miércoles, 22 de diciembre de 2021

El sacrificio oportuno es preferible a la aniquilación definitiva


Orlando Guevara Núñez

 


 

Cuando José Martí expresó este pensamiento estaba tratando un tema para él esencial: las intenciones de los Estados Unidos de anexarse a Cuba. Fue en una carta a su amigo y patriota Gonzalo de Quesada, firmada el 29 de octubre de 1889, en Nueva York. 

Con visión de presente y de futuro, está alertando Martí a Quesada, quien había sido nombrado Secretario del delegado de Argentina a la Conferencia Internacional Americana, en Washington, iniciada  el 2 de octubre de ese mismo año, sobre los peligros que se vislumbraban.

Le habla sobre “el peligro en que está usted, de que, con el pretexto de amistad, se le acerquen personas interesadas que quieran valerse de la posición de confianza de que goza, cerca de una delegación importante a la que con la astucia se quisiera deslumbrar, o confundir, o convertir, o traer a la estimación de personas que llevan el veneno donde no se les ve. Lo han de querer usar, descaradamente unos, y otros sin que usted lo sienta”.

Lo alerta sobre la habilidad de los hombres decididos a intrigar y necesitados de servir, y le dice que es necesario ser hábil y honrado, contra los que son hábiles, y no honrados.

Le comenta que “hay marea alta en todas estas cosas de anexión”, y sobre una presunta visita a La Habana del Secretario de Estado del gobierno de Estados Unidos, a favor de la anexión, respecto a la que él mismo ha recibido comunicación. En ese contexto, Martí considera peligroso, o por lo menos inútil, el  mencionado Congreso Internacional.

Fue posición de Martí la inconveniencia de que el tema Cuba fuera llevado a ese evento, en el que la parte principal la tendrían los Estados Unidos. Sin embargo, dice que comprendió inevitable incluir allí esa agenda, buscando siempre el modo más útil, puntualizando que “para mí no lo es ninguno que no le garantice a cuba su absoluta independencia”.

Afirma que para que la Isla sea norteamericana no necesitamos hacer ningún esfuerzo, porque si no aprovechamos el poco tiempo que nos queda para impedir que lo sea, por su propia descomposición vendrá a serlo. Dijo que eso espera este país  y a eso debemos oponernos nosotros. Plantea su oposición a que Estados Unidos pretenda la libertad cubana de España, siendo una nación que por razones geográficas, de estrategia, hacienda y política nos necesita.

Se refiere a los propósitos confesos o tácitos de los Estados Unidos sobre Cuba y expone  tres  interrogantes: La indemnización, ¿quién la había de garantizar, sino la única nación americana que puede hacerla efectiva?  Una vez en Cuba los Estados Unidos, ¿quién los saca de ella?  Y ¿por qué ha de quedar Cuba en América, como según este precedente quedaría, a manera no del pueblo que es, propio y capaz, sino como una nacionalidad artificial, creada por razones estratégicas?

Las respuestas, el propio Martí las ofrece en su carta a Gonzalo: “Base más segura quiero para mi pueblo. Ese plan, en sus resultados, sería un modo directo de anexión. Y su simple presentación lo es. Es cuando afirma que el sacrificio oportuno es preferible a la aniquilación definitiva. Y argumenta que es posible la paz de Cuba independiente con los Estados Unidos, y la existencia de Cuba independiente, sin la pérdida, o una transformación que es como la pérdida de nuestra nacionalidad,

 

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