lunes, 6 de septiembre de 2021

La elecciones “libres” que teníamos los cubanos

 

. Orlando Guevara Núñez

 

Una de las campañas más intrigantes  e hipócritas de los enemigos de la Revolución cubana, está referida al sistema eleccionario en nuestro país, incluyendo el tema del pluripartidismo. Una mirada hacia la historia de las elecciones en Cuba, desde que el colonialismo español fue sucedido por el neocolonialismo norteamericano, es oportuna para quienes pretendan ser analistas o simplemente hablar desde posiciones honestas sobre elecciones llamadas democráticas y pluralidad partidista en la etapa desde 1900 hasta 1958.

El 16 de junio de 1900 –aún bajo la ocupación militar norteamericana- se desarrollaron las primeras elecciones municipales en el país, con la participación de tres partidos políticos, el Unión Democrática, heredero de las ideas autonomistas, y el Republicano y el Nacional, en los que predominaban distintas posiciones independentistas.

La “democracia” en esas elecciones, estableció que sólo podían votar los mayores de 21 años que supieran leer y escribir y poseyeran bienes superiores a los 250 pesos, con la excepción, en el último caso, de quienes hubiesen peleado en las filas del Ejército Libertador. Esos requisitos determinaron que de una población de 1 572 000 cubanos, sólo 150 648 tuvieran derecho al voto. Sólo casi un 10%, siendo en la realidad menos los votantes.

En 1901- también bajo la ocupación yanqui- y con reglas electorales por ellos dictadas, fueron celebradas las primeras elecciones presidenciales. El presidente electo fue Tomás Estrada Palma, con un 47% de los votos de los electores inscriptos. La abstención fue de un 36%.

En las elecciones de 1905, fue reelecto el mismo presidente, con el 71% de los votos –índice más alto alcanzado por un presidente en toda la etapa republicana- y un 26% de abstención. Estas primeras elecciones se caracterizaron por una pugna profunda entre diversos partidos que con frecuencia se desbarataban, se reorganizaban o se unían con otros, actuando siempre de una forma fraccionada, sin que ninguno representara en realidad los intereses de la nación.

En 1908, resultó presidente José Miguel Gómez, electo por sólo el 43% de los votos de los electores inscriptos y con un abstencionismo que llegó al 28,9%

En los dos períodos electorales siguientes -1912 y 1916- accedió a la presidencia Mario García Menocal. Aunque no se registran datos sobre los votos y abstención, sí se conoce que en el segundo período Menocal llegó a la presidencia mediante un proceder fraudulento. No era una excepción.

En 1920, las elecciones llevaron a la presidencia a Alfredo Zayas, nada menos que con el 28% de los electores inscriptos votando a su favor y un 47% de abstenciones.

En las dos elecciones siguientes -1 924 y 1928- fue presidente uno de los tiranos más crueles y peón de Estados Unidos en Cuba: Gerardo Machado, derrocado el 12 de agosto de 1933. Sin embargo, las fuerzas revolucionarias no habían alcanzado aún la unidad de ideas y de acción para llegar al poder.

En las elecciones presidenciales de 1936, salió electo Miguel Mariano Gómez, con solo el 20% de los votos de los electores registrados y un 32% de abstenciones. En esa ocasión se inscribieron 13 partidos políticos, de los cuales seis, al final, no se presentaron  a elección.

Cuatro años después, en 1940, el peor de los tiranos en Cuba, Fulgencio Batista Zaldívar, llegó a la presidencia con el 41% de los votos y un 26% de abstenciones. A la lucha por el poder se presentaron en esa ocasión 11 partidos.

En las elecciones de 1944, ascendió a la presidencia Ramón Grau San Martín, con el 44% de votos y 19% de abstencionismo, en un proceso donde participaron 7 partidos.

En 1948, fue electo presidente Carlos Prío Socarrás, con el 36% de los votos y 21% de abstenciones, en lid donde concurrieron 6 partidos políticos. Como se conoce, Prío fue derrocado por el traicionero zarpazo batistiano del 10 de marzo de 1952, cuando se estimaba cierta la victoria del Partido Revolucionario Cubano (Ortodoxo) en las elecciones siguientes.

El proceso eleccionario de 1954, marcado por groseros fraudes, tuvo a Fulgencio Batista como candidato único, con un 45% de los votos y un abstencionismo que llegó al 47%. Los partidos de oposición, ante la evidencia del fraude, se retiraron de la contienda.

Las últimas elecciones, las de 1958, cuando la tiranía batistiana estaba llegando a su fin por el empuje del Ejército Rebelde con el Comandante en Jefe Fidel Castro al frente, fue escenario también de los más burdos mecanismos de fraude. Un incondicional del tirano, Andrés Rivero Agüero, resultó “electo” por sólo un 15% de los electores, quienes en un 54% no asistieron a las urnas. Los partidos contendientes fueron 7. Esas eran las elecciones “libres” que teníamos los cubanos. Libertad para la compra de votos y la entrega de cédulas electorales para ingresar en un hospital, de asaltar colegios electorales, de fraudes en los conteos, de “votar” hasta después de muertos o sin asistir a las urnas…

Para esa fecha, el panorama político cubano había cambiado sustancialmente. El asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, había destacado a un líder, Fidel Castro, quien enarboló un programa contentivo de las aspiraciones del pueblo cubano, y trazó el camino para la toma del poder mediante la única vía posible: la lucha armada, reiniciada el 2 de diciembre de 1956 con el desembarco del Granma, que concluyó con la victoria del 1ro. de enero de 1959.

Desde entonces, Cuba no ha dependido más de partidos políticos en su mayoría al servicio de la corrupción y de  mezquinos intereses, que engañaban al pueblo y se servían de su voto para legalizar sus privilegios y riquezas mientras los cubanos éramos cada vez más pobres y marginados de los más elementales derechos.

Los cubanos iban a las urnas con la única opción de elegir a quienes utilizarían el poder contra ellos. Esa era la democracia en Cuba, santificada por los gobiernos norteamericanos de turno. Esa es la democracia que quieren retornar a nuestro país.

Ese el pluripartidismo que desean imponer de nuevo a Cuba, para verla fragmentada, dividida, debilitada, indefensa.

Quienes se esmeran en hablar sobre democracia, tendrían mucho que aprender sobre el sistema electoral cubano, mediante el cual ascienden al gobierno, en todas las instancias, hombres y mujeres honestos, fieles a su pueblo, hechos para el sacrificio y el trabajo, no para el lucro personal y la traición como es cotidiano en los sistemas electorales capitalistas.

 

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