.Orlando Guevara Núñez
El Parlamento cubano es mío. Y esa afirmación pueden hacerla todos los cubanos. Favorece al pueblo, incluso
a quienes no comparten las ideas por él defendidas. Desde nuestros hogares,
vimos por la televisión, escuchamos por la radio o leísmos en los periódicos
todos los debates de las sesiones del 19
y 20 del actual diciembre.
Total transparencia. Hermoso ejemplo el de un
Parlamento – nuestra Asamblea Nacional del Poder Popular- que no está
fragmentado en grupos, ni en intereses opuestos, ni plagado de políticos oportunistas,
cuyos escaños constituyen solo un vehículo de enriquecimiento y de apoyo a un
sistema explotador en el cual los ricos serán cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.
Mi Parlamento está integrado por hombres y mujeres
del pueblo, consagrados al bienestar de ese pueblo. Cada debate, cada
intervención, así lo demostró. Los temas económicos, incluyendo el de la
inversión extranjera; los relacionados con la política internacional los de la
salud y el deporte, los agroalimentarios y los de atención a los servicios. En todos
ellos, las discusiones tuvieron un solo fin: mejorar las condiciones de vida
del pueblo, sin excepciones de ningún tipo.
Lo mismo sucedió con las agendas sobre industria,
construcciones y energía, sobre la defensa nacional, y las relacionadas con la
educación, la cultura, la ciencia, la tecnología y el medio ambiente. Y no
fueron una excepción los temas sobre asuntos constitucionales y jurídicos,
además de la atención a la juventud, la niñez y la igualdad de derechos de la
mujer.
Mi Parlamento no se diluye en disputas por intereses
individuales o de grupos. No está marcado por la discusión de leyes a espaldas
del pueblo y contra el pueblo. Las intervenciones de los Diputados fueron
claras, precisas, en ocasiones justamente críticas. No hubo triunfalismos, sino
objetividad. Y lo más importante: no hubo errores o señalamientos críticos, sin
la compañía de propuestas y decisiones para enfrentarlos y resolverlos.
Mi Parlamento tiene como pilar la unidad. Fue electo
por el pueblo y a ese pueblo responde. Por eso, cada vez que se reúne la
Asamblea Nacional, tenemos la confianza de que, como resumen de todo un período
de trabajo, el único favorecido será el pueblo. Ahora los cubanos estamos inmersos en un período electoral
que terminará el 19 de abril del año
entrante, cuando tome posesión la nueva Asamblea Nacional. Nos preparamos para
las votaciones, que en nuestro caso van más allá del depósito de una boleta en
una urna. Votaremos por nuestros Diputados, por nuestro sistema socialista, en
el cual el pueblo es el gobierno y el gobierno es el pueblo. Esa es la
democracia que tenemos, la que necesitamos y defendemos los cubanos.
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