.Orlando Guevara Núñez
La Revolución
triunfante del Primero de Enero de 1959
lo cambió todo. Nada, desde sus propios inicios, quedó indiferente ante
ella. Las transformaciones fueron como un torrente que arrastró tras de sí
muchas cosas. A unas las sepultó o las hirió de muerte; a otras las revivió, o
las creó y les puso pies y alas para que caminaran o volaran hacia un horizonte
todavía desconocido, pero con la certeza de llegar y el propósito de no
retroceder.
Ni ejército opresor, ni policía represiva.
Los partidos políticos se desmoronaron. Ni terratenientes, ni
latifundistas, ni casatenientes. Ni
asesinatos, ni torturas, ni desaparecidos. Ni casas de juego, ni prostíbulos.
Ni campesinos sin tierra, ni obreros agrícolas explotados. En poco tiempo, ni
analfabetos, ni niños ni adultos sin escuelas y maestros. Medicina gratuita
para todos.
La palabra libertad tuvo un primer
significado: derrota de la tiranía. No pocos interpretaron como libertad la posibilidad de vivir al margen de normas,
de leyes y de obligaciones, incluyendo la de trabajar. El concepto de libertad
como esclavitud del deber -sentencia martiana- tendría que esperar algunos años
para formar parte de nuestros patrones de conducta.
Una de las primeras cosas que fue necesario
transformar fue el YO por el NOSOTROS,
no como una simple operación verbal, sino como principio para la supervivencia.
La vida económica, social y política lo exigía al influjo de dos poderosas
razones: construir un nuevo orden con todos y para el bien de todos. Y defender ese orden contra los enemigos
internos y externos empeñados en destruirlo y retornar el anterior.
Las individualidades se fundían en un común
denominador que se identificó enseguida como masa, colectivo o sociedad, sin
perder su propia identidad, sino con la oportunidad plena de reafirmarla.
Recuerdo que en una carta dirigida al director del semanario uruguayo Marcha, documento conocido aquí como El socialismo y el hombre en Cuba, el
Che afirmó que en fecha tan temprana como febrero de 1959, cuando Fidel asumió
el cargo de Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, al renunciar el
entonces presidente Urrutia por la presión popular, aparecía en la historia de la
revolución cubana, ahora con caracteres nítidos, un personaje que se repetiría constantemente: la masa
.
Gobierno Revolucionario. Cooperativas agrícolas. Comités de Defensa de la
Revolución. Federación de Mujeres Cubanas. Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños. Asociación de Jóvenes Rebeldes primero y Unión de Jóvenes Comunistas
poco tiempo después. Unión de Pioneros de Cuba. Unión de Estudiantes
Secundarios. Federación Estudiantil Universitaria, enraizada en Mella y José
Antonio. Milicias Nacionales Revolucionarias. Sindicatos verdaderamente libres.
Ejército Rebelde al inicio y luego Fuerzas Armadas Revolucionarias. Policía
Nacional Revolucionaria, Ministerio del Interior. Socialismo. Y como resumen
progresivo de todo eso: Organizaciones Revolucionarias Integradas, Partido
Unido de la
Revolución Socialista de Cuba, Partido Comunista de
Cuba.
Lo del antiimperialismo y el
internacionalismo, como fenómeno de masas, se profundizaría después.
Cambiaron las cosas. Y cambió la gente. Se
produjo algo así como una influencia mutua. La gente hacia cambiar las cosas y
las cosas hacían cambiar a la gente. Un día alguien era una persona común y al
otro día amanecía como interventor o administrador de una entidad o dirigente
de algo. O a la inversa: alguien se acostaba con un cargo, a veces alto, y
amanecía sin él. Un día era civil, al otro día miliciano, luego combatiente,
después héroe o mártir. Una ama de casa, trabajadora. Un pobre, redimido. Un
rico, dejaba de serlo. Los de abajo toda la vida, arriba ahora; los de arriba,
abajo. Y algo importante y grandioso: juntos muchos de arriba y de abajo en una
sola categoría: pueblo. Era muy difícil
mantenerse neutral.
Los cambios fueron polarizando posiciones.
Unos, a favor de las transformaciones;
otros en contra. Muchos que lucharon al inicio contra la tiranía, no
fueron capaces de asimilar la continuidad de la Revolución. Otros, sin haber
participado antes en la lucha insurreccional, abrazaban de corazón los cambios.
Ellos fueron los más.
Todo ese proceso podía definirse con sólo dos
palabras: Revolución y contrarrevolución. Llevado al plano individual,
revolucionarios y contrarrevolucionarios. O patriotas y apátridas. O fidelistas
y gusanos. Han pasado casi seis décadas y todavía esa lucha se mantiene. En el
plano interno, la Revolución es abrumadoramente superior. La confrontación
principal está sostenida desde el exterior, por la misma gente que formó parte
de la dictadura derrocada, apoyada por un gobierno que fue siempre enemigo de
los cubanos.
Agresiones internas y externas. Bandas
contrarrevolucionarias. Sabotajes. Asesinatos. Playa Girón. Crisis de
Octubre. Infiltraciones enemigas.
Amenazas. Bloqueo. Maridaje gusanos-OEA-gobierno de los Estados Unidos.
Frente a todo eso: Pueblo armado, trincheras,
principios, coraje, estoicismo, heroísmo y victorias.
En aquellos primeros años, luchábamos por el
derecho a construir un futuro del cual no podíamos vislumbrar toda su
dimensión. Ahora, cuando aquel futuro es presente y tenemos una obra que defender y
engrandecer, vienen a mi mente hechos y personas protagonistas iniciales de
aquellos cambios, a veces imperceptibles y anónimos, pero que en relación
cuantitativa y cualitativa canalizaron las grandes transformaciones
revolucionarias.
Primero fueron posiciones. Después,
convicciones. Al inicio, discusiones al parecer sin nexos más allá del hecho; luego, definición
como un principio del cual aún no conocíamos el nombre: lucha de clases.
Así
ha sido el proceso revolucionario cubano, que ahora cumple 59 años. La mayoría
de las personas son otras, el pueblo es el mismo, los enemigos siguen siendo
los mismos. Las intenciones imperiales de destruir a la Revolución no han
cambiado; la decisión de seguir siendo
lo que somos y no regresar jamás a lo que fuimos, es y seguirá siendo siempre
una fortaleza inexpugnable.
Raúl
lo definió con pocas palabras: Aquí
estamos y estaremos, libres, soberanos e independientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario