martes, 16 de enero de 2018

Trump, una pieza loca del sistema que lo engendró




.Orlando Guevara Núñez
Solo en una sociedad en descomposición, como lo es el capitalismo, puede producirse el fenómeno de que sea electo un presidente con tan pronunciados signos de racismo, prepotencia y altanería, capaz, de poner al mundo al borde de un holocausto nuclear, como lo está haciendo ahora Donald Trump en los Estados Unidos.
Esta es la potencia más agresora que ha conocido la historia de la humanidad. La que más guerras, muertes  y destrucción ha provocado después de la Segunda Guerra Mundial.
El presidente de este imperio es solo una pieza de un gobierno, el de los millonarios, que para  existir necesita de las guerras, de las agresiones, de las amenazas, del despojo de los recursos de otras naciones. Solo una pieza, vale la reiteración, pero tan decisiva que hace la función de detonante  capaz de provocar el conflicto que  podría ser el fin de la especie humana.
Leyes que afectan a otros muchos pueblos del mundo y al propio pueblo de los Estados Unidos, son aprobadas por el Congreso de ese país. No importan los derechos que haya que pisotear, lo que interesa es que los ricos sean cada vez más ricos y el número de desposeídos crezca, porque sin ellos no podría existir el capitalismo. Es una verdad comprobada que el capitalismo no puede existir sin los que producen los bienes, y que éstos sí pueden existir sin los capitalistas.
El imperialismo norteamericano está yendo mucho más allá de la simple explotación del hombre por el hombre a través de la apropiación de los resultados de su trabajo. En su afán de poder y de riquezas, el águila imperial  se abalanza sobre otras naciones y se auto proclama con derecho a hacerlo.
Pero es esa la política que está llevando a ese imperio no solo a ser objeto de la crítica, sino también a tener que enfrentar la resistencia de los gobiernos y pueblos, incluso de algunos considerados como aliados suyos. Esto demuestra  que hoy, ni en la economía, ni en la política, ni en el plano militar, esta potencia está en condiciones de imponerse universalmente, aunque aún pueda ejercer dominio sobre algunos gobiernos sumisos.
Así, las criticas a las amenazas, presiones y chantajes, están llamadas a convertirse en acciones. Eso está pasando con la reacción ante los reiterados disparates expresados por Donald Trump en casos muy concretos como los de la península coreana, las relaciones económicas con la Unión Europea, los acuerdos sobre el programa nuclear de Irán, el  retroceso de las relaciones diplomáticas con  Cuba, el  reconocimiento imperial de Jerusalén como capital israelí. Solo estos ejemplos, entre otros muchos.
El gran conflicto estará más cerca a medida que Estados Unidos incremente  su política agresiva y de despojo, y los pueblos se decidan a enfrentarlo. En la historia de la humanidad, muchos imperios que parecían eternos han caído. El imperialismo yanqui no será una excepción. Es a eso a lo que no se resignan Trump y su gobierno. Lo que sí es evidente: la pieza que está siendo el actual presidente yanqui en su sistema de gobierno, o es cambiada, o el proceso en su contra se acelerará. El mal no es de un hombre, sino del sistema, pero los hombres desempeñan un papel importante.

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