.Orlando Guevara Núñez

Critica la postura adoptada
por los opositores. Y juzga su proceder. ¿Cómo han de acusarse de opresoras,
elecciones en las que no ha habido a quien oprimir? Pues, si el triunfo ha sido
de los partidarios del gobierno, ¿de quién había de ser, si
nadie ha ido a pretenderlo? ¿Por
qué no ha ido a las urnas la oposición?
¿Temía la derrota? ¿Ha querido
conservarse el interesante derecho de
las víctimas? México oirá en calma sus quejas plañideras: ¿a qué querellarse de
lo que por su propia voluntad no evitó?
Y en párrafo siguiente
abunda: “Hasta se sabe que la votación de electores encierra y decide la de
diputados a la Cámara. Abierta la lucha, un contendiente se retiró de ella; ni
asistió el contendiente a su apertura: ¿dónde estaba? Allí donde por su apatía no tiene el derecho
de quejarse”.
¿Dirá la oposición que fue
rechazada en las urnas? No pudo ser
rechazada, porque no fue a ellas. ¿Tendrá luego el derecho de lanzar sobre las
Cámaras la acusación de violencia en el sufragio? No lo tendrá; ¿por qué no fue
a evitarla?
Expone otra razón: “No de
esta tibia manera se conquista el aprecio de los pueblos; Se predican todos los derechos; se señalan
todos los caminos; se ayuda a todos los que los
abren; se ejercen todas las facultades; solo ejerciéndolas, se tiene el derecho
de decir que fue oprimido en su ejercicio. Y concluye que “la oposición fue
rechazada en las urnas”, “no es verdad; la oposición no pudo serlo, porque no
fue a las urnas a votar”.
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