.Orlando Guevara Núñez
Hace hoy 166 años del natalicio de José Martí. Solo
vivió 42 años. Pero ese corto tiempo bastó para convertirse en inmortal. Para los cubanos, es el Maestro,
el Apóstol de nuestra independencia, el Autor Intelectual del asalto al Cuartel
Moncada, nuestro Héroe Nacional. El más universal de los cubanos.
Cuando apenas
tenía 16 años de edad, nos enseñó, en su poema Abdala, que El amor a la patria no es el amor ridículo a
la tierra ni a la yerba que pisan nuestras plantas, que es odio invencible a
quien la oprime, es el rencor eterno a quien la ataca.
De él aprendimos que los grandes derechos no se compran
con lágrimas, sino con sangre, y que un principio justo, desde el fondo de una
cueva, puede más que un ejército.
Antes del triunfo revolucionario de enero de 1959, los
sueños martianos estaban encerrados en mármoles. Se nos hablaba del Martí
poeta, periodista, soñador, pero no del Martí revolucionario, latinoamericanista,
independentista. Se silenciaba al Martí, antiimperialista, fundador del Partido
Revolucionario Cubano.
La inmensa mayoría de los cubanos, no aprendíamos la
esencia de las verdaderas ideas martianas. Ni su propósito de hacer la guerra
necesaria para construir después la república con todos y para el bien de
todos.
Sí, Martí, existía solo encerrado en mármoles. Estaba a
punto de morir en la memoria de su pueblo. Hasta aquella gloriosa mañana del 26
de julio de 1953, cuando los asaltantes
liderados por Fidel vinieron a Santiago de Cuba y a Bayamo, a ofrendar
su vida y su sangre para que él no muriera, para que siguiera viviendo en el
alma de la Patria.
Fue entonces que los mármoles se rompieron. Y las ideas
martianas comenzaron a extenderse, a hacerse convicciones, a convertirse en
acciones de pueblo. Y sufrieron prisión, marcharon al exilio, navegaron en el
Granma, escalaron las montañas, recorrieron las calles, los llanos. Hasta
convertirse en Revolución triunfante.
José Martí renació con la obra de la Revolución cubana.
Su pensamiento nos alimenta cada día para defender las conquistas alcanzadas.
El camino recorrido durante 60 años, ha estado guiado por sus ideas.
De seguimos el legado de que: ¡Antes que cejar en el
empeño de hacer libre y próspera a la
patria, se unirá el mar del Sur al mar del Norte, y nacerá una serpiente de un
huevo de águila!
Y de su mejor discípulo, Fidel Castro, aprendimos los
cubanos que nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres, y primero
se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie.
Hoy, en el cementerio de Santa Ifigenia, iremos los
santiagueros, en nombre de todos los cubanos, a ofrendarle a nuestro Héroe
Nacional el tributo agradecido a su memoria. E iremos con la satisfacción de
haber cumplido un deseo por él expresado: el de tener ante su tumba, rotas las
cadenas del colonialismo. Y rotas, además, las cadenas del imperialismo.
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