.Orlando
Guevara Núñez
El gobierno
de los Estados Unidos y en su nombre el presidente Trump está enfrascado en un
peligroso juego a la guerra. Y es que para ellos las guerras son,
sencillamente, un negocio.
En su
reciente viaje que incluyó a Corea del Sur y a Japón, el mandatario
norteamericano, bajo el pretexto de una amenaza de Corea del Norte, vendió
miles de millones de dólares en armas a ambos países, negocio que crecerá en
los próximos años. Al gobierno yanqui no le interesa otra cosa que esa, el
negocio, aunque ello implique la pérdida de una cantidad incalculable de seres
humanos.
Estados
Unidos ha utilizado una doble cara en el conflicto de Siria, pues, por un lado,
ha manifestado su interés de combatir el
terrorismo, pero, en la práctica, ha ayudado con armas y recursos a los
terroristas. Libia, Irak, Afganistán, dicen a las claras el carácter agresor del gobierno yanqui, siempre buscando mercado
para su complejo militar industrial.
Estados
Unidos amenaza, agrede, apoya las peores causas y es responsable de la muerte
de millones de personas en disímiles países, al tiempo que otros millones han
tenido que abandonar su tierra y sufrir penurias donde el hambre y las
enfermedades se han sumado a las causas de muerte.
Lo cierto es
que, hasta ahora, Estados Unidos sigue jugando con la guerra. Un juego donde
los muertos, los heridos la devastación de recursos y territorios, lo han
puesto los agredidos.
Pero el
juego sigue. Con una prepotencia irracional, el presidente Trump ha hablado de
barrer a países enteros, como es el caso de Corea del Norte, el Líbano,
Venezuela. Apoya al régimen sionista de Israel frente a la causa palestina y
aprobó recientemente el más alto presupuesto militar de su historia.
Llegará el
momento en que el propio pueblo estadounidense
tome conciencia de que el gobierno de su país- y particularmente su
presidente- pueden llevar a esa nación a un conflicto en el cual las cifras de muertos, los heridos y la devastación se
nutran también con su cuota. ¿Habrá que
esperar, como sucedió cuando la agresión a Viet Nam, que a Estados Unidos
comiencen a llegar los cadáveres de sus hijos, para que el rechazo a esa
política agresiva se haga sentir?
El mundo de
hoy es distinto al del momento en que
Estados Unidos, después de la Segunda Guerra Mundial, sobre los
cadáveres de millones de personas, se erigiera como potencia capaz de imponer
políticas, basado en su poderío económico y militar.
En su
demencia bélica, Trump y su gobierno fabrican enemigos para justificar
agresiones. Mienten deliberadamente a su propio pueblo, apoyados por la prensa
reaccionaria. Esconden la gran verdad de que el real peligro para el pueblo
estadounidense no está fuera de sus fronteras, sino instalado en la Casa
Blanca, el Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia: Son ellos quienes
pueden provocar el holocausto que alcanzaría a todos.
De un
conflicto global, en estos momentos, no quedarían ilesos ni los agredidos ni
los agresores. Está en peligro, incluso, el ser humano como especie. Pero el
imperio sigue irresponsablemente su
juego peligroso. Hasta el día…
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