viernes, 29 de diciembre de 2017

Mentira yanqui con piernas cortas



.Orlando Guevara Núñez

Una de las calumnias más utilizadas por el gobierno de los Estados Unidos y la mafia contrarrevolucionaria contra Cuba, es que el pueblo cubano sufre de hambre y que el socialismo, como sistema es un fracaso, pues significa la opresión a la población.
Es una mentira con piernas cortas, desmentida por la realidad en cada esfera de la sociedad cubana. Hace apenas unas horas, se conoció aquí una noticia: Cuba cierra el año con una tasa de mortalidad infantil de 4,2 fallecidos por cada mil nacidos vivos. ¿Cómo podría lograrse ese indicador en un país hambriento?
¿Cómo explicar que antes del triunfo de la Revolución esa tasa andaba por 60 y en muchas zonas era superior, bajo el capitalismo salvaje que vivíamos? De cada niño que entonces moría, la Revolución salva 56. Pero esos datos no tienen cabida en los grandes medios estadounidenses, encargados de satanizar al socialismo y bendecir al capitalismo.
¿Cómo explicar que antes de enero de 1959, la esperanza de vida de la población cubana no llegaba a 60 años y ahora está por encima de 78? ¿Cómo si la alimentación es una condición esencial para la vida?

En su alegato de autodefensa  La historia me absolverá, ante el tribunal que lo juzgaba por los hechos del 26 de julio de 1953, Fidel Castro denunciaba: 

. “La sociedad se conmueve ante la noticia del secuestro o el asesinato de una criatura, pero permanece criminalmente indiferente ante el asesinato en masa que se comete con tantos miles y miles de niños que mueren todos los años por falta de recursos, agonizando entre los estertores del dolor y cuyos ojos inocentes, ya en ellos el brillo de la muerte, parecen mirar hacia lo infinito como pidiendo perdón para el egoísmo humano y que no caiga sobre los hombres la maldición de Dios (…) El acceso a los hospitales del Estado, siempre repletos, sólo es posible mediante la recomendación de un magnate político que le exigirá al desdichado su voto y el de toda su familia para que Cuba siga siendo igual, o peor”.
Pero en esa época, para los Estados Unidos, Cuba era un país “próspero, libre y democrático, ejemplo de los derechos humanos”, aunque aquí la inmensa mayoría de los humanos viviéramos sin derechos.
El drama en los campos y en las montañas era peor. En esta provincia existe un ejemplo elocuente. En la costa sur santiaguera, que ocupa hoy el municipio de Guamá, en su recorrido, el visitante puede observar la existencia de 22 pequeños cementerios.
No fueron intencionalmente construidos. La triste historias es que los pobladores serranos no contaban con un solo médico y, cuando alguien se enfermaba, lo bajaban en hamacas hasta la costa, con la esperanza de que una de las goletas que por allí transitaban, atendieran su ruego y lo trasladaran hasta Santiago de Cuba, para recibir atención, si acaso tenían también algún recurso para pagar la atención médica y las medicinas.
En muchos casos, ese auxilio no llegaba, las personas, muchos de ellos niños, morían. Y los familiares no tenían otra alternativa que sepultarlos allí mismo, en las costas.
Hoy el total de la población cubana, hasta los lugares geográficamente más intrincados, tienen un médico y una enfermera y tienen acceso a cualquier servicio en el municipio, la provincia o el país, totalmente gratis.
En esas zonas distantes, en los casos de huracanes o crecidas de los ríos, antes de que comiencen, bridadas médicas se trasladan a esos lugares y garantizan la atención a la población. Mal podría hacer eso un  país que viva en la miseria y el abandono.
Muchos ejemplos podrían citarse. Pero solo dos bastan: La tasa de mortalidad cubana, que el año anterior fue superior, estuvo mejor que la de los Estados Unidos. En el país agresor y bloqueador, hay más de 40 millones de personas sin seguros médicos; en Cuba, país agredido y bloqueado, no existe un solo ciudadano sin esa asistencia asegurada. Allá, los que disfrutan ese derecho, tienen que pagarlo a un alto precio; en Cuba es totalmente gratis.
¿Quién es más humano, el capitalismo o el socialismo? ¡Juzgue el lector!

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