martes, 14 de septiembre de 2021

Avergüenza un hombre débil: duele, duele mucho la certidumbre de un hombre bestia

 


Orlando Guevara Núñez

 


Entre los  diversos temas abordados por José Martí, está uno dedicado a los meseros, a la fiesta de ellos, a cómo dignifican su labor, a su forma de trabajar “por el auxilio mutuo, con respeto a los demás, por  preservar su personalidad propia y digna, alimentada por la fraternidad y el deber”. Está en México y su artículo fue publicado en la Revista Universal de ese país, el 10 de julio de 1875.  

Sobre ellos dice que se han adivinado hombres y trabajan para serlo, que el estímulo los mantiene, los ocupa el trabajo y la honradez los salvará.  Afirma que la altivez es útil: todo hombre debe ser altivo.   Critica, al mismo tiempo, a las criaturas serviles, “estos hombres bestias que nos llaman amo y nos  veneran: es la esclavitud que los degrada: es que esos hombres mueren sin haber vivido: es que esos hombres avergüenzan  de la especie humana. Nada lastima tanto como un ser servil, parece que mancha; parece que hace constantemente daño. La dignidad propia se levanta contra la falta de dignidad ajena; quisiérase  crear, transformar, producirse en los demás; quisiérase dar de sí mismo para que los serviles fueran como nosotros”.

Es cuando afirma que  Avergüenza un hombre débil: duele, duele mucho la certidumbre de un hombre bestia”.

En este caso, valga puntualizarlo, se está refiriendo a la población indígena de México. Dice que este hombre está dormido y el país duerme sobre sí, que la esclavitud los degradó y los libres los ven  esclavos todavía. Afirma, por eso, que “La libertad  no es placer propio: es deber extenderla a los demás: el esclavo desdora al dueño: da vergüenza ser dueño de otro”.

Y con sentimiento plantea una interrogante: ¿Quién despierta a ese pueblo sin ventura? ¿Quién reanima a ese espíritu aletargado? Y expresa una esperanza: “No está muerto: está dormido. No rehúye, espera; él tomará la mano que le tiendan, él se ennoblecerá con el conocimiento de sí mismo, y esa raza, llena de sentimientos primitivos, de natural bondad, de entendimiento fácil, traerá a un pueblo nuevo una existencia nueva (…)

Otro altruista pensamiento martiano aparece en este escrito: “El ejercicio de la libertad fortifica: el cultivo de la inteligencia, ennoblece”.

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