.Orlando Guevara Núñez
El 5 de diciembre de 1956 –
tres días después del desembarco- los expedicionarios del Granma, encabezados
por Fidel Castro, tuvieron su bautizo de fuego en el lugar conocido como
Alegría de Pío, una colonia cañera de la entonces compañía New Niquero, otrora
provincia de Oriente.
Los revolucionarios, después
de un azaroso desembarco, estaban agotados y caminaban con el objetivo de
internarse en la Sierra. Hasta ese momento, las tropas del ejército batistiano
no los habían localizado, pese a la numerosa cantidad de hombres y medios,
incluyendo la aviación que reconocía y bombardeaba la zona de operaciones.
En realidad, pudieron
contactar con la fuerza rebelde gracias a la delación de un individuo del lugar
que horas antes había servido de práctico a los expedicionarios y conocía su
ubicación y rumbo trazado. Ese hecho fue
señalado posteriormente por el Che como un costoso error, al dejar en libertad
a un práctico, al cual no se conocía, estando aún en el área de peligro. El
traidor, nombrado Laureano Noa Yang, pagó su falta, al ser ajusticiado por el
Ejército Rebelde en el año 1957.
Así, a las 4:45 de la tarde
de ese día, el fuego enemigo sorprendió a los rebeldes y descargó sobre ellos
un intenso ataque. La sorpresa se convirtió en derrota, pues los
revolucionarios no tuvieron otra alternativa que la dispersión en pequeños
grupos, en un lugar totalmente desconocido, ferozmente perseguidos y en la
mayoría en unas condiciones físicas muy adversas.
Sin embargo, en Alegría de
Pío sólo cayeron tres combatientes rebeldes. Ellos fueron Israel Cabrera
Rodríguez, Humberto Lamothe Coronado y Oscar Rodríguez Delgado. Otros,
incluyendo al Che, fueron heridos, pero lograron evadir el cerco, la persecución y salvar la
vida.
Los días posteriores a la
odisea de Alegría de Pío fueron dramáticos para los revolucionarios. El día 7
de diciembre, fueron asesinados en el lugar conocido como Pozo Empalado, luego
de ser tomados prisioneros, los expedicionarios René Bedia Morales y Eduardo
Reyes Canto, mientras que ese mismo día, en Boca del Toro, corrieron igual
suerte Miguel Cabañas Perojo, Noelio Capote Figueroa, Cándido González Morales,
Antonio López Fernández, René O. Reiné García, Tomás David Royo Valdés, José R.
Smith Comas y Raúl Suárez Martínez. De los crímenes de ese día fue víctima
también Miguel Saavedra Pérez, en el propio Alegría de Pío.
Al día siguiente, 8 de
diciembre, engrosarían la lista de expedicionarios hechos prisioneros y asesinados,
en la localidad de Macagual: José R. Martínez Álvarez y Armando Mestre
Martínez. Ese mismo día, serían víctimas del crimen Félix Elmuza Agaisse,
Santiago Liberato Hirzel González y Andrés Luján Vázquez.
El último expedicionario
asesinado en los días posteriores al desembarco fue Juan Manuel Márquez
Rodríguez, segundo al mando del Granma, quien había quedado solo, siendo
apresado y masacrado en el lugar conocido como La Norma, en las cercanías del
poblado de San Ramón.
La tiranía batistiana había aplicado
contra los revolucionarios los mismos métodos asesinos que cuando los hechos
del 26 de julio de 1953, a raíz del asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago
de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. En aquella ocasión, de los 61
caídos, 55 fueron asesinados después de hechos prisioneros; ahora, 18 de los 21
muertos eran víctimas de ese cobarde proceder.
Los métodos de persecución
fueron brutales, incluyendo la oferta de pago a quienes se prestaran a la traición.
Una nota volante de esos días, conservada, así lo demuestra:
A todo el que pueda interesar
Por este medio se hace saber que toda persona que
facilite una información que conduzca al éxito de una operación contra
cualquier núcleo rebelde comandado por Fidel Castro, Raúl Castro, Crescencio
Pérez, Guillermo González o cualquier otro cabecilla será gratificado de
acuerdo con la importancia de la información, bien entendido que nunca será
menor de $5, 000.
Esta gratificación oscilará de $5,000 hasta $100,000
correspondiendo esta última cantidad o sea $100,000 por la Cabeza de Fidel
Castro.
Nota: el nombre del informante no será nunca revelado.
Pretendieron comprar con
dinero lo que no fueron capaces de conseguir en el campo de combate. Esa nota,
prueba la naturaleza cobarde y asesina del régimen batistiano. Es evidente que
cuando menciona a Guillermo González, se está refiriendo a Guillermo García
Frías, primer campesino que se unió a los rebeldes, alcanzó durante la guerra
los grados de Comandante y es hoy el prestigioso Comandante de la Revolución
que continúa la lucha junto a nuestro pueblo.
Durante esos aciagos días, 18
expedicionarios lograrían reagruparse para continuar la lucha en la Sierra
Maestra, 21 evadieron el cerco y escaparon a la persecución y la muerte,
mientras que 22, presos luego de que cesaran las matanzas, fueron enviados a
prisión.
La solidaridad, en esos
momentos adversos, puedo más que la fuerza del crimen. Los grupos organizados
por el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, con Frank País García y Celia
Sánchez Manduley como figuras cimeras en la clandestinidad y Crescencio Pérez y
Guillermo García en la zona de operaciones, lograron rescatar, salvar y unir al
grupo de revolucionarios que proseguiría luego la lucha. Ahí estarían Fidel,
Raúl, Almeida, el Che, Camilo, Ramiro y otros valiosos combatientes.
Así, cuando el 18 de
diciembre de 1956, en Cinco Palmas, Purial de Vicana, volvieron a reunirse
Fidel y Raúl, contando entonces con ocho hombres y siete armas, el jefe de la
Revolución pronunció las proféticas palabras de que ¡Ahora sí ganamos la
guerra!, comenzarían a cimentarse los futuros triunfos que uno tras otro
concluirían con la victoria revolucionaria del 1ro. de enero de 1959.
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