martes, 8 de septiembre de 2020

El Ejército Rebelde, en El Cobre, respetó el Santuario de la Virgen de la Caridad

 


. Orlando Guevara Núñez

Es un hecho poco divulgado. Sucedió en la madrugada del 11 de abril de 1958, en el poblado de El Cobre. El  Ejército Rebelde atacó ese poblado, con el objetivo de obtener explosivos para enviar a la Comandancia Central,  cumpliendo una solicitud del Comandante en Jefe Fidel Castro.

Fuerzas del Tercer Frente Oriental Dr. Mario Muños Monroy, bajo la jefatura del Comandante Juan Almeida Bosque, ejecutaron la acción. En el ataque hubo tres puntos principales: Israel Pardo, con  una escuadra reforzada, se ocupó del Polvorín; el capitán Calixto García Martínez situó una emboscada entre Melgarejo y El Cobre, para interceptar un posible refuerzo desde Santiago de Cuba. Y el segundo jefe del Tercer Frente, capitán Guillermo García Frías, realizó la toma del poblado.

Tanto la misión de Israel como la de Calixto, fueron exitosas, pues se obtuvieron los explosivos, se hizo explotar el polvorín y se interceptó  e hizo retroceder el refuerzo enemigo, causándole numerosas bajas. En el caso de Guillermo, se produjo el hecho relacionado con la Virgen de la Caridad del Cobre.

Resulta que los soldados de la tiranía, ante la presencia insurrecta, se atrincheraron en el Santuario y desde allí disparaban a los combatientes dirigidos por Guillermo. Sin embargo, el  jefe rebelde emitió una orden que fue cumplida: No disparar contra esa instalación, por respeto a la Patrona de Cuba.

En su versión oficial, la tiranía dijo que eran unos 200 combatientes rebeldes y -completando una mentira para justificar su derrota- trató de engañar a la opinión pública, afirmando que la acción se había producido porque Fidel quería llevarse la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre para la Sierra Maestra y ellos lo habían impedido y por eso se había hecho explotar el polvorín.

Lo cierto es que la tiranía no pudo ocultar la realidad de que el Ejército Rebelde no solo operaba ya en las cercanías de la capital de Oriente, sino que era capaz de combatir victoriosamente en las mismas puertas de Santiago de Cuba. A partir de entonces, se fortaleció más la cooperación entre los soldados rebeldes y los combatientes clandestinos y creció el apoyo popular a la guerrilla.

 

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