miércoles, 8 de septiembre de 2021

El gobierno de un pueblo es el arte de ir encaminando sus realidades

 


 

 

 

.Orlando Guevara Núñez

 


Este pensamiento fue completado con las siguientes palabras:” bien sean rebeldías o preocupaciones, por la vía más breve posible, a la condición única de paz, que es aquella en que no haya un solo derecho mermado”. La idea aparece en Patria, bajo el título de Los pobres de la tierra, edición del 24 de octubre de 1894. 

Comienza elogiando la posición revolucionaria de los obreros cubanos en Estados Unidos, y refiere que trabajaron el día 10 de octubre dedicado a la patria. Expresa que no se trata de una lisonja, sino de una realidad. Fija su criterio sobre la validez de que ricos y pobres se unan en el ideal patriótico.  “Para salvar a la patria  de crímenes-agrega-  se ha madurado el alma pura de esta revolución: no para cometerlos”.

Habló sobre el sacrificio. En medio de la pobreza, de ofrendar ese día de

trabajo  para la patria. Y afirmó que: “A otros podrá parecer que no hay sublime 

grandeza en este sacrificio, que cae sobre tantos otros”. Y  “Que el rico dé lo

que le sobre es justo, y bien poco es, y no hay que celebrarlo, o la  celebración

debe ser menor, por ser menor el esfuerzo”.

Argumenta que en el caso del pobre, que en el destierro tiene apenas cubiertos los pies de  los hijos, quite de su inseguro jornal, que sin anuncio suele fallarle por meses,  el pan  y la carne que lleva medidos a su casa infeliz, y de su extrema necesidad, a una república invisible, y tal vez ingrata, sin esperanza de pago o de gloria, es merito muy puro, en que no puede pensarse sin que llene de amor el corazón, y la patria de orgullo.

Afirma nuestro José Martí que un pueblo está hecho de hombres que resisten, y hombres que empujan. Y define que en un día no se hacen repúblicas; ni ha de lograr Cuba, con las simples batallas de la independencia, la victoria a que, en sus continuas  renovaciones, y lucha perpetua entre el desinterés y la codicia y entre la libertad  y la soberbia, no ha llegado aún, en la faz de todo el mundo, el género humano.

¡Ah, los pobres de la tierra (…)  esos que jamás niegan su bolsa a la caridad, ni su sangre a la libertad!, exclama. Y exterioriza el placer que será después de conquistada la libertad de la patria, entrar mano a mano, como premio a la gran fatiga,  y regar por la casa pobre y por la escuela el arte, y la esperanza por los rincones coléricos y desamparados, y amar sin miedo la virtud, aunque no tenga mantel para su mesa, y levantar en los pechos hundidos toda el alma del hombre. “¡Qué placer será la muerte, libre de complicidades con las injusticias del mundo, en un pueblo de almas levantadas!

 

Y concluye afirmando que a esos obreros  trabajaron el 10 de octubre para una patria que no les será ingrata. Son esas las realidades que deben ser encaminadas.

 

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