martes, 26 de mayo de 2020

Otro abrazo entre las ideas martianas y las de Fidel




.Orlando Guevara Núñez

Hay hechos que, similares en su forma y esencia, sucedidos en distintas épocas, se abrazan en una misma fecha, o muy cercanos unos a otros. A veces en la misma geografía.
Este es el caso de un episodio relatado por nuestro Héroe Nacional, José Martí, y otro protagonizado por nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro, separados en el tiempo por  82 años; pero ambos sobre hechos idénticos.
El 27 de mayo de 1875, publicó José Martí, en la Revista Universal, de México, una respuesta a un artículo aparecido en el periódico español La Colonia, contentivo de groseros insultos al Ejército Libertador Cubano, y que hacía alusión a un trabajo antes firmado por el propio Martí.
El tema está relacionado con los prisioneros de guerra. La Colonia afirma que los prisioneros del ejército español  eran  asesinados. Martí, enumera varios crímenes de España contra los cubanos, comenzando por el exterminio de los aborígenes; y explica que, al inicio, los mambises respetaban la vida de todos los  prisioneros, pero los españoles no lo hacían. Y fue ley dolorosísima de la guerra también matar, aunque existían numerosos ejemplos de casos en que se perdonaba la vida, lo cual no hacían los colonialistas.
Uno de los ejemplos citados por Martí. “Otro hecho: el mismo día que en Santiago de Cuba una infame sed de sangre que subleva toda mi prudencia, asesinó criminalmente a 60 soldados –soldados- del Virginius, un jefe insurrecto- no podía conocer todavía este hecho- ponía en libertad completa a un número mayor de prisioneros españoles que tenía en su poder: Allí están los mismos diarios españoles: ellos no pudieron ocultar esta humillante verdad”.
El fusilamiento de los expedicionarios del Virginius se había producido en noviembre de 1873. Según testimonios posteriores se afirma que los fusilados fueron 53.
Y el 28 de mayo de 1957, a los 82 años con la diferencia de un día, luego del combate de El Uvero, en la Sierra Maestra, el Ejército Rebelde puso en libertad a todos los vencidos,  l9 heridos –luego de ser curados por el médico guerrillero Che Guevara- y otros 14 prisioneros.
Y ese mismo día, el ejército batistiano, en la costa norte de Oriente, asesinó a 16 expedicionarios del Corinthia, que había desembarcado para combatir a la tiranía batistiana. Se repetía el hecho de que los insurrectos cubanos, en un mismo día, ponían en libertad a más prisioneros que los asesinados por sus enemigos.
Otro  acontecimiento  curioso es que el Corinthia había tocado tierra cubana el 24 de mayo de 1957, es decir, exactamente 82 años después de que el periódico La Colonia publicara el citado  trabajo.
El comportamiento de los insurrectos cubanos y sus enemigos en relación con los prisioneros de guerra  fue siempre diametralmente opuesto. En el Moncada, por ejemplo, de los 61 revolucionarios que perdieron la vida, solo seis cayeron en combate, y 55 fueron asesinados después de caer prisioneros. Y luego del desembarco del Granma, de los 21 fallecidos en los primeros días, solo tres fueron en combate y 18 asesinados.
Durante toda la guerra fue así. Sobre otro hecho vandálico de la tiranía, asesinando a 11 prisioneros rebeldes después de una acción en Pino Tres, territorio camagüeyano, afirmaría Fidel:
Tal vez entre esos heridos rebeldes asesinados se  encuentren algunos de los compañeros que durante la Batalla de El Jigüe trasladaron enemigos desde la línea de fuego, a los sitios donde recibieron la primera atención en horas de la noche, escalando farallas casi inaccesibles......la falta de reciprocidad no puede ser más repugnante y cobarde”.
“Lo sucedido en Camagüey es doblemente indignante y absurdo primero porque todavía está fresca en la memoria de la ciudadanía los cientos de soldados que fueron devueltos a la Cruz Roja por los rebeldes sanos y salvos y segundo…..porque están perdiendo la guerra......¿qué sentido tiene...... asesinando rebeldes.......lanzar contra las fuerzas armadas, harto desprestigiadas ya, una mancha de sangre que muchas veces recordará la historia como una vergüenza infinita para cualquier soldado que hoy vista el uniforme infame y deshonrado del que no puede llamarse jamás Ejército de la República”.
Esa diferencia, entre el Ejército Rebelde y el de la tiranía batistiana, fue uno de los factores de la victoria del primero y la derrota del segundo. Una diferencia señalada por José Martí y aplicada, en todo su sentido humano, por Fidel.

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