.Orlando
Guevara Núñez
El
7 de diciembre de 1989, la bandera cubana, en todo el país, ondeó luctouosa a
media asta; pero el patriotismo y el sentimiento solidario escalaron el mástil
más alto. Ese día, en hombros de su pueblo, regresaron a la patria los restos
de nuestros hermanos caídos en misiones en otras tierras del mundo.
Más
que sepultados, fueron sembrados, como simiente multiplicadora del legado martiano de que patria es humanidad y
del pensamiento fidelista de que ser internacionalista es saldar nuestra propia
deuda con la humanidad.
El
recibimiento a los 2 289 cubanos caídos
en las hermanas tierras de Angola, Etiopía y otros países, movilizó al pueblo
en el tributo a quienes con su sangre habían escrito las más hermosas páginas
en la historia del internacionalismo proletario. De ellos, 2 085 cumplían misiones militares y 204
estaban en tareas civiles.
Ellos estuvieron entre los más de 400 000 cubanos que en esos años
marcharon voluntariamente hacia otros pueblos como combatientes y colaboradores. Ese día
Santiago de Cuba atesoró los restos de 256 hijos suyos.
Desde
aquella jornada de tributo, cada 7 de
diciembre, los cubanos resumimos en esa fecha el homenaje perenne a los caídos en misiones internacionalistas. La
fecha escogida es todo un símbolo. Ese
día, de 1896, cayó en combate frente al ejército colonialista español el Mayor General Antonio Maceo Grajales. Por
eso se rinde en esa fecha homenaje a los
mártires de nuestras gestas independentistas.
También
un 7 de diciembre –de 1934- nació el héroe de la lucha clandestina, Frank País
García, cuya muerte gloriosa, el 30 de julio de 1957, marca el tributo a los
caídos en la última etapa de lucha de nuestro pueblo por su definitiva libertad
e independencia.
Por
el simbolismo de esta fecha, ese día de 1993 fue fundada la Asociación de
Combatientes de la Revolución, que en Santiago de Cuba agrupa a más de 30 mil
combatientes.
Con
aquel regreso a la Patria, se cumplía un altruista deseo expresado por Fidel y Raúl:
el de regresar de esas misiones con el único tesoro de los restos de
nuestros héroes caídos para, en hombros de su pueblo, descansar para siempre en
la tierra que los recogiera como simiente para seguir multiplicándose en la presente y
las futuras generaciones.
En
este nuevo . aniversario de la Operación
Tributo, en los cementerios de todos los municipios santiagueros, como a lo
largo de Cuba, nuestro pueblo, junto a los combatientes y familiares de los caídos, colmará de flores
las tumbas de nuestros internacionalistas caídos, ofrendándoles el más digno de
los homenajes: la fidelidad a la causa por la cual ofrendaron su vida.
En
este homenaje, como en años anteriores, no seremos vencidos por el silencio y
la tristeza. Ni por el dolor de una ausencia que pudo no ser, sólo al precio de
haber estado ausentes cuando el honor les señaló un camino. No pensaremos en la
muerte, al recordar a quienes todo lo dieron por la vida.
Ellos
están multiplicados en los miles de cubanos siempre dispuestos, en cualquier
parte del mundo, a salvar una vida, a curar un dolor, a aliviar un mal, a
eliminar las tinieblas de la ignorancia, a compartir lo que tengamos. Multiplicados en la construcción y defensa de
la obra revolucionaaria. A todos ellos,
por eso, los recordamos siempre – más que
por su muerte heroica- por el ejemplo de su vida.
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