Orlando Guevara Núñez
Corría el último mes de 1886
cuando José Martí escribió un artículo, publicado por el diario argentino La Nación, el 26 de enero del año siguiente, en el cual analizaba la política
de los dos partidos que en Estados Unidos se turnaban el poder: el Demócrata y
el Republicano. En ese momento, los primeros tenían el gobierno.
Y desentraña la esencia de
ambos partidos, cuando afirma: “Hoy, sobre todo, no podría ninguno de los dos
partidos rivales definir su política en un programa fijo: porque la verdad es
que cada uno de ellos está fraccionado en bandos enemigos, juntos solo por la
necesidad de apoyarse mutuamente para mantener
o asaltar el poder”
Y sobre cada uno, señala
Martí sus ambiciones, su deshonestidad, su indiferencia ante los problemas de
la nación. Sobre el Demócrata, en ese momento en el poder, explica cómo ha
incumplido todo cuanto prometió para escalar el mando. Y define a ambos en un
solo concepto: “Destruir sí pueden; pero no construir”
Y comenta el desencanto de
la opinión pública, la semejanza de
espíritu y hábito entre los políticos de oficio, sean republicanos o
demócratas.
Afirma Martí que la política
en Estados Unidos está distribuida entre dos partidos gastados, descompuestos
en bandos sostenidos por celos personales y diferencia de ideas. Menciona a un
partido naciente: Partido del Trabajo Unido, con el respaldo de los gremios de
trabajadores, practicante de la democracia y de la paz.
Demócratas y republicanos se
disputan el poder, lo alcanzan, incumplen lo prometido, se turnan el gobierno.
Es por eso la afirmación inicial de Martí: Los
partidos no se conservan en el gobierno
si no tienen las manos limpias de interés, y la raíz en la verdad
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