martes, 1 de enero de 2019

Una hazaña de la Revolución cubana, poco divulgada



.Orlando Guevara Núñez

 Los enemigos de la Revolución cubana, en su empeño de destruirla, repiten la mentira de que en la época del triunfo, vivíamos en un país rico y próspero. Hasta llegan a elogiar al tirano Fulgencio Batista.
Sobre este tema hay una hazaña revolucionaria sobre la que poco se ha hablado, incluso en nuestros propios medios. Pero para comprenderla, es necesario primero conocer algunos datos de la Cuba encontrada por la Revolución el 1ro. de enero de 1959.

El 85 por ciento de los pequeños agricultores cubanos pagaba renta y vivía   amenazada del desalojo. Más de la mitad de las mejores tierras de producción cultivadas estaba en manos extranjeras.
.Doscientas mil familias campesinas  no tenían tierra donde sembrar y, en cambio, estaban sin cultivar, en manos de poderosos intereses, cerca 300 000 caballerías de tierras productivas.
. El 20% de los propietarios tenía menos del 1 % de las tierras. El 1 %, tenía el 46% de ese medio vital para la vida en el campo. En solo 13 latifundios norteamericanos asentados en la economía azucarera, se concentraba la impresionante cifra de 1 173 000 hectáreas, extensión  superior a la poseída por 101 278  fincas pequeñas, mientras que más de 100 000 campesinos trabajaban la tierra sin ser dueños de éstas, y sólo el 30 por ciento de quienes trabajaban el agro eran propietarios. En 894 personas  se monopolizaba  la tercera parte del área dedicada a la agricultura.
. Unos 33 000 agricultores eran aparceros, es decir, trabajaban una parcela sin ser dueños y tenían que pagar a sus propietarios, mientras que 13 000 eran precaristas, quienes se asentaban en tierras del Estado, sin proceder legal alguno. Otros 46 000 trabajaban como arrendatarios y 6 987 como subarrendatarios.
. En nuestros campos, antes de 1959, más de 200 mil familias vivían en bohíos miserables, sólo el 9 % disfrutaba del servicio eléctrico, 96 de cada 100 familias no consumía carne habitualmente, menos del 1 % comía pescado, apenas el 2 % tenía el huevo en su alimentación y  un  89 % no contaba con un decisivo recurso dietético como lo es la leche.
. Datos ofrecidos por una encuesta de una organización juvenil católica, en 1957, afirman que una familia campesina cubana, como promedio, tenía un ingreso de 46 pesos al mes para los gastos de alimentación, ropa, medicinas y transporte,  contabilizado el valor de los alimentos que ella misma producía.
Había en Cuba 200 000 bohíos y chozas; 400 000 familias del campo y de la ciudad vivían hacinadas en barracones, cuarterías y solares sin las más elementales condiciones de higiene y salud.
. Unas 2 200 000 personas de la  población urbana pagaban  alquileres que absorbían entre un quinto y un tercio de sus ingresos; y  2 800 000 de nuestra población rural y suburbana carecían de luz eléctrica.
. En  1953, cifras ofrecidas por el Censo Nacional, sólo  el 13% de las viviendas estaban conceptuadas como buenas; el 20% fueron catalogadas como aceptables, mientras que la categoría de regular abarcó al 21%; las clasificadas como malas llegaron al 32%,  y el resto, casi un 15% fueron declaradas en estado ruinoso.
. Había  600 000 cubanos sin empleo a quienes se unían los 500 000 mil obreros del campo que solo trabajaban tres o cuatro meses al año, pasando el resto sin tener donde ganar su sustento.
. A la falta de empleo se unían los bajos salarios, los sistemas arbitrarios de pago en muchos casos basados en papeles que sustituían al dinero, al tiempo que la discriminación racial y de sexo marginaba y perjudicaba a cientos de miles de cubanos.
. Cada  año llegaban a la edad del empleo unos 100 000 jóvenes, para los cuales no existían fuentes de trabajo. Así, en 1958, último año de la tiranía en el poder, más de 700 000 cubanos, una tercera parte de la población laboral, más del 45 por ciento en las zonas rurales,  no tenía empleo permanente.
. La mujer era particularmente discriminada. En 1958, por ejemplo, solo estaban empleadas 194 000 de ellas, el 70 por ciento en labores domésticas.  Cien mil mujeres tenían que ejercer  la prostitución como medio de subsistencia.
.Antes del triunfo de la Revolución, sólo 37 900 trabajadores incrementaban la cifra de empleados cada año; en los primeros 17 años posteriores a 1958, el promedio fue de 82 300. En la primera década de la Revolución, casi un millón de cubanos encontró nuevos empleos.
. En 1953  el 23,6 % de la población mayor de 10 años era analfabeta, mientras que sólo el 55,6% de los niños entre  seis y 14 años estaban matriculados en las escuelas, aunque muchos se veían obligados a abandonarla para incorporarse al trabajo como medio de subsistencia.
. Un millón y medio de habitantes mayores de seis años no tenían ningún grado escolar aprobado, al tiempo que la matrícula sólo registraba el 52 % de los niños de siete años, el 43,7 de ocho y el 36,6 de los de nueve.
. Entre los 15 y 19 años, en la flor de su juventud, sólo el 17% de los cubanos recibía algún tipo de educación, mientras que el grado cultural promedio de los mayores de 15 años no llegaba al tercero.
. En el país existían sólo 53 464 graduados universitarios, entre ellos 37 292 en la capital del país, con una población analfabeta de seis a nueve años que llegaba a 44,5 % en La Habana, al tiempo que en Oriente alcanzaba un 81,2 %, llegando a un 89% en las zonas rurales.
. En 1958, los datos eran desgarradores. Un millón de analfabetos absolutos, más de un millón de semi analfabetos, 600 000 niños sin escuelas mientras que 10 000 maestros estaban sin trabajo.
. El presupuesto asignado a la salud  era realmente una vergüenza. Unos 25 millones de pesos, de los cuales políticos y funcionarios corrompidos se robaban gran parte. La mayoría de los recursos se concentraban en la capital, cuya población representando el 22% del total del país, contaba con el 61 por ciento de las camas.
. En la zona oriental la situación era más trágica. La Región Oriente Sur de Salud Pública, que abarcaba las actuales provincias de Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo, tenía un presupuesto de sólo 1 300 000 pesos.
 La mortalidad infantil cubana superaba la tasa de 60 por cada mil nacidos vivos, aún cuando muchos niños no eran  registrados en su nacimiento por residir en lugares rurales donde la asistencia médica no llegó nunca durante la etapa pre revolucionaria.
. Miles de niños y adultos morían cada año  de enfermedades curables. Por la poliomielitis fallecían anualmente o quedaban inválidas unas 300 personas; el paludismo atacaba a unas 3 000; de la difteria eran presa unos 600 niños, mientras que la gastroenteritis causaba estragos en la propia ciudad de Santiago de Cuba. Incluso en 1957, se conoce el doloroso episodio del Valle de Mayarí Arriba, zona rural donde ese año murió el 80 por ciento de los niños menores de un año, como consecuencia de esa enfermedad.
. En el propio año 1953, una epidemia de gastroenteritis mataba dos niños cada día en Santiago de Cuba. Las autoridades achacaron la enfermedad a la mala calidad del agua y los alimentos, pidieron apoyo al país, y como respuesta recibieron unas pocas camas y cuatro cajas de medicamentos, lo que ni siquiera contribuyó a aliviar el mal.
La tuberculosis, el tétanos y otras enfermedades infecciosas, sembraban  la muerte en muchos hogares cubanos, principalmente los pobres.
. La salud era un negocio privado. Y la medicina, una mercancía. El 70 % del mercado de medicamentos estaba en manos de empresas norteamericanas y la población tenía que adquirirlos a  precios que multiplicaban su costo. El servicio médico rural no existía.
. El país contaba con solo unos 6 000 médicos, la mayoría en la capital cubana y otras grandes ciudades, mientras que gran parte de ellos ejercía la medicina privada. Las 131 casas de socorro existentes en el país, eran realmente una grotesca caricatura de atención sanitaria, y una gran mayoría de quienes recibían asistencia médica, se quedaban con las recetas en los bolsillos, al no poder comprarlas por falta de recursos. La atención estomatológica era ínfima. Una intervención quirúrgica era un lujo que pocos podían satisfacer. La expectativa de vida de la población andaba por debajo de los 60 años.
. Más del 94% de los establecimientos industriales tenían menos de cien empleados, mientras que más del 50% de los trabajadores de esa rama pertenecían al sector azucarero.
.Las industrias productoras de materias primas y recursos básicos, representaban sólo el 0,1% de las inversiones al margen de la industria azucarera, en su mayoría, en manos  extranjeras.
Ese era el “país próspero” que “disfrutábamos” los cubanos. Y esos son los “derechos humanos” y la “democracia” que sueñan nuestros enemigos devolvernos.
Fue esa la situación que inspiró a los moncadistas al combate. Todos esos males, fueron denunciados en el Programa del Moncada, que  inspiró las nuevas luchas, se fortaleció en el exilio, viajó en el Granma, escaló las montañas, fecundó los llanos, se tradujo en guerra revolucionaria y en victoria de pueblo.
Veamos, entonces, la hazaña enunciada en el título de este trabajo.
Para enfrentar esos problemas, se necesitaba, además de voluntad, recursos. Y un artículo del Dr. Eugenio Suárez Pérez, publicado en la revista Cuba Socialista, correspondiente al trimestre octubre-diciembre de 2008, nos ofrece algunos datos muy ilustrativos.
Resulta que cuando el dictador Fulgencio Batista asaltó el poder, el 10 de marzo de 1952, la reserva monetaria cubana contaba con 531 millones de pesos. Y cuando la Revolución  triunfó, solo existían en las arcas 70 millones. ¡Ese era el capital para enfrentar todas las desgracias del país!
Sucedió- apunta el artículo de Eugenio Suárez, que los cabecillas batistianos habían robado 424 millones de dólares al tesoro de la nación.  Y esos recursos fueron a parar a los bancos norteamericanos. Y a esos irrisorios recursos, se unía la desventaja de una deuda externa de unos 788 millones de dólares y una balanza comercial desfavorable a Cuba, con Estados Unidos, de 603,4 millones.
Si a esas adversidades se suma el bloqueo económico, comercial y financiero del imperio norteamericano, podrá tenerse una idea sobre en qué reside la proeza enunciada: la de haber hecho la Revolución en esas precarias condiciones. La de haber resistido, haber enfrentado y vencido tan enormes obstáculos. Y estar hoy aquí, a 60 años de aquella epopeya, con un país distinto, donde los males del capitalismo han sido erradicados.
Ningún país sin apoyo del pueblo, habría resistido esas adversidades. Es, sin dudas, una hazaña que todos los cubanos debemos conocer más.

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