.Orlando Guevara Núñez
El 15 de diciembre de 1886,
en Nueva York, escribió Martí un artículo donde expresa este pensamiento El
trabajo fue publicado en el diario La
Nación, de Buenos Aires, los días 5 y 6 de febrero de 1887. Su título: El presidente Arthur, análisis de su carácter.
Estaba refiriéndose a
Chester Allan Arthur, quien había sido presidente de los Estados Unidos durante
el período 1881-1885, y había fallecido en noviembre de 1886.
Habla sobre el apego de este
hombre al poder, tanto que murió cuando dejó de poseerlo. Por eso señala que
“Solo resisten el vaho venenoso del poder las cabezas fuertes”. Analizó que este mandatario, al llegar a la
presidencia se entregó a la “gula de los codiciosos y a los celos de los
espíritus brillantes e inquietos que tienen gozo sumo y de mera ambición en
demostrar a los hombres su capacidad para mandarlos”.
Dice que Arthur “vino de
quien suele engendrar los presidentes de los Estados Unidos: de un sacerdote
protestante. Y luego se hizo abogado. Ejerció la enseñanza y fue director de una escuela. Más adelante,
viviendo en Nueva York, se le presentó un caso que favoreció su vida. Narra que
llegó a esa ciudad “un bribón de Virginia con ocho negros esclavos, de paso
para Texas”.
Un juez declaró que, al
pisar Estado libre, esos hombres eran libres.
Relata que Arthur en este caso defendió a los negros y ganó
frente a quienes defendían, por dinero, a los dueños de ellos. Sobre esos
defensores de una injusticia, es que señala Martí su repudio a los talentos
serviles. Posteriormente, defendiendo a una mujer negra, ganó que por primera
vez, en Nueva York, se autorizara el derecho de los negros a entrar a lugares
solo con acceso a los blancos. Esos hechos, realzaron su figura. “Esa la acción
superior y generosa que mantuvo a Arthur, a pesar de sus compadrazgos y
cábalas, en la dignidad de persona pública”.
Este político era, en
realidad, así lo describe Martí, un ambicioso, defecto que trataba de
disimular. Nótese esta definición: ¡Y de ambición ha muerto ese hombre de apariencia
tan suave que nadie hubiese dicho que de eso muriera!
Abunda nuestro Apóstol sobre
la personalidad de este ex presidente de Estados Unidos, de sus habilidades en
la utilización de su Partido para sus fines públicos y personales. Y puntualiza, sobre ese tema, que
“La virtud no liga a los hombres tan estrechamente como estos compadrazgos y camareos oscuros. Dos que han pecado
juntos, son eternos amigos” Y vierte un ético concepto sobre la vileza, el de
que “no hay viles mayores que los que miran exclusivamente los intereses de la
patria como medios de satisfacer su vanidad o levantar su fortuna”.
Es momento en que vierte
Martí otros pensamientos dignos de estudio, asimilación y práctica. Los de que jamás debe de apartarse de los
cuidados públicos, ni en los momentos de mayor paz, la gente honrada, pues
retener cuesta menos que desalojar. Y
que no debe abandonarse por descuido lo que habrá de reconquistarse luego a
gran costa.
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