sábado, 2 de diciembre de 2017

La medicina unida al patriotismo en Cuba




.Orlando Guevara Núñez

En   búsqueda de ejemplos de  abnegados y capaces profesionales de la medicina  cubana, quienes al ejercicio de su profesión  unieron la lucha por la libertad e independencia patria, desde las contiendas del  siglo XIX hasta la que concluyó con el triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959, encontramos un pequeño texto titulado Médicos combatientes, cuyo autor es el angiólogo  santiaguero  Roberto Fong Sorribes.
De  la primera etapa el citado texto reseña la vida de doctores como Miguel Bravo Sentíes, cirujano, quien fuera secretario y médico de Carlos Manuel de Céspedes. Combatió junto a Máximo Gómez. Fue general de brigada; Ramón Luis Miranda Torres, cirujano y forense, último médico de José Martí; Federico Icháustegui Cabrera, combatiente del 68 y del 95, general del Ejército Mambí.
Antonio L. Luaces Iraola, médico insurrecto, peleó junto a Ignacio Agramonte y Máximo Gómez, hecho prisionero, fusilado por los españoles, al no aceptar pasarse a ellos; Sebastián Amábile Correa, médico cirujano, se sumó en 1869 a la guerra, murió en combate ese mismo año. Sobre él escribió Martí: “Llame usted vil a quien no llore por Sebastián Amábile”; Eduardo Agramonte Piña, médico cirujano, se incorporó desde el inicio a la guerra del 68, instrumentó los toques de cornetas mambises,  cayó en combate en 1872, en Camagüey; Eusebio Hernández Pérez, gineco  obstetra combatió en la Guerra Chiquita y en la del 95.
En Médicos combatientes, Fong Sorribes inscribe también los nombres de  Fermín Valdés Domínguez Quintanó, médico cirujano, amigo entrañable de José Martí. En la guerra de 1895 combatió junto a José Maceo y Máximo Gómez, alcanzó los grados de coronel; Tomás Padró Sánchez Griñán, doctor en farmacia, combatió en las tres guerras de independencia, general de brigada, alcalde de Santiago de Cuba en 1900; Ambrosio Grillo Portuondo, patriota de larga trayectoria, fundó la primera Liga antituberculosa, gestor de varias obras sociales en Santiago de Cuba; Joaquín Castillo Duany, médico cirujano, peleó en la guerra de 1895, ayudó a organizar varias expediciones mambisas.
Otros médicos combatientes, Pedro Betancourt Dávalos, médico cirujano, combatió durante la gesta de 1895, fue jefe de una División en Matanzas, provincia de la cual fue gobernador después de concluir la guerra; Eugenio Molitet  Amorós, doctor en farmacia, fue a la manigua en 1895, peleó junto a Máximo Gómez, fue general de brigada; Eugenio Sánchez Agramonte, doctor en medicina, en 1895 se unió a  las fuerzas de Máximo Gómez, fue jefe de Sanidad Militar, general de brigada. Juan Bruno Zayas Alfonso, graduado en medicina, combatió en la guerra de 1895,junto a Gómez y de Maceo, quien lo propuso como general, cayó en combate el 30 de julio de 1896, a los 29 años de edad.
Se suman a los  mencionados en el libro de Fong Sorribes, Porfirio Valiente del Monte, cirujano, se incorporó, en 1895 a la tropa de José Maceo, luego a la de Calixto García; Manuel Alfonso Seijas, médico, peleó en la guerra de 1895, fue general de brigada; Hugo Roberts Fernández, médico personal y del Estado Mayor de Antonio Maceo en 1895, general de brigada; Oscar Primelles Cisneros, médico cirujano, cayó en combate en Camagüey, en diciembre de 1895, teniente coronel: Daniel Gispert García, médico cirujano, en 1895 peleó junto a Serafín Sánchez y otros jefes rebeldes ,coronel; Benigno Souza Rodríguez, de estudiante, conoce a Maceo y a Gómez en la manigua, con quienes su familia colabora, escribió valiosos textos sobre las luchas independentistas.
Otros profesionales de la medicina, cuya vida se sintetiza en Médicos combatientes, pero ya con el siglo XX como escenario, son Gustavo Aldereguía Lima, tisiólogo, militante revolucionario que luchó junto a Julio Antonio Mella y Rubén Martínez Villena, de quien fue médico, publicó varias obras científicas, tras el triunfo de enero,  fue embajador cubano en Yugoslavia; Mario Muñoz Monroy,  revolucionario de larga trayectoria junto a Fidel Castro, asaltante al Cuartel Moncada, médico  del grupo atacante, primer asesinado el mismo 26 de julio de 1953, día en que cumplía 41 años de edad. Miguel D´Alexandro Bode, dermatólogo, revolucionario desde su juventud, militó en las filas del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, combatiente del 30 de noviembre, fundador de la Escuela de Medicina santiaguera. Vicente de la O Gutiérrez, se especializó en neumotisiología, combatiente del Ejército Rebelde, integró la Columna Invasora del Che, terminó la guerra con el grado de capitán,  luego  ascendido a Comandante.
Cierran la lista de médicos combatientes incluidos en el pequeño libro de Roberto Fong, Julio Martínez Páez, ortopédico, combatiente clandestino y del Ejército Rebelde como jefe de Sanidad Militar, comandante, Ministro de Salud Pública, escribió varios trabajos científicos. Carlos Mirabal Bahr, neumotisiólogo, combatiente del 30 de noviembre, fue Decano de la Facultad de Medicina, escribió varios trabajos científicos. Faustino Pérez Hernández, conocido revolucionario en la clandestinidad y en la Sierra Maestra, expedicionario del Granma, comandante del Ejército Rebelde, dedicó su vida a la Revolución hasta su muerte. René Vallejo Ortiz, médico revolucionario, comandante del Ejército Rebelde, laboró junto a Fidel varios años. Ernesto Guevara de la Serna, médico, jefe de Sanidad del Granma, primer ascendido a comandante por Fidel en la Sierra Maestra y jefe de la primera columna nacida de la Columna  1 de Fidel –la 4-, luego jefe de la Columna Invasora Nro. 8, “Ciro Redondo”. Ejemplar revolucionario cuya vida y obra se sintetiza en una sola palabra: Che. Manuel Fajardo Rivero, médico combatiente de la Sierra Maestra y del IV Frente Simón Bolívar. Comandante del Ejército Rebelde. Cayó el 30 de noviembre de 1960 combatiendo a las bandas contrarrevolucionarias.
Estos son los homenajeados en el pequeño libro Médicos combatientes, de Roberto Fong Sorribes. En otros dos textos publicados, el autor  hurga en la vida y obra de varios más.  En médicos ilustres de Santiago de Cuba aparecen 30, mientras que en Médicos latinoamericanos, se insertan  73. Muchos nombres faltan, sobre todo de la etapa republicana y de la gesta contra la dictadura batistiana. Un nuevo empeño del autor, se propone, en lo posible, saldar la deuda de divulgar la vida y obra de ellos, para que las nuevas generaciones, que aspiran a ascender su copa, desciendan   primero a sus raíces.

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