.Orlandddo Guevara Núñez
El
primer día de enero de 1959, el pueblo
cubano despierta con una noticia que estremeció a toda la nación. El tirano
Fulgencio Batista había huido del país. El Ejército Rebelde había derrumbado a
la sangrienta dictadura que durante siete años sumió a Cuba en el oprobio y el
crimen.
Pero
eso no significaba todavía el triunfo completo de la Revolución. En la
capital cubana asumió el mando una junta militar que pretendía engañar al
pueblo e impedir la verdadera victoria revolucionaria.
En
Oriente, las fuerzas del Primer, Segundo y Tercer Frentes Orientales, bajo el mando del
Comandante en Jefe Fidel Castro y los Comandantes Raúl Castro y Juan Almeida,
habían barrido con los principales bastiones enemigos. Y cuando en la tarde del
30 de diciembre de 1958 fue rendida la fortaleza de Maffo, el ejército enemigo
no contaba ya con ninguna plaza entre Santiago de Cuba y Bayamo.
En
su parte militar sobre esa batalla, Fidel había sentenciado que “La batalla de
Santiago de Cuba comenzará de un momento a otro” y precisaba que cinco mil
soldados defendían la ciudad, pero “Nuestras tropas, que en 25 días han
liberado los pueblos de Jiguanì, Baire, Contramaestre, Maffo, Palma Soriano y
El Cobre, tomarán también Santiago de Cuba, donde se librará una batalla
decisiva”.
La
noticia de la huida de Batista, encuentra a Fidel en el Central América (hoy
América Libre) en Contramaestre, donde había establecido su Comandancia.
La
reacción del máximo jefe del Ejército Rebelde fue inmediata y certera. La decisión
fue marchar sobre Santiago de Cuba. De Contramaestre salió para Palma Soriano y
desde allí, a través de Radio Rebelde, dirigió su histórica alocución a las
fuerzas rebeldes y al pueblo de Cuba.
“Cualesquiera
que sean las noticias procedentes de la capital, nuestras tropas no deben hacer
alto al fuego por ningún concepto. Nuestras fuerzas deben proseguir sus
operaciones contra el enemigo en todos los frentes de batalla. Acéptese sólo
conceder parlamento a las guarniciones que deseen rendirse”.
“Las
operaciones militares proseguirán inalterablemente mientras no se reciba una
orden expresa de esta Comandancia, la que solo será emitida cuando los
elementos militares que se han alzado en la capital se pongan
incondicionalmente a las órdenes de la jefatura revolucionaria”.
La
consigna de ¡Revolución si, golpe
militar no! fue proclamada por el Comandante en Jefe, junto al llamado al
pueblo a prepararse para la huelga general revolucionaria si fuese necesario.
Ese
histórico 1ro. de enero, Fidel dirige,
también desde Palma Soriano a través de Radio Rebelde, una ardiente y
patriótica alocución al pueblo de Santiago de Cuba, donde afirma que la
guarnición de esa ciudad, atrincherada en el Moncada, está cercada y que si ese
día, a las 6:00 de la tarde no ha depuesto las armas, las tropas rebeldes
avanzarían sobre la capital oriental y tomarían por asalto las posiciones
enemigas.
Como
parte de las acciones rebeldes, unos cien combatientes clandestinos, armados,
socavaban el maltrecho poder de las fuerzas batistianas en las entrañas de la
ciudad.
El
llamado del Comandante en Jefe enardece a los santiagueros que se preparan para
el combate final.
“Santiago
de Cuba: los esbirros que han asesinado a tantos hijos tuyos no escaparán como
han escapado Batista y los grandes culpables, en combinación con los oficiales
que dirigieron el golpe amañado de anoche.
“Santiago
de Cuba: aún no eres libre. Ahí están todavía en tus calles los que te han
oprimido durante siete años. Los asesinos de cientos de tus mejores hijos. La
guerra no ha terminado porque aún están armados los asesinos.
“Los
militares golpistas pretenden que los rebeldes no puedan entrar en Santiago de
Cuba. Se prohíbe nuestra entrada en una ciudad que podemos tomar con el valor y
el coraje de nuestros combatientes, como hemos tomado otras muchas ciudades. Se
quiere prohibir la entrada a Santiago de Cuba a quienes han libertado la Patria.
“!
La historia del 95 no se repetirá! !Esta vez los mambises entrarán en Santiago
de Cuba!
Pero
las tropas batistianas están ya desmoralizadas, vencidas e incapaces de
soportar el empuje rebelde en Oriente. Las Columnas Invasoras de Camilo y el
Che, combaten con igual destreza y audacia en su marcha hacia Occidente,
rindiendo guarniciones, acorralando y venciendo al enemigo.
Es
así como ese mismo turbulento 1ro. de enero de 1959, el coronel Rego Rubido, al
frente de la guarnición del Moncada, acepta la rendición incondicional, durante
una entrevista sostenida con Fidel en El Escandel, próximo a El Caney, en las
cercanías de Santiago de Cuba.
Al
término de esa capitulación, Raúl Castro parte hacia la ciudad de Santiago de
Cuba, a hacerse cargo de la fortaleza. Un testigo excepcional de la entrada de
Raúl al Moncada, el coronel ® Raúl Guerra Bermejo (Maro) recuerda así aquel
episodio:
“Cuando
el jefe (Raúl Castro) empezó a ascender las escaleras, para que no se me
perdiera en medio de la multitud, le agarré el cinto por detrás. Subimos a la
oficina de Rego Rubido, precisamente el lugar donde otrora Raúl había sido
conducido prisionero y después interrogado por el general Díaz Tamayo.
(…)
Acto seguido, se subió al buró, después de ordenar que lo pegaran a la pared y
cogió un retrato de Batista que estaba colgando y le dio otro, con una foto de
Francisco Tabernilla, jefe del Estado Mayor General del Ejército, a Rego
Rubido. Primero estrelló el de Batista contra el piso y gritó: ¡Viva la Revolución! Vio que
Rubido estaba dudoso, y le espetó: ¿lo tiras o no lo tiras? El hombre por fin
lo tiró. Raúl volvió a decir: ¡Viva la Revolución!
En
este testimonio, publicado por el periódico Granma el 3 de enero del 2005,
Guerra Bermejo relata el encuentro de Raúl con los soldados del Moncada y otros
sucesos de ese memorable día.
Esa
misma noche del primero de enero de 1959, Fidel, desde el balcón del Ayuntamiento,
frente al Parque Céspedes, proclama el triunfo definitivo de la Revolución cubana. Es
ya la madrugada del día dos cuando se produce ese acontecimiento, el más
trascendente en la historia de la nación cubana.
Día
inolvidable de gloria. Combatientes del Ejército Rebelde y de la Lucha Clandestina
se funden con el pueblo. Las puertas y ventanas tantas veces abiertas a los
luchadores por la libertad en los momentos más difíciles de la lucha, se abrían
esta vez para los vencedores.
Las
palabras del jefe de la Revolución llegaban como un haz de luz y de esperanza
al pueblo reunido para festejar la victoria.
¡Al fin hemos llegado a
Santiago! Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado. Esta vez no se
frustrará la
Revolución. Esta vez, por fortuna para Cuba, la Revolución llegará de
verdad a su término, no será como en el 95 que vinieron los americanos y se
hicieron dueños del país, intervinieron a última hora y después ni siquiera a
Calixto García, que había luchado durante treinta años, lo dejaron entrar a
Santiago de Cuba. ¡Ni ladrones, ni traidores, ni intervencionistas, esta vez sí
es una Revolución!
Y
así comenzó una nueva historia de la
nación cubana. Comenzó una nueva etapa de la Revolución que no ha
sido nunca traicionada. Una Revolución que cumplió los sueños del Moncada y no
ha dejado de forjar otros sueños que convierte en realidad su pueblo heroico.
A
las glorias combativas desde el Moncada hasta el 1ro. de enero de 1959, se han
unido muchas otras protagonizadas por distintas generaciones de cubanos. Las
epopeyas gloriosas de Playa Girón, de la Crisis de Octubre, de la lucha contra las bandas
mercenarias organizadas, entrenadas y dirigidas por la Agencia Central de
Inteligencia del gobierno de los Estados Unidos; el enfrentamiento al más
criminal, largo y demencial bloqueo que conoce la historia de la humanidad; el
enfrentamiento a los sabotajes, los crímenes, las calumnias y constante asedio
del Norte revuelto y brutal que nos desprecia, como lo calificara José Martí.
La
lucha revolucionaria nos ha convertido en un pueblo de gigantes. Un pueblo
invencible, solidario, internacionalista, antiimperialista, socialista y
martiano, que no olvida a sus héroes y mártires, sino que los toma como
estandarte para los combates presentes y por venir.
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