jueves, 21 de mayo de 2020

La Enmienda Platt, un crimen yanqui contra Cuba




.Orlando Guevara Núñez

El 12 de junio de 1901, el  gobierno de los Estados Unidos aprobó la Enmienda Platt, la cual sería impuesta a la Constitución de Cuba, cercenando la independencia por la cual había luchado el pueblo cubano durante más de 30 años. Cuba, con esa y otras ingerencias norteamericanas, pasaba, de colonia de España, a neocolonia del Norte revuelto y brutal que nos desprecia, al decir de José Martí.

Con ese apéndice, la naciente potencia imperialista aseguraba su dominio sobre Cuba, sin necesidad de una anexión, como la habían soñado desde siglos atrás, y que ahora no consideraban prudente, teniendo en cuenta el heroísmo, la rebeldía y la capacidad de combate y resistencia de los cubanos.

El Artículo VII de esa afrenta a la soberanía cubana, la justificaba Para poner en condiciones a los EE.UU. de mantener la independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma, así como para su propia defensa, el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a los EE.UU. las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados que se convendrán con el Presidente de los EE.UU”.

Así surgió la Base Naval de Guantánamo, contra la voluntad del pueblo, y que hoy se mantiene por la fuerza, convertida en centro de prisión y tortura contra presuntos terroristas, cautivos en nombre del antiterrorismo, violando las leyes internacionales y las de los propios Estados Unidos sobre esta materia

El Artículo III del propio documento, fijaba con claridad las verdaderas intenciones imperiales, al fijar que: “El Gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos pueden ejercitar el derecho de intervenir para la conservación de la independencia cubana, el mantenimiento de un Gobierno adecuado para la protección de vidas, propiedad y libertad individual y para cumplir las obligaciones que, con respecto a Cuba, han sido impuestas a los EE.UU. por el Tratado de París y que deben ahora ser asumidas y cumplidas por el Gobierno de Cuba”.

Ese “derecho” lo ejercieron cuando en 1906,  Tomás Estrada Palma, presidente de la República de Cuba, intentó su reelección. Estrada Palma había abandonado los principios martianos y se había subordinado a los intereses de los Estados Unidos, claudicación que no habían cometido muchos verdaderos patriotas.

Ante  esos enunciados, convertidos en leyes, el Artículo I de la Enmienda Platt, con la prepotencia característica de una potencia con poderes auto atribuidos, proclamaba que “El Gobierno de Cuba nunca celebrará con ningún Poder o Poderes extranjeros ningún Tratado u otro convenio que pueda menoscabar o tienda a menoscabar la independencia de Cuba ni en manera alguna autorice o permita a ningún Poder o Poderes extranjeros, obtener por colonización o para propósitos militares o navales, o de otra manera, asiento en o control sobre ninguna porción de dicha Isla”.
No fue hasta 1925 que Estados Unidos reconoció la soberanía de Cuba sobre la entonces Isla de Pinos, pendiente en los dictámenes de la Enmienda Platt.
Así, con esa brutal fuerza, ha actuado siempre el gobierno de los Estados Unidos en relación con Cuba. Hasta el 1ro. de enero de 1959, cuando la Revolución cubana barrió para siempre esa ignominia y comenzó a ser verdaderamente libre y soberana.
Por eso las agresiones constantes contra Cuba. Porque desde entonces, ni enmiendas ni dictámenes imperiales, ni órdenes de embajadas, ni amenazas, ni agresiones, ni campañas difamatorias, pueden socavar la soberanía y la libre determinación de los cubanos de ser los únicos dueños de su destino.
Hoy  los cubanos seguimos erguidos frente a las agresiones imperiales, y continuamos suscribiendo las palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro cuando expresó que “Nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres y primero su hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie”.

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