jueves, 23 de septiembre de 2021

La obra política y lo que hace de la política indeclinable deber, es el respeto pleno y el amor sincero al decoro del hombre

 


Orlanddo Guevara Núñez

 


El mismo día que escribió Martí  a los Presidentes de los Cuerpos de Consejo de Key West, Tampa y Nueva York -9-5-1892- dirigió otra al patriota Gonzalo de Quesada, en la cual le expresa este concepto sobre la obra política. 

Vuelve sobre uno de los deberes del Delegado. “Es a mi juicio la obligación primera del Delegado del Partido Revolucionario Cubano solicitar el concurso de todos los que por su prestigio, su virtud y su inteligencia puedan contribuir a vigorizar la organización que no tiene por objeto el engrandecimiento, ni la victoria de unos cubanos sobre otros, sino la ordenación necesaria para fundar con todos los cubanos, con todos los habitantes honrados de la isla,  sin miedo al sacrificio, ni exceso innecesario en él, un pueblo equitativo y feliz”.

Le expresa a Gonzalo la necesidad de repartir funciones en la Delegación, para lo cual “llamaré sin temor, en busca de consejo y ayuda, al corazón de todos los que no hayan negado aún asilo en él a la virtud y a la patria”.

En correspondencia con ese pensamiento, le ofrece se encargue de la Secretaría, “en la tarea de mantener unidas, y de robustecer, las fuerzas necesarias para completar la obra iniciada por nuestros padres en Yara el 10 de octubre, y confirmada el 10 de abril en Guáimaro”.

Al concluir su misiva, Martí  plasma una consigna que encierra la esencia de la máxima aspiración de los cubanos y por la cual surge y lucha el Partido Revolucionario Cubano: Patria y Libertad.

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