.Orlando Guevara Núñez
El gobierno de los Estados Unidos –mejor podría decirse los gobiernos, porque ha sido una práctica sistemática- cuando desea agredir a otras naciones, dominarlas o vender armas a otras, no tiene límites para, en nombre de su seguridad nacional, acudir a la mentira e inventar enemigos, engañando a la opinión pública internacional y a su propio pueblo.
Los cubanos conocemos bien esas patrañas, porque
hemos sido y seguimos siendo víctimas de ellas. No son suposiciones nuestras,
sino hechos expuestos en documentos norteamericanos ya desclasificados sobre el tema Cuba.
“Pudiéramos
hundir una embarcación llena de cubanos en ruta hacia la Florida (real o
simulada)” “Pudiéramos promover intentos
contra las vidas de los refugiados cubanos en los Estados Unidos, incluso hasta
el punto de herir a algunos de ellos en casos que serían ampliamente
divulgados”.
La demencia
iba mucho más allá, con total desprecio a la vida humana. “Es posible crear un
incidente que demuestre de manera convincente que un avión cubano atacó y
derribó a un avión civil arrendado que volaba de los Estados Unidos a Jamaica,
Guatemala, Panamá o Venezuela”. “Los pasajeros pudieran ser un grupo de
estudiantes universitarios o cualquier otro grupo de personas con intereses
comunes como para arrendar un vuelo”.
La infamia y
la criminalidad sobrepasaban los límites y retrataban al imperio norteamericano
en toda su dimensión terrorista. Por acabar con la Revolución cubana, los más
atroces procedimientos tomaban categoría de política de Estado en el gobierno
de los Estados Unidos.
“Pudiéramos
desarrollar una campaña terrorista cubano-comunista en el área de Miami, en
otras ciudades de la Florida y en Washington. La campaña de terror podría estar
encaminada contra los refugiados cubanos que buscan asilo en los Estados
Unidos”.
Como puede
observarse, los propios cubanos que han emigrado hacia los Estados Unidos han
estado en peligro de ser sacrificados, en pos de crear un pretexto para agredir
a Cuba.
Como se
conoce, en fecha reciente, el gobierno yanqui inventó otra insostenible mentira:
la agresión cubana a la salud de algunos de sus funcionarios y familiares en la
sede de su embajada en La Habana. Un ataque acústico con consecuencias de
sordera. Ni ellos mismos se lo creen. Por eso ni siquiera permitieron la
investigación seria del problema, calificado por muchos científicos de su propio
país como improbable.
Pero
necesitaban Trump y su camarilla un argumento para entorpecer el proceso de
normalización de relaciones con Cuba, iniciado por la administración de Obama.
Y al no existir, acudieron al viejo truco de inventarlo. Al hacerlo están
conscientes de que perjudican a miles de cubanos residentes en ese país – y en
el nuestro- que ven interrumpidos sus viajes y sus relaciones familiares.
Desde luego
que, como parte de su obra teatral, aspiran a que esas personas afectadas
culpen al gobierno cubano. Nadie más que Cuba ha defendido y defiende una
emigración segura y ha exigido que el gobierno de los Estados Unidos cumpla con
sus compromisos de otorgamiento de visas a los cubanos que desean emigrar hacia
allá. Pero a los acostumbrados incumplimientos, se unen ahora las penalidades
para los trámites.
Otra gran
farsa mal montada en la carpa circense de la Casa Blanca. Y no solo mal
montada, sino poco creativa, con argumentos caducos. Por lo tanto poco creíble
y, sencillamente, deleznable ante cualquier espectador de mente sana y honesta.
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