martes, 7 de septiembre de 2021

No hay que acobardarse ante los peligros, sino conocerlos, y afrontarlos


Orlando Guevara Núñez

 

En una carta de respuesta a la de un amigo que le anunciaba una visita –Juan Bonilla- escribe Martí este pensamiento. Fecha: agosto 8 de 1890. 

Le explica la imposibilidad de encontrarse, pues estaría ausente, y  la misma razón de su ausencia es respuesta a lo que él le pregunta sobre Cuba. Evidentemente, el tema es sobre la guerra.

Le define que “Las guerras no son cosas de bastidor y de merengue: todo en ellas, lo que se ve, y lo que no se ve, lo de afuera y lo de adentro, ha de ir a paso de batalla y arma al hombro” Y argumenta que jamás hubo elementos peores para entrar en una guerra de independencia, ni necesidad más grande de la guerra.

Le habla de sus problemas de salud: “Los pulmones se me quejan y el corazón salta más de lo que debe”. Pero enfatiza su voluntad de lucha y que siempre estará, mientras viva, en el lugar que él lo ha visto “sirviéndolos y queriéndolos”. Afirma que la vergüenza sería confesar que no estaba en nosotros la luz del sol. Y dice que no se vive para hoy, sino para mañana.

 “Toda la vida es deber. Para esta vida es la espina, y para la otra será la masa del pescado”. Una curiosa afirmación de Martí en esta carta: “Yo para entender mejor a los hombres, estoy estudiando los insectos: que no son tan malos como parecen, y saben tanto como nosotros”.

 

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