viernes, 22 de diciembre de 2017

Estados Unidos e Israel: se quedaron esperando a los invitados y notarios para sus nupcias en Jerusalén




.Orlando Guevara Núñez

La prepotencia de Trump y de su embajadora en la ONU quedó hecha añicos por la decisión de las naciones de no hacer caso a esas “guaperías”  e insolentes amenazas en relación con el caso de Palestina, es decir, reconocer a Jerusalén como capital de Israel. Realmente es un asombroso descaro imperial que pone al descubierto sus pretensiones de dominar a un mundo que hace rato se hizo ingobernable por la vía de la intimidación.
Es como si el maridaje de Estados Unidos  e Israel se hubiesen quedado esperando a  los invitados a su boda y a los notarios que santificaran su unión.
Lamentablemente, el pueblo de los Estados Unidos eligió a un presidente que cada día suma nuevos ridículos a su actuación como tal, tanto en el plano externo como interno. Pero algo peor aún: el descrédito de ese gobierno crece ante los ojos del mundo, y cada vez son menos los dispuestos a sumarse a su absurda política.
Sus acusaciones y amenazas contra el gobierno venezolano, su política de doble moral en  Siria, donde ha proclamado combatir al terrorismo al tiempo que apoya a los terroristas. Su política irresponsable en relación con Corea del Norte, sus declaraciones insolentes contra Rusia y China, el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, su cavernícola posición en relación con los cambios climáticos y su irrespeto a naciones incluso consideradas aliadas suyas, son síntomas de una situación que pone cada día en peligro la paz en disímiles puntos del mundo.
El charlatán de solar y la chancletera de esquina, al amenazar a quienes no se sumen a sus disparates, serían dignos de risa si el caso no fuera tan serio. Se creen los dueños del mundo y émulos de la omnipotencia divina. Incapaces de resolver los grandes y graves problemas que aquejan a millones de personas en su país, pretenden dictar nomas sobre cómo deben vivir y actuar las demás naciones.
La Casa Blanca se está convirtiendo algo así como en una carpa de circo – con el perdón de los muchos circos buenos- donde ocupan plazas payasos de pésimas categorías.
La historia demuestra que esa política de amenazas, de agresiones y de prepotencia irracional, ha sido el cadalso de quienes la sustentan. Y, seguramente, el gobierno imperial de los Estados Unidos no será una excepción.

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