2020

Batalla de Pichincha: sangre ecuatoriana- cubana en una misma arteria heroica




Orlando Guevara Núñez

La batalla de Pichincha, librada el 24 de mayo de 1822, fue la acción que determinó la victoria final del pueblo ecuatoriano contra las tropas coloniales españolas. Al día siguiente, el general Antonio José de Sucre, quien condujo las fuerzas patriotas, tomó posesión de Quito, la capital.
El propio Sucre dejaría testimonio sobre el carácter sangriento de esta batalla: “Cuatrocientos cadáveres enemigos y doscientos nuestros han regado el campo de batalla… además tenemos 190 heridos de los españoles y 140 de los nuestros… Los cuerpos de todos han cumplido su deber: jefes y oficiales y tropas se disputaban la gloria del triunfo”.
Pero hay un nombre imprescindible, que simboliza el heroísmo del pueblo ecuatoriano en Pichincha: Abdón Calderón Garaycoa.
¿Quién era este joven de solo 18 años de edad que en esa batalla crucial ganó la categoría de héroe de todo un pueblo que le sigue rindiendo honores tras el paso de los años?
El padre del héroe –Francisco Calderón- fue un cubano nacido en Pinar del Río, desde donde emigró hacia Ecuador en  1800. Allí contrajo matrimonio con la guayaquileña  Manuela Garaycoa, unión de la cual  nació Abdón, en Cuenca, el  30 de julio de 1804. Luchó en las filas patrióticas, alcanzando el grado de coronel hasta que, derrotadas estas fuerzas, fue apresado y fusilado el  1ro. de diciembre de 1812.
Del ejemplo de su padre se nutrió el patriotismo de Abdón, quien se incorporó  a la Revolución del  9 de octubre de 1820, que marca la independencia del Ecuador. Y comenzó a tejer su historia combativa que en Pichincha alcanzaría dimensiones de leyenda.
Sucre agregaría al parte sobre aquella batalla: " [...] hago una particular memoria de la conducta del Teniente Calderón, que habiendo recibido sucesivamente cuatro heridas, no quiso retirarse del combate. Probablemente morirá, pero el Gobierno de la República sabrá compensar a la familia los servicios de este oficial heroico".
Abdón  era el abanderado de su batallón. Y, como lo narró Sucre, no abandonó su puesto y siguió llamando a la tropa al combate, hasta que sus fuerzas se lo permitieron. Pese a la gravedad de las heridas, tuvo vida hasta el siguiente 7 de junio, cuando falleció en Quito.
Documentos históricos ecuatorianos afirman que cuando El Libertador, Simón Bolívar, fue informado sobre la acción heroica del joven Abdón Calderón, lo ascendió póstumamente al grado de Capitán. Dispuso, además, que la Compañía del Batallón de Yaguachi, a la cual perteneció el muchacho no tendría otro Capitán  y que en las revistas, al escucharse su nombre, la tropa contestaría: “Murió gloriosamente en Pichincha, pero vive en nuestros corazones”
Se especifica también que “En los cuerpos de caballería del Ejército ecuatoriano, siempre es recordado en los cambios de guardia semanales, con el grito del oficial: Capitán Abdón Calderón…” Asimismo, dos escuelas militares ecuatorianas llevan su nombre.
Es un honor para los revolucionarios cubanos que un joven ecuatoriano, por cuyas venas corría también sangre de nuestro país, haya contribuido de forma tan  alta, con su vida y con su ejemplo, a la independencia de ese país hermano.

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