sábado, 4 de diciembre de 2021

Después de Alegría de Pío

 

 

 El 5 de diciembre de 1956 - tres días después del desembarco- los expedicionarios del Granma, encabezados por Fidel Castro, tuvieron su bautizo de fuego en el lugar conocido como Alegría de Pío, una colonia cañera de la entonces compañía New Niquero, otrora provincia de Oriente.

Los revolucionarios, después de un azaroso desembarco, estaban agotados y caminaban con el objetivo de internarse en la Sierra Maestra. Hasta ese momento, las tropas del ejército batistiano no los habían localizado, pese a la numerosa cantidad de hombres y medios, incluyendo la aviación que reconocía y bombardeaba la zona de operaciones.

En realidad, pudieron contactar con la fuerza rebelde gracias a la delación de un individuo del lugar que horas antes había servido de práctico a los expedicionarios y conocía su ubicación y rumbo trazado. Ese hecho fue señalado posteriormente por el Che como un costoso error, al dejar en libertad a un práctico, al cual no se conocía, estando aún en el área de peligro. El traidor, nombrado Laureano Noa Yang, pagó su falta, al ser ajusticiado por el Ejército Rebelde en el año 1957.

Así, a las 4:45 de la tarde de ese día, el fuego enemigo sorprendió a los rebeldes y descargó sobre ellos un intenso ataque. La sorpresa se convirtió en derrota, pues los revolucionarios no tuvieron otra alternativa que la dispersión en pequeños grupos, en un lugar  totalmente desconocido, ferozmente perseguidos y, en la mayoría, en unas condiciones físicas muy adversas.

Sin embargo, en Alegría de Pío  cayeron  solo tres combatientes rebeldes. Ellos fueron Israel Cabrera Rodríguez, Humberto Lamothe Coronado y Oscar Rodríguez Delgado. Otros, incluyendo al Che, fueron heridos, pero lograron evadir el cerco, la persecución y salvar la vida.

Los días posteriores a  Alegría de Pío fueron dramáticos para los  expedicionarios.  Durante esos aciagos momentos, 18 murieron asesinados; otros 18  lograrían reagruparse para continuar la lucha en la Sierra Maestra; 21 evadieron el cerco y escaparon a la persecución y la muerte, mientras que 22, presos luego de que cesaran las matanzas, fueron enviados a prisión.

El día 7 de diciembre, fueron asesinados en el lugar conocido como Pozo Empala´o, luego de ser tomados prisioneros, los expedicionarios René Bedia Morales y Eduardo Reyes Canto, mientras que ese mismo día, en Boca del Toro, corrieron igual suerte Miguel Cabañas Perojo, Noelio Capote Figueroa, Cándido González Morales, Antonio López Fernández, René O. Reiné García, Tomás David Royo Valdés, José R. Smith Comas y Raúl Suárez Martínez. De los crímenes de ese día fue víctima también Miguel Saavedra Pérez, en el  propio Alegría de Pío.

Al día siguiente, 8 de diciembre, engrosarían la lista de expedicionarios hechos prisioneros y asesinados, en la localidad de Macagual: José R. Martínez Álvarez y Armando Mestre Martínez. En igual fecha, serían víctimas del crimen Félix Elmuza Agaisse, Santiago Liberato Hirzel González, Andrés Luján Vázquez y Luis Arcos Bergnes.

El último expedicionario asesinado en los días posteriores al desembarco fue Juan Manuel Márquez Rodríguez, segundo al mando del Granma, quien había quedado solo, siendo apresado y masacrado en el lugar conocido como La Norma, en las cercanías del poblado de San Ramón.

. La solidaridad, en esos momentos adversos, pudo más que la fuerza del crimen. Los grupos organizados por el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, con Frank País García y Celia Sánchez Manduley como figuras cimeras en la clandestinidad,  y Crecencio Pérez y Guillermo García en la zona de operaciones, lograron rescatar, salvar y unir al grupo de revolucionarios que proseguiría luego la lucha. Ahí estarían Fidel, Raúl, Almeida, el Che, Camilo, Ramiro y otros valiosos combatientes.

Así, cuando el 18 de diciembre de 1956, en Cinco Palmas, Purial de Vicana, volvieron a reunirse Fidel y Raúl, contando entonces con ocho hombres y siete armas, el jefe de la Revolución pronunció las proféticas palabras de que ¡Ahora sí ganamos la guerra!, comenzarían a cimentarse los futuros triunfos que uno tras otro concluirían con la victoria revolucionaria del 1ro. de enero de 1959.

 

 

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