.Orlando Guevara Núñez
El primer día de enero de 1959, el pueblo cubano despertó con una noticia que estremeció a toda la nación. El tirano Fulgencio Batista había huido del país. El Ejército Rebelde había derrumbado a la sangrienta dictadura que durante siete años sumió a Cuba en el oprobio y el crimen.
Pero eso no significaba todavía el triunfo completo de la Revolución. En la capital cubana asumió el mando una junta militar que pretendía engañar al pueblo e impedir la verdadera victoria revolucionaria.
En Oriente, las fuerzas del Primer, Segundo y Tercer Frentes Orientales, bajo el mando del Comandante en Jefe Fidel Castro y los Comandantes Raúl Castro y Juan Almeida, habían barrido con los principales bastiones enemigos.
La noticia de la huida de Batista, encontró a Fidel en el Central América (hoy América Libre) en Contramaestre, donde había establecido su Comandancia.
La reacción del máximo jefe del Ejército Rebelde resultó inmediata y certera. La decisión fue marchar sobre Santiago de Cuba. De Contramaestre salió para Palma Soriano y desde allí, a través de Radio Rebelde, dirigió su histórica alocución a las fuerzas rebeldes y al pueblo de Cuba.
“Cualesquiera que sean las noticias procedentes de la capital, nuestras tropas no deben hacer alto al fuego por ningún concepto. Nuestras fuerzas deben proseguir sus operaciones contra el enemigo en todos los frentes de batalla. Acéptese sólo conceder parlamento a las guarniciones que deseen rendirse”.
“Las operaciones militares proseguirán inalterablemente mientras no se reciba una orden expresa de esta Comandancia, la que solo será emitida cuando los elementos militares que se han alzado en la capital se pongan incondicionalmente a las órdenes de la jefatura revolucionaria”.
La consigna de ¡Revolución si, golpe militar no! fue proclamada por el Comandante en Jefe, junto al llamado al pueblo a prepararse para la huelga general revolucionaria si fuese necesario.
Ese histórico 1ro. de enero, Fidel dirige, también desde Palma Soriano a través de Radio Rebelde, una ardiente y patriótica alocución al pueblo de Santiago de Cuba, donde afirma que la guarnición de esa ciudad, atrincherada en el Moncada, está cercada y que si ese día, a las 6:00 de la tarde no ha depuesto las armas, las tropas rebeldes avanzarían sobre la capital oriental y tomarían por asalto las posiciones enemigas.
Como parte de las acciones rebeldes, unos cien combatientes clandestinos, armados, socavaban el maltrecho poder de las fuerzas batistianas en las entrañas de la ciudad.
“! La historia del 95 no se repetirá! !Esta vez los mambises entrarán en Santiago de Cuba!
Pero las tropas batistianas estaban ya desmoralizadas, vencidas e incapaces de soportar el empuje rebelde en Oriente. Las Columnas Invasoras de Camilo y el Che, combaten con igual destreza y audacia en su marcha hacia Occidente, rindiendo guarniciones, acorralando y venciendo al enemigo.
Es así como ese mismo turbulento 1ro. de enero de 1959, el coronel Rego Rubido, al frente de la guarnición del Moncada, acepta la rendición incondicional, durante una entrevista sostenida con Fidel en El Escandel, próximo a El Caney, en las cercanías de Santiago de Cuba.
Al término de esa capitulación, Raúl Castro parte hacia la ciudad de Santiago de Cuba, a hacerse cargo de la fortaleza. Un testigo excepcional de la entrada de Raúl al Moncada, el coronel ® Raúl Guerra Bermejo (Maro) recuerda así aquel episodio:
“Cuando el jefe (Raúl Castro) empezó a ascender las escaleras, para que no se me perdiera en medio de la multitud, le agarré el cinto por detrás. Subimos a la oficina de Rego Rubido, precisamente el lugar donde otrora Raúl había sido conducido prisionero y después interrogado por el general Díaz Tamayo.
(…) Acto seguido, se subió al buró, después de ordenar que lo pegaran a la pared y cogió un retrato de Batista que estaba colgando y le dio otro, con una foto de Francisco Tabernilla, jefe del Estado Mayor General del Ejército, a Rego Rubido. Primero estrelló el de Batista contra el piso y gritó: ¡Viva la Revolución! Vio que Rubido estaba dudoso, y le espetó: ¿lo tiras o no lo tiras? El hombre por fin lo tiró. Raúl volvió a decir: ¡Viva la Revolución!
Esa misma noche del primero de enero de 1959, Fidel, desde el balcón del Ayuntamiento, frente al Parque Céspedes, proclama el triunfo definitivo de la Revolución cubana. Es ya la madrugada del día dos cuando se produce ese acontecimiento, el más trascendente en la historia de la nación cubana.
Día inolvidable de gloria. Combatientes del Ejército Rebelde y de la Lucha Clandestina se funden con el pueblo. Las puertas y ventanas tantas veces abiertas a los luchadores por la libertad en los momentos más difíciles de la lucha, se abrían esta vez para los vencedores.
Y así nació una nueva historia de la nación cubana. Una nueva etapa de la Revolución que no ha sido nunca traicionada. Una Revolución que cumplió los sueños del Moncada y no ha dejado de forjar otros que convierte en realidad su pueblo heroico.