jueves, 10 de septiembre de 2020

Juan Almeida Bosque, símbolo de Revolución


 

 

.Orlando Guevara Núñez

 


 

El 17 del pasado  febrero, el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque habría cumplido  93  años de edad. La muerte se interpuso el 11 de septiembre del 2009. En esa ocasión, los cubanos, más que sepultar un cadáver, sembramos un símbolo. Es realmente imposible prescindir de su nombre cada vez que se habla de Revolución, tanto en su etapa de lucha por la libertad como en la construcción y defensa de la obra conquistada.

Nació y creció entre una familia humilde. A los once años comenzó a trabajar, obligado por la necesidad económica. Alternaba trabajo con el estudio. Fue mozo de limpieza durante cinco años. Recogía, en el balneario de Miramar, arena para que el viento no se la llevara, y ayudaba en el mantenimiento del edificio.

Quedó cesante y luego trabajó como tractorista en Ciego de Ávila. Después, de regreso a La Habana, fue listero de Obras Públicas, chequeador de camiones, reportador de roturas de calles y aceras. Albañil. En la sociedad pre revolucionaria, sufrió la discriminación racial por ser negro.

Después del golpe de estado del 10 de marzo de 1952, que llevó al poder al sanguinario Fulgencio Batista, la vida de Juan Almeida tomó otro sendero que lo llevaría a la cima de nuestra historia. Conoció a Fidel Castro. Y el 26 de julio de 1953, estuvo entre los asaltantes al Cuartel Moncada, de Santiago de Cuba. Tras el fracaso de la acción militar, siguió a Fidel hacia las montañas, hasta ser hecho prisionero. Después vino la prisión, luego el exilio en México, el desembarco en el Granma y la lucha gerrillera en la Sierra Maestra.

Durante el juicio por los sucesos del Moncada, interrogado por el Tribunal sobre si él quería que triunfara la Revolución para mandar, dio una respuesta con fuerza de presente, afirmando que él quería que triunfara la Revolución para que fuera el pueblo quien mandara. Y su afirmación fue más allá: Tendrá que llegar el día en que sea el pueblo quien mande. Su visión de futuro fue confirmada por la historia.

En la expedición del Granma, llegada a Cuba el 2 de diciembre de 1956, Almeida vino como Capitán, jefe del Pelotón del Centro. Tras el desembarco, nuevas hazañas se sumaron a la historia del héroe y nuevos elementos enriquecieron su personalidad como combatiente revolucionario.

El 5 de diciembre, tres días después de estar en tierra cubana, durante el bautizo de fuego de los expedicionarios, Almeida legó a los cubanos un grito de guerra  hoy con vigencia acrecentada: ¡Aquí no se rinde nadie, c…...!  Esa fue su respuesta ante  un llamado del enemigo a rendirse.

Durante muchos años, se atribuyó ese grito de combate al Comandante Camilo Cienfuegos, otro de los grandes héroes cubanos, muerto en un accidente aéreo, el 28 de octubre de 1959. Camilo no podía ya aclarar el error, y la modestia de Almeida le impidió subsanarlo. Fue Raúl Castro quien hizo pública la rectificación histórica.

Tras la derrota y la dispersión derivadas del primer encuentro con el ejército de la dictadura, Almeida estuvo entre los expedicionarios que se  reagruparon en torno a Fidel para continuar la lucha en las montañas de la Sierra Maestra.

El 17 de enero de 1957 – exactamente mes y medio después del desembarco - el naciente Ejército Rebelde desarrollaría su primer combate victorioso contra la tiranía batistiana. Fue atacado y tomado el cuartel de La Plata, paraje sembrado justamente entre el Mar Caribe y las estribaciones de la Sierra Maestra. En esa acción estuvo, como jefe de uno de los cuatro grupos creados por Fidel para el ataque, el entonces Capitán Juan Almeida Bosque.

En mayo de ese mismo año, el día 28, tiene lugar uno de los combates más cruentos durante la guerra revolucionaria, el de El Uvero, también en la Sierra Maestra. Sobre esa acción diría después Fidel: El capitán Almeida dirigió un avance casi  suicida con su pelotón. Sin tanto derroche de valor, no habría sido posible la victoria. Una aseveración del General de Ejército Raúl Castro, con sólo seis palabras, definiría el papel del héroe en  esa ocasión: Almeida fue el alma del combate. En El Uvero, recibió una herida en una pierna y otra en un brazo.

El 1ro.de marzo de 1958, se produce en la Sierra Maestra un acontecimiento trascendente para el ulterior desarrollo de la guerra: la creación de nuevos frentes guerrilleros en la región oriental cubana. Raúl Castro fue designado para abrir el II Frente Oriental Frank País, en la zona de la Sierra Cristal, mientras que Almeida recibió la misión de crear el III Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, en la propia Sierra Maestra.

Poco antes, el 27 de febrero, ambos capitanes del Granma y destacados combatientes, Raúl y Almeida, habían sido ascendidos al grado de Comandante del Ejército Rebelde.

Al frente de sus respectivas Columnas, Almeida fundó el III Frente el 6 de marzo de 1958, y Raúl establecería el II Frente cinco días después.

Comienza una nueva etapa, de mayores responsabilidades, para Almeida.

Su capacidad como jefe militar se desarrolla en cada acción. Y la fuerza guerrillera comienza a materializar su objetivo de que el pueblo conociera la presencia del Ejército Rebelde en las proximidades de Santiago de Cuba, cercar a ésta y a otras ciudades cercanas y no permitir la salida de armas y refuerzos hacia los lugares atacados por  las fuerzas rebeldes.

En mayo de igual año, la tiranía lanza sobre el I Frente José Martí, dirigido personalmente por el Comandante en Jefe Fidel Castro en la Sierra Maestra, la llamada Ofensiva de Verano, respaldada por más de 10 000 efectivos militares, apoyados por artillería, aviación, tanques y la Marina de Guerra. Al llamado de Fidel, Almeida marcha junto a un grupo de seleccionados combatientes hacia esa zona de operaciones, dejando en el III Frente fuerzas capaces de continuar asestando derrotas al enemigo.

Desde ese momento, combaten juntos los integrantes de las tropas de Fidel y de Almeida.

En agosto de 1958, luego de cumplir con precisión y eficacia la misión encomendada, derrotada la ofensiva de la tiranía, el jefe del III Frente regresa a su zona de operaciones y establece su Comandancia Central en la Lata, enclavada en el actual municipio santiaguero que lleva el nombre de ese frente guerrillero.

Iniciada la ofensiva rebelde u Operación Santiago, las tropas de Almeida desempeñan un papel decisivo junto a las del Comandante en Jefe Fidel Castro. Una a una, las posiciones del enemigo ceden ante el empuje de las fuerzas revolucionarias. Cae Guisa, el 30 de noviembre de 1958, le siguen Baire, El Cobre, Jiguaní, Palma Soriano y Maffo. Las tropas de Almeida combaten también junto a las de Raúl, en el territorio del II Frente, atacan y toman cuarteles  y poblados, al tiempo que estrechan el cerco sobre la ciudad de Santiago de Cuba.

El enemigo no tuvo tregua en su zona de operaciones. Nuevas Columnas y Capitanías rebeldes surgen del III Frente, multiplicando sus fuerzas y acciones. Hasta que el 1ro. de enero de 1959, la tiranía es derrocada y el Ejército Rebelde entra triunfante en Santiago de Cuba.

Al referirse a las fuerzas que él fundó y dirigió durante la guerra, el propio Almeida diría: "El III Frente, nacido de la concepción revolucionaria y el espíritu de ofensiva de Fidel, cumplió con honor la misión que le designó el Comandante en Jefe, y fue uno de los puntales de la victoria definitiva del pueblo cubano".

Otra justa definición la haría el General de Ejército Raúl Castro: "Almeida cumplió, con su proverbial lealtad, eficacia y espíritu de sacrificio, la misión de crear el Tercer Frente y posteriormente cerrar el cerco a Santiago de Cuba".

El 7 de diciembre de 1959, Raúl en una intervención pública, afirmó que entre los rebeldes Almeida era el que más se parecía a Antonio Maceo. Una vez, en una entrevista, le pregunté lo que había sentido ante aquella aseveración. Su respuesta fue precisa y reveladora de modestia: "Ruborizarme por la comparación inmerecida y por la muestra de confianza tan grande que tuvo en mí, en año tan joven de la Revolución".

Juan Almeida Bosque, como en la guerra, fue un símbolo para los cubanos en la paz. Sus responsabilidades en el Partido, en el Estado, en las Fuerzas Armadas, presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana desde su fundación, su fidelidad y firmeza revolucionarias, dejaron una honda huella en el pueblo. Héroe de la República de Cuba y Orden Máximo Gómez, de Primer Grado. Escritor a quien debemos una fecunda obra histórica, sensible compositor de hermosas obras musicales, celoso promotor y guardián de nuestros monumentos históricos. Albañil cuya obra más grandiosa fue la Revolución.

Así lo recordamos hoy. Así lo sentimos los santiagueros –como todo el pueblo cubano- en este aniversario 11 de su  desaparición física. Porque el nombre de Juan Almeida Bosque será siempre para nosotros, un símbolo de Revolución.

 

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