Orlando Guevara Núñez
La batalla de Pichincha,
librada el 24 de mayo de 1822, fue la acción que determinó la victoria final
del pueblo ecuatoriano contra las tropas coloniales españolas. Al día
siguiente, el general Antonio José de Sucre, quien condujo las fuerzas
patriotas, tomó posesión de Quito, la capital.
El propio Sucre dejaría
testimonio sobre el carácter sangriento de esta batalla: “Cuatrocientos
cadáveres enemigos y doscientos nuestros han regado el campo de batalla… además
tenemos 190 heridos de los españoles y 140 de los nuestros… Los cuerpos de
todos han cumplido su deber: jefes y oficiales y tropas se disputaban la gloria
del triunfo”.
Pero
hay un nombre imprescindible, que simboliza el heroísmo del pueblo ecuatoriano
en Pichincha: Abdón Calderón Garaycoa.
¿Quién
era este joven de solo 18 años de edad que en esa batalla crucial ganó la
categoría de héroe de todo un pueblo que le sigue rindiendo honores tras el
paso de los años?
El
padre del héroe –Francisco Calderón- fue un cubano nacido en Pinar del Río,
desde donde emigró hacia Ecuador en
1800. Allí contrajo matrimonio con la guayaquileña Manuela Garaycoa, unión de la cual nació Abdón, en Cuenca, el 30 de julio de 1804. Luchó en las filas
patrióticas, alcanzando el grado de coronel hasta que, derrotadas estas
fuerzas, fue apresado y fusilado el 1ro.
de diciembre de 1812.
Del
ejemplo de su padre se nutrió el patriotismo de Abdón, quien se incorporó a la Revolución del 9 de octubre de 1820, que marca la
independencia del Ecuador. Y comenzó a tejer su historia combativa que en
Pichincha alcanzaría dimensiones de leyenda.
Sucre
agregaría al parte sobre aquella batalla: " [...]
hago una particular memoria de la conducta del Teniente Calderón, que habiendo
recibido sucesivamente cuatro heridas, no quiso retirarse del combate.
Probablemente morirá, pero el Gobierno de la República sabrá compensar a la
familia los servicios de este oficial heroico".
Abdón era el abanderado de su batallón. Y, como lo
narró Sucre, no abandonó su puesto y siguió llamando a la tropa al combate,
hasta que sus fuerzas se lo permitieron. Pese a la gravedad de las heridas,
tuvo vida hasta el siguiente 7 de junio, cuando falleció en Quito.
Documentos históricos
ecuatorianos afirman que cuando El Libertador, Simón Bolívar, fue informado
sobre la acción heroica del joven Abdón Calderón, lo ascendió póstumamente al
grado de Capitán. Dispuso, además, que la Compañía del Batallón de Yaguachi, a la
cual perteneció el muchacho no tendría otro Capitán y que en las revistas, al escucharse su
nombre, la tropa contestaría: “Murió gloriosamente en Pichincha, pero vive
en nuestros corazones”
Se especifica también que
“En los cuerpos de caballería del Ejército ecuatoriano, siempre es recordado en
los cambios de guardia semanales, con el grito del oficial: Capitán Abdón
Calderón…” Asimismo, dos escuelas militares ecuatorianas llevan su nombre.
Es un honor para los revolucionarios
cubanos que un joven ecuatoriano, por cuyas venas corría también sangre de
nuestro país, haya contribuido de forma tan alta, con su vida y con su ejemplo, a la
independencia de ese país hermano.
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